El piso de Espinar

La reacción de Ramón Espinar y de la cúpula de Podemos a la noticia sobre su operación inmobiliaria especulativa publicada por la Cadena Ser ha sido de primero de vieja política. El diputado de la formación morada se ha centrado en el momento en el que llega la noticia, en mitad de unas primarias por hacerse con el control de Podemos en Madrid en las que él encabeza la opción próxima a Pablo Iglesias. Muy probablemente proceda de una filtración de la otra facción de Podemos. Es muy peligroso en política el fuego amigo. Pero eso carece de importancia. Lo relevante no es de dónde proceda la información ni quien la publique (Prisa, su archienemigo, con "la máquina del fango", se apresuraron a afirmar en Podemos) sino la noticia en sí misma. Y la noticia no habl de una ilegalidad, pero sí revela, como mínimo, una doble moral del diputado de Podemos. 


Espinar compró una vivienda protegida por 146.224 euros, cuando estudiaba en la universidad y todos sus ingresos eran 400 euro de una beca. Un año después, al descubrir, según dijo ayer, que no podría pagar la casa, decidió venderla. Lo hizo por 176.000 euros. Una plusvalía cuantiosa, sobre todo teniendo en cuenta la fecha, 2011, cuando el precio de la vivienda ya declinaba. Razona Espinar que ese precio de venta lo fija la Comunidad de Madrid, que elevó el módulo de la vivienda protegida, lo cual es cierto. Descontados los impuestos, Espinar ganó "unos 19.000 euros" con esta operación, que él se niega a calificar de especulativa, pero que sí tiene mucha pinta de serlo

Vender una vivienda protegida y ganar dinero con la operación no es ilegal, pero sí es el tipo de actuación que el propio Espinar ha criticado reiteradamente. Se da la casualidad de que el diputado de Podemos está especializado en vivienda y todos recordamos la contundencia con la que defendió en la Asamblea de Madrid la necesidad de que las viviendas de protección oficial sean un derecho y que no se conciban como una forma de hacer negocio, de ganar dinero, de especular con el ladrillo. Él había ganado unos años antes 19.000 euros haciendo exactamente eso que criticaba. Es, por tanto, más que una cuestión legal, o ni siquiera ética, un asunto de coherencia política, de cuadrar su discurso con su actuación. Y aquí, por mucho que se empeñe Espinar, no casan en absoluto. 

Pero hay más. El 85% de las viviendas promovidas por Vitra (cooperativa de CCOO) se sacó a concurso público, pero un 15% se vendió directamente por la empresa de forma discrecional. Y Espinar está dentro de ese 15%. El político de Podemos es hijo de Ramón Espinar, que fue político del PSOE muy bien relacionado en la Comunidad y quien estuvo en la asamblea de Caja Madrid, donde recibió su correspondiente tarjeta black, con la que gastó 178.000 euros. El hecho de que una parte de la promoción de viviendas fuera discrecional y que el padre de Espinar se moviera en esos círculos genera dudas. Ayer el político de Podemos dijo que pudo dar la señal de la casa gracias a un préstamo de 60.000 euros de su familia. 

Evidentemente, Espinar no es responsable de lo que hiciera o dejara de hacer su padre. Pero sí es relevante en este caso saber por qué tuvo él acceso a esas viviendas, qué criterios se siguieron en ese 15% que Vitra podía colocar de forma discrecional. Espinar dice que no especuló, que vendió el piso cuando entendió que no podía pagarlo. Afirmó que su situación es similar a la de muchos jóvenes españoles, pero no conozco a muchos jóvenes cuyos padres puedan prestarles 60.000 euros y tampoco demasiados que se hipotequen sin tener trabajo. De hecho, no conozco a ninguno al que le concederían una hipoteca con la situación personal que tenía Espinar en ese momento. 

El político de Podemos dijo que se había apuntado al plan de vivienda joven de la Comunidad de Madrid, pero no explicó por qué Vitra le vendió el piso de forma discrecional. Tampoco dijo por qué no abandonó la cooperativa al percatarse de que no podría pagar la vivienda en lugar de venderla. Después indicó que con el dinero ganado con la operación inmobiliaria se pagó un máster y se compró un portátil, como si el destino de esas plusvalías las hiciera menos especulativas. El problema no es legal, insisto, sino de coherencia. Es él quien ha criticado públicamente que alguien gane dinero vendiendo pisos de protección oficial. 

Esto no es el escándalo de los ERE ni es la Gürtel, por supuesto. Ni siquiera es la cuenta en Panamá del exministro Soria ni las amistades peligrosas de Felipe González. Pero es algo relevante, que cuestiona el discurso político de Espinar y que genera dudas que debe resolver, y que ayer no hizo. Naturalmente, quien filtró esta información buscaba dañar sus opciones en las primarias. Obviamente, el medio que las publicó no es afín a su partido. Pero eso es irrelevante. La información es lo que cuenta. Y ante ella, toda la reacción de los líderes de Podemos ha sido recurrir al manual de la vieja política: todo es una conspiración de sus rivales políticos y mediáticos. 

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