Podemos y la prensa

Una de las polémicas de esta semana, me temo que mucho más de consumo interno de lo que los periodistas estaríamos dispuestos a reconocer, ha girado en torno al comunicado en el que la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) publicó el lunes ante el "acoso de Podemos a periodistas". Se ha hablado mucho sobre ello y, salvo contadas excepciones, esta polémica ha vuelto a demostrar que en España, al menos en lo que concierne a la política, es imposible huir del cainismo, de los dos bandos, del con nosotros o contra nosotros. No sé qué ha sido más preocupante, si ver a compañeros periodistas minusvalorar las presiones denunciadas por reporteros que siguen la información diaria de Podemos o ver a otros compañeros pretendiendo hacer creer que las únicas presiones a los periodistas, las peores y más dantescas, proceden del partido morado. Cuando es perfectamente compatible criticar la intolerable actitud de algunos dirigentes de Podemos con los periodistas y, a la vez, criticar esas otras presiones que, por supuesto, existen, o hablar del papel de la APM ante ellas, mucho más modesta, cuando no inexistente, que en este caso. 


Se han escuchado argumentos surrealistas. Aquí van algunos de ellos. Primero, es alucinante que haya periodistas que no hayan mostrado el menor interés por conocer los detalles de esas presiones de Podemos que han denunciado sus compañeros, los periodistas de pie de calle, los que siguen la actualidad del partido morado, no los propietarios de los medios. Segundo, que el resto de partidos presione también a la prensa, lo que es evidente, no significa que sea menos grave que lo haga Podemos. Parece increíble tener que recordarlo, pero es así. Un hecho así es inaceptable proceda de quien proceda. Las presiones a la prensa están feas. provengan de Pablo Iglesias, Mariano Rajoy o cualquier empresario. Es el hecho en sí lo que resulta incompatible con una democracia. 

Tercero, la relación de Podemos con la prensa es idéntica a la del resto de políticos: no les gustan los medios, salvo cuando defienden sus intereses. A los líderes del partido morado, como al resto de políticos, como a la mayoría de las personas, les gusta la libertad de expresión, pero sólo cuando se opina igual que ellos. Y eso no puede ser. Podemos quiere imponer un relato a los medios, exactamente igual que el resto de políticos o que las empresas. Que no sean los únicos que lo hacen no resta gravedad a su actuación. Cuarto, cuando el partido de Iglesias habla de ejercer un control público de los medios, que "la gente" pueda, de algún modo, controlar los contenidos, la reacción más aconsejable es echarse a temblar, pues los políticos tienden a confundir "lo que quiere la gente" con lo que quieren ellos mismos, sus ideas, con las de todo el mundo. 

Quinto, se ha dicho que esta denuncia de periodistas de calle (no tertulianos o grandes firmas) ante la APM proviene de los partidarios de Errejón, tras la purga de Iglesias. No sé si ha sido así o no pero, de nuevo, allá va otra obviedad: importa el hecho mucho más que su motivación. ¿Existen o no esos mensajes de líderes de Podemos insultando y amenazando a los medios? Mejor aún, ¿criticó Iglesias abiertamente a un periodista en un acto público? ¿Respondió el líder del partido morado a una pregunta incómoda de una profesional hablándole de su abrigo ? Lo relevante es que lo denunciado sea cierto, no las razones que, siempre con esa visión paranoide y conspiranoica de la actualidad, los miembros de Podemos puedan vislumbrar detrás de este comunicado. Sexto, todos los seres humanos somos contradicciones andantes. Todos. Podemos, también. Ellos han asentado buena parte de su éxito electoral en su participación en esos mismos medios que no les gustan y cuyos máximos accionistas consideran opresores de la libertad de expresión. 

Séptimo, la APM está, entre otras cosas, para denunciar este tipo de presiones y para dar amparo a periodistas amenazados. Algo que, obviamente, no ha hecho en tantísimos otros casos. Todos los periodistas tienen presiones en su trabajo y a la asociación no se le ha visto tan activa ni tan reivindicativa en otras ocasiones. La APM no se ha ganado demasiado el respeto de los profesionales en los últimos tiempos. Muchos se preguntan, con razón (aunque, obviamente, eso no anula la gravedad de las presiones de Podemos), dónde estaba la APM ante la precarización creciente de la profesión, ante tanto falso autónomo, ante tantas causas justas que defender, por la dignidad de los profesionales de este oficio. No ha estado la APM, no. No ha dado las batallas que debería. Octavo, es el propio Podemos el que, paradójicamente, da credibilidad a la APM cuando utiliza conclusiones de un estudio elaborado por la asociación sobre el estado de la profesión. 

Noveno, es evidente que hay medios que parecen tener el carnet de un partido y también que el tratamiento mediático de Podemos ha sido muy diferente al del resto de partidos en la mayoría de los medios, sobre todo, los grandes medios impresos. Es obvio. Lo deseable, en todo caso, no es aspirar a tener a los medios a favor, como a veces parece dar a entender el parido morado, sino que los medios no tengan ese favoritismo manifiesto por ningún partido. Décimo, el periodismo tiene infinitos problemas y ha cometido innumerables errores. Por algo nuestra credibilidad está por los suelos. Demasiadas veces se ha hecho dejación de funciones. Muy a menudo, el periodismo se ha percibido cerca del poder. Se ha percibido porque es justo donde ha estado. No siempre se han atendido a los problemas reales de la gente. Los equipos gestores y su compromiso con el periodismo, por lo general, dejan mucho que desear. Esto no va de corporativismo. Hay muchos errores y muchos defectos en los medios. Muchísimos. Pero es deseable que se abstengan de intentar resolverlo partidos políticos con aparentes buenas intenciones, porque es obvio lo que sean: controlar los medios. Podemos y todos los partidos políticos que en el mundo han sido. 

Undécimo, al comunicado de la APM se han sucedido reacciones extremas impresentables, cojeando del pie izquierdo (quienes desde dentro de los medios han ridiculizado a los profesionales que cubren la información de Podemos y han denunciado presiones) y del pie derecho (Vargas Llosa afirmando que Podemos es la mayor amenaza para el periodismo en España desde la Transición tras, quizá (¡quizá!), ETA). Duodécimo, el debate sobre el funcionamiento de los medios, su papel trascendental en una democracia y el hecho evidente de que el estado financiero de la mayoría de los grupos complica el ejercicio de un periodismo independiente, es necesario y apasionante. Pero sería mejor que no sirviera de cortina de humo de las presiones inaceptables de un partido político a los profesionales. 

Decimotercero, si no fuera por las arcadas que nos asaltan al oírlo, sería hasta divertido escuchar a políticos del PP y del PSOE (¡ellos!) hondamente preocupados por las amenazas de Podemos a la prensa, ellos que tan sinceramente defienden la libertad de prensa, ellos que jamás han hecho nada siquiera parecido, ellos que no han quitado directores de periódicos, que no han presionado a los medios retirando publicidad institucional a su antojo, que no han convertido las televisiones públicas en aparatos de propaganda. 

Decimocuarto, la ideología lo intoxica casi todo en España. No me gusta nada el corporativismo ridículo, que defienda lo indefendible. Pero casi me gusta menos que tantos periodistas (a izquierda y a derecha) antepongan el partidismo a los principios elementales de una democracia. Esta semana he visto a demasiados compañeros minusvalorar las presiones de Podemos a los periodistas, como si fuera aceptable que se envíen esos mensajes ("eres un mierda", "como publiques eso, te destruyo"). Y es triste. Tanto como ver a todos esos compañeros que parecen defender seriamente que estas amenazas de Podemos son las únicas que han visto en el ejercicio de su profesión. Con ese forofismo no vamos a ningún lado. Bueno, sí, a izquierda y derecha nos conduce a un precipicio. 

Y decimoquinto, dudo mucho que este debate preocupa demasiado al ciudadano de la calle. No digo que debería preocupar, pues la existencia de medios libres es importante para la sociedad, no sólo para los periodistas. Quizá, con  estos debates tan polarizados, nos alejamos más y más de la sociedad. Tal vez algo va mal cuando nos cuesta hacer compatible la censura de las presiones, vengan de donde vengan, con la crítica a la inacción de la APM ante tantos otros obstáculos al ejercicio de la profesión, o con el reconocimiento de tantos errores de los medios hoy en día. Basta con probar a despojarse de sectarismos. 

Comentarios