Oviedo, capital de la cultura

Oviedo volvió a ser ayer capital mundial de la cultura, el conocimiento, la ciencia y el sosiego. El hermoso Teatro Campoamor de la bellísima capital asturiana, acogió la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, donde se reconoció a inmensos profesionales y se reivindicó, como cada año, la literatura, las artes, las humanidades, la solidaridad y el progreso científico. Un oasis, un retrato de lo mejor de la sociedad. Es cada año el acto en el que el rey realiza su discurso más personal, pero esa dimensión política, mayor si cabe este año por la eventualidad de que el presidente asturiano, Javier Fernández, preside también la gestora del PSOE y por la cercanía de la ronda de consultas de don Felipe con los responsables políticos, queda en un segundo plano. Lo que importa de verdad del acto de entrega de los premios son los premiados, sus inteligentes discursos, su ejemplo vital. El rey no hizo mención política alguna y se limitó a pedir "una España alejada del pesimismo". Pero don Felipe se dedicó más a hablar de los galardonados y la reflexión a la que invita su trabajo, lo cual es muy de agradecer. 


Deslumbró Núria Espert, la gran dama del teatro, quien agradeció emocionada el premio y recordó a Federico García Lorca y a William Shakespeare. Recitó con arrolladora emoción, con su maestría exquisita, un monólogo de Doña Rosita la soltera, y después un fragmento, en catalán, una de sus dos lenguas, de El rey Lear. "El teatro se apoderó de mí a los 13 años", dijo la veterana actriz, que lo ha hecho todo sobre las tablas, que ha sido mil personajes, que ha fascinado y cautivado a miles de espectadores. "Consiguió que yo pudiera ser yo no pudiera ser yo misma más que en el escenario, más que transformada en otra persona", afirmó. Expresiva, encantadora, majestuosa, sublime, Espert agradeció el premio como representante de un oficio noble y necesario, en nombre del mundo del teatro. 

También otra de las premiadas, la historiadora y divulgadora británica Mary Beard, dijo sentir que el Premio Princesa de Asturias recibido no es sólo de ella, sino de todas las personas que nos ayudan a mantener una "apasionante conversación con el mundo antiguo". Beard es una de las mayores expertas en Roma y en la Antigüedad. Reclamó ayer que la Historia no puede ser cuestión de unos pocos expertos encerrados en una biblioteca, sino "una actividad ciudadana en la que todo el mundo pueda participar". Beard, feminista declarada, también recordó que, pese a lo avanzado, queda mucho por recorrer en el camino del derecho de las mujeres. Afirmó que la Historia ayuda a tener humildad cultural y se acordó de su país, el Reino Unido, y del voto a favor del Brexit. Mencionó el inicio de un poema inglés del siglo XVI. "Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo. Cada hombre es un fragmento del continente. Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje", afirmó. 

Maravilloso fue igualmente el discurso del novelista estadounidense Richard Ford, quien citó a Ortega en un discurso vitalista contra la intolerancia en el que reivindicó la utilidad de la imaginación y la literatura. "La vida se nos da vacía", dejó escrito el filósofo español. "No es sino otra forma de decir que todo puede suceder", dialogó con él, ayer, desde el Teatro Campoamor, Ford, quien recalcó lo difícil que resulta a veces en este mundo mantener "el don por lo gozoso", entre tantas desigualdades e injusticias, entre tantas amenazas (se acordó de Trump). "Al parecer, la alegría mengua velozmente en el mundo, por lo que supongo que se hace aún más necesarios los actos de la imaginación que van encaminados a inventarla", afirmó. 

De esas injusticias del mundo sabe mucho el fotoperiodista James Nachtwey, que se dedica a retratar el horror en zonas de conflicto, a mostrar con imágenes todo lo que anda roto en este mundo. El rey recordó en su discurso unas palabras del periodista neoyorquino que resumen bien el compromiso de Nachtwey con las personas vulnerables a las que retrata en su trabajo: "si algún día dejo que mi éxito profesional sea más importante que la compasión sabré que he vendido mi alma". El periodista trabaja para intentar mejorar el mundo, para dar testimonio de los horrores de la guerra, para levantar acta de las desigualdades. Contra ellas combate también la ONG Aldeas Infantiles SOS, que fue fundada en 1949. 

Los Princesa de Asturias reconocieron también al triatleta Javier Gómez Noya, al investigador Hugh Herr, considerado el líder mundial de la biónica y la biomecánica, quien tiene una historia impresionante, pues desarrolló este campo tras sufrir la amputación de sus dos piernas a los 17 años. El reconocimiento en la categoría de Cooperación Internacional fue para la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático y el acuerdo de París, que debería ser más un acicate sobre las tareas pendientes en la lucha contra el cambio climático, quizá la mayor amenaza global, que una mirada complaciente a un acuerdo histórico, sí, pero también mejorable y probablemente insuficiente. Oviedo volvió a ser una fiesta de la cultura y el conocimiento. 

Comentarios