"El ministerio del tiempo" vuelve en forma

Tras una espera más larga de lo que hubiéramos deseado los ministéricos, la semana pasada regresó El Ministerio del tiempo. Y lo hizo en forma. La serie, convertida en uno de los mayores fenómenos de la televisión en España de los últimos años, y ahora con Netflix acompañando a TVE en la producción, ofreció un primer capítulo de la tercera temporada con todos sus sellos de la identidad. Ironía, guiños a episodios históricos , unos diálogos ágiles y la presentación de una trama que parece que será el hilo conductor de esta temporada, que se dividirá en dos, cuando llegue el verano. Conserva la serie su frescura, su originalidad y su atrevimiento. 


Sabíamos que el personaje de Julián, interpretado por Rodolfo Sancho, iba a desaparecer de la serie, porque actor y productora no llegaron a un acuerdo sobre su continuidad. La nueva temporada de la serie comienza con la resolución contundente de esta baja en el elenco. Los primeros minutos del capítulo, por cierto, muestran más efectos especiales y más despliegue de medios en la recreación de escenas bélicas que casi las dos temporadas anteriores juntas. Se nota que tiene más músculo la serie, con la llegada de Netflix. En todo caso, siempre compensó esta producción su falta de medios con historias sugerentes, afán didáctico sobre episodios del pasado apasionantes, brillantez en el guión y unos personajes con los que el espectador se encariña desde el principio. 

La historia de la patrulla se reanuda en una misión, no oficial, en el Festival de Cine de San Sebastián del año 1958, edición en la que Alfred Hitchcock presentó su película Vértigo. Además de historia, con mayúsculas, la serie ya ha introducido en el pasado tramas de la historia cultural, con homenajes a Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Federico García Lorca. Esta vez, el capítulo entero es un homenaje al rey del suspense. La propia trama de la serie adopta la forma de una película de Hitchock, con suspense, con su famoso Macguffin, que en este capítulo es algo anticipatorio. La segunda temporada de la serie mutaba a cada episodio, pasando de la intriga al género negro y de ahí a la comedia. Los guionistas jugaron no sólo con los viajes en el tiempo, sino también con cambios de registro y estilo a cada capítulo. Está por ver si esta tercera temporada muestra la misma variedad, que es uno de los grandes alicientes de la serie. De momento, el primer capítulo está repleto de guiños a Hitchock, en un juego de metaficción muy interesante. 

Regresa el personaje de Pacino (Hugo Silva), a la patrulla en la que siguen Alonso (Nacho Fresneda) y Amelia (Aura Garrido). Como siempre, se encargan de que la historia transcurra tal y como sucedió, por eso viajan en el tiempo arreglando desajustes y salvando a personajes en cuya biografía aparecen hitos más allá de la fecha en la que corren el riesgo de morir, por ejemplo. La temporada acaba de empezar, pero los ministéricos podemos estar tranquilos. La trama que se abre en el capítulo promete (el riesgo de que alguien entregue a Rusia el secreto del ministerio) y en este episodio se mantiene el atrevimiento de las tramas, su humor (el personaje de Irene, interpretado por Cayetana Guillén Cuervo, hablando de un corte en el dedo preparando un gazpacho, en alusión al accidente que tuvo en su participación en Master Chef) y también su lucidez, su mirada reflexiva a la historia de España. "Siempre es igual, siglo tras siglo, españoles matando a españoles", se lamenta Alonso en una escena de este capítulo. "Sí, una continua guerra civil, con víctimas inocentes", responde Amelia. Larga vida al Ministerio del tiempo. 

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