Trump y Trudeau: encuentre las diferencias

La última reunión entre Donald Trump y Justin Trudeau en la Casa Blanca parece como uno de esos juegos que contraponen dos imágenes e invitan a encontrar las siete diferencias entre ambas. Sólo que hay muchas más que siete diferencias y éstas no son sutiles, sino inmensas. Por supuesto, el primer ministro canadiense y el presidente estadounidense mantuvieron una actitud educada y cordial. En el mundo actual, por muy Trudeau que seas, las relaciones comerciales mandan y Estados Unidos y Canadá son vecinos y socios de primer orden. No querrá el primer ministro canadiense mosquear más de lo necesario a Trump, por más que él se haya presentado como el antagonista perfecto al millonario que ahora ocupa la Casa Blanca. 


Hay innumerables diferencias entre uno y otro. No se trata de canonizar al primer ministro canadiense ni de demonizar al presidente de Estados Unidos. Pero es abrumador el contraste entre uno y otro. Una de las primeras medidas de Trump al llegar a la presidencia fue su polémica orden para impedir la entrada de personas procedentes de siete países de mayoría musulmana. Trudeau, por el contrario, dijo que acogería a todas esas personas y su política se ha caracterizado por las puertas abiertas a los refugiados. En un mundo insolidario y lleno de indiferencia, Canadá es uno de los pocos países que ha destacado desde el principio en la acogida a quienes huyen de la guerra. Es el país que más refugiados sirios ha acogido. Un ejemplo a seguir, frente a la lamentable mezcla de racismo e ignorancia de Trump. 

Declaró Trudeau en su rueda de prensa conjunta con el presidente estadounidense que una de las labores centrales de todo gobierno es garantizar la seguridad de su pueblo, la excusa que utiliza Trump para dar rienda suelta a su xenofobia y su odio a los musulmanes, pero que no es incompatible la seguridad con la atención humanitaria a los refugiados. Entre otras razones, porque los refugiados escapan del terrorismo, no lo propagan. Afirmó el primer ministro canadiense que seguirán acogiendo a los refugiados, que continuarán dando un ejemplo y no jugando a confundir inmigración con delincuencia. 

Los discursos de Trump apelan a los más bajos instintos, son propios de un patán de barra de bar que suelta cuatro generalidades llenas de ignorancia y simplezas. Los de Trudeau son los propios del político que cree en el poder transformador de su trabajo. El primer ministro canadiense ilusiona, el presidente estadounidense cabrea. Cabrea a quienes no soportan su radicalismo y saca partido del cabreo de sus votantes. Son dos mundos. 

Donald Trump tiene una retahíla de declaraciones machistas. Las más graves, las que se desvelaron en la campaña electoral, en las que dijo que, por ser famoso, podía hacer lo que quisiera con las mujeres. Parece increíble, pero es cierto, el millonario que se presenta como defensor de la clase media ha conseguido ganar unas elecciones insultando abiertamente a la mitad de la población, a todas las mujeres. Mientras, Trudeau se declara feminista siempre que tiene ocasión. Recuerdo un discurso suyo excepcional, en el que dijo que todos los hombres deberían ser feministas, que se debe perder el miedo a ese término y que educará a sus hijos para que lo sean, pues el feminismo no es otra cosa que defender la igualdad real entre hombres y mujeres. Igualdad que aplica en su gabinete, totalmente paritario. 

Justin Trudeau ha acudido en varias ocasiones a marchas del día del Orgullo Gay. El año pasado lo hizo como primer ministro. Y declaró que "no debería ser una gran cosa que el primer ministro esté participando en la marcha del día del Orgullo Gay. Trump, cómo no, también tiene unas cuantas declaraciones homófobas y habló de forma confusa sobre su posición con el matrimonio igualitario, aunque después matizó estas palabras. Además, Trump ha elegido como vicepresidente a un acreditado homófobo, Mike Pence, quien como gobernador permitió a los comercios discriminar a personas sólo por el hecho de ser gays. 

Por ser justos, tal vez el único parecido entre Trump y Trudeau se da en su política económica. Aunque está por ver qué hace el presidente estadounidense, ambos han defendido aumentar el gasto público para estimular la economía. Por lo demás, dos mundos totalmente diferentes se dieron la mano en la Casa Blanca hace unos días. 

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