Lorca. 80 años.

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores 
en un anochecer de ruiseñores 
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo 
para el asesinato de mis flores 
y convertir mi llanto y mis sudores 
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja 
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida 
será para la muerte, que no deja 
ni sombra por la carne estremecida

"El poeta dice la verdad". Sonetos del amor oscuro (1936).

Algo anda mal en España, como averiado, cuando estamos hablando más del decadente espectáculo que nos ofrecen nuestros políticos que de los 80 aniversario del asesinato de Federico García Lorca, poeta granadino al que este país tan cruel con sus genios, tan ingrato con sus grandes figuras, tan cainita, tan descuidado con la cultura, aún no ha dado sepultura. No sabemos dónde están los restos de Lorca, asesinado. Por rojo. Por poeta. Por homosexual. Víctima del fanatismo y de la incomprensión. Nadie habló con tanta pulcritud, con tal estallido de pasión, con palabras que abrasan en la boca de quien las lee, de los grandes sentimientos que mueven la vida. Del amor. Como esos candorosos sonetos del amor oscuro, uno de sus tantos legados. 

La figura de Lorca, su triste final, la indiferencia que aún a tantas personas causa que uno de los más relevantes poetas españoles de siempre esté enterrado en una cuneta, no sé sabe aún bien donde, resume bien lo que fue y lo que es España. Pero siempre, su obra. El fulgor de la palabra del amante. La pasión abrasadora. La mirada despierta del poeta. Su forma de entender la vida. Su viaje a Nueva York, la gran manzana, que dio lugar a Poeta en Nueva York, publicado cuatro años después de su muerte. Su obra dramática, la más reconocida entonces. Sus obras de teatro, como Bodas de sangre, que el año pasado llevó al cine con delicadeza y hermoso lirismo Paula Ortiz en La novia. De ahí proceden estos maravillosos versos:

¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.

O La casa de Bernarda Alba, para muchos, la primera experiencia en un teatro. Esa asfixiante y opresora vida que impone una viuda a sus hijas, o más bien la intolerancia, el peso de la religión y el rol secundario reservado a las mujeres en aquella España oscura, gris, brutal. Lorca no es sólo el más destacado representante de la Generación del 27. También es uno de los más trascendentes autores de teatro del siglo XX en España. 

La mejor forma de recordar a Lorca es conmoverse con su poesía, disfrutar de sus creaciones, gozar con el talento prodigioso de quien fue arrebatado de la vida cuando tenía 38 años, por ser diferente, por vivir libre. Romancero gitano es otra de sus obras cumbre, donde la luna, la Guardia Civil, los amoríos, los paisajes, la naturaleza, forman parte de sus poemas. Y siempre el amor, como en este El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
Ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura

Hay todavía dudas sobre las horas finales de Lorca. Se sabe que fue asesinado por un grupo de falangistas. Parece demostrado que el poeta granadino fue sacado del Gobierno civil, donde estaba preso desde hace horas, y donde pudo sufrir torturas, según Ian Gibson, para ser asesinado. Su familia no desea que se sigan buscando los restos del poeta granadino. 80 años después de su asesinato, en todo caso, dice mucho de España, de la peor España, que no sepamos donde descansan los restos mortales de un genio víctima de la intolerancia. 

Lorca, con su teatro adelantado a su tiempo, con el hermoso lirismo de su poemas, con su talento desbordante, representa lo mejor de un país al que se arrancó el progreso. Lorca y la Residencia de Estudiantes, cuna de tantos genios. Lorca y La Barraca, el grupo de teatro ambulante que llevaba la cultura a los pueblos de España, durante la II República. Lorca y sus cantos libres al amor entre dos hombres, amor, al fin. Lorca y la Generación del 27. Lorca y la extensión de su teatro más allá de las fronteras españolas, con obras estrenadas en distintos países de América Latina. Lorca y el miedo cuando, refugiado en casa de su amigo Luis Rosales, cuyos hermanos eran falangistas destacados, es detenido para ser conducido a la muerte. Lorca y el legado electrizante, apasionante, desatado, doloroso, contundente. Lorca y la poesía. Lorca y España, vivo reflejo toda su vida, y su muerte, de lo mejor y lo peor de este país que, 80 años después, añora, pero no recuerda como debería, al poeta que cantó a la pasión como nadie, que vivió libre y murió víctima del fanatismo. 

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.

Alba. 

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