Trump y el racismo selectivo

Como si temiera tanto como otros deseamos que su legislatura dure menos de cuatro años, Donald Trump ha comenzado su presidencia con una actividad frenética, cumpliendo algunas de sus racistas promesas. Mantiene la idea de construir otro muro (Clinton ya contruyó uno) con la frontera con México, y sigue afirmando que lo pagará el país vecino. El decreto que más caos ha despertado es el referente a la prohibición de aceptar visitantes de siete países de mayoría musulmana: Irán, Iraq, Siria, Sudán, Libia, Yemen y Somalia. Una medida repugnante, que asocia Islam con terrorismo, y que vino acompañada de la reducción del número de refugiados que Estados puede aceptar, lo que mete en el mismo saco a los terroristas y a quienes huyen de ellos. Pero es que, además de ser un decreto xenófobo, es interesado. El racismo del patán que desde hace ocho días es presidente de Estados Unidos es un racismo interesado, selectivo. Aquellos países donde sus empresas tienen intereses, como Arabia Saudí o Egipto, no aparecen curiosamente en esta lista. El dinero es el dinero. 

Afortunadamente, los contrapesos tan cacareados del sistema político estadounidense empiezan a funcionar, pues la Justicia ha limitado el racista decreto de Trump. Aun así, ha provocado un caos en los aeropuertos, donde hay seres humanos procedentes de estos siete países aislados. Un bloqueo inhumano e impropio del siglo XXI. Una demostración de hasta qué punto la labor de un gobierno puede deteriorar la vida de las personas y, sobre todo, de que el voto tienen consecuencias. Los votantes de Trump estaban hartos del sistema, votaron con las tripas. De acuerdo. Pues aquí está el resultado de su acción. Ahora, que disfruten lo votado.

Lo único esperanzador de estos días en Estados Unidos es la respuesta a las medidas del nuevo presidente. Dirigentes empresariales, muy pocos dados a hablar de política, han dado un paso adelante. Los presidentes de Google, Twitter o Facebook han recordado que Estados Unidos está construido sobre la inmigración, y que el talento de personas nacidas en otros países contribuye a diario a crecer a estas grandes compañías. También se han sucedido las manifestaciones y las muestras de apoyo a los musulmanes, pues lo que hace Trump es una cruzada contra esta religión. 

Es una medida repugnante. Quizá sólo algo más que las enormemente repugnantes medidas de los gobiernos europeos en los últimos meses. Y aquí es doloroso comprobar el cinismo de tantas personas. Evidentemente, Trump está guiado por la xenofobia más visceral, más odiosa, más ignorante. Pero las muestras de racismo en Europa en los últimos meses han sido y siguen siendo muy preocupantes. Está genial criticar al energúmeno que habita la Casa Blanca, pero no deberíamos olvidar que los gobiernos europeos firmaron hace meses un indecente acuerdo con Turquía por el que se desentendían de los solicitantes de asilo que huían de la guerra y el terrorismo, para enviarlos directamente allí y apartar unos kilómetros su sufrimiento. No deberíamos olvidar que mueren a diario en el Mediterráneo seres humanos que buscan una vida mejor en Europa y sólo encuentran la indiferencia más inhumana. 

Algunos, al parecer, sólo son tolerantes y comprensivos con los refugiados cuando les ponen trabas al otro lado del Atlántico, muy lejos de ellos, pero prefieren mirar para otro lado cuando en su propio país donde se les discrimina y no se les da un trato adecuado. La indignación mundial ante los decretos racistas de Trump es esperanzadora, significa que el mundo no es tan insensible como pensábamos ante el rebrote de la xenofobia. Pero no debería haber existido tanta indiferencia ante la ineficiente e inmoral respuesta otorgada por los líderes europeos al drama de los refugiados

El contrapunto a la intolerancia del presidente estadounidense lo pone el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. quien anunció que acogería a todas las personas que el racismo de Trump expulsara de Estados Unidos. Esta noche, seis personas han sido asesinadas en un atentado contra una mezquita en Quebec, crimen que ha sido utilizado por un hijo de Donald Trump para criticar en Twitter al primer ministro canadiense y decir, básicamente, que eso le pasa por admitir refugiados. No caerá en la cuenta este tipo de que el atentado se produjo contra una mezquita donde había musulmanes, esas personas a las que su padre desprecia sólo por profesar esa religión, salvo que sean de países donde tiene negocios, claro. Tocan resistir tiempos duros en los que un ignorante, racista, machista e impresentable tipo es presidente estadounidense, por el voto de millones de ciudadanos que sabían lo que votaban. Y eso es lo más dramático de todo. No ha caído del cielo como una plaga. Ha llegado de las urnas. En Estados Unidos. En el siglo XXI

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