La hucha de las pensiones se agota

Finales de 2017 o principios de 2018. Es la fecha en la que se vaciará por completo el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, conocido como la hucha de las pensiones, si el gobierno sigue recurriendo a ella para afrontar las pagas extra de los pensiones al mismo ritmo que hasta ahora. Ayer, 1 de julio, día de la Operación Salida de millones de españoles viajando a la playa o a otros lugares de vacaciones, el gobierno anunció que ha vuelto a recurrir a la hucha, esa que ha dejado tiritando. Sacó otros 8.700 millones de euros, por lo que ya sólo quedan en el fondo 25.716 millones de euros. Desde 2011, el importe de la hucha ha menguado en 41..639 millones, un 37%. Lo que queda da para menos de tres nóminas. 


Quizá las pensiones sean el más claro ejemplo de la falta de visión a largo plazo de la clase política española y de la colosal confusión de prioridades del debate público de este país. Como tantos otros asuntos de Estado relegados siempre a un segundo plano, porque en todo momento hay alguna batalla de politiqueo de bajos vuelos que acapara la atención. La campaña sin fin que hemos vivido, sin ir más lejos. Se ha hablado poco de pensiones y, cuando se ha hecho, siempre han transmitido los políticos de todos los partidos la sensación de estar contando medias verdades, de no ser del todo sinceros. Nadie habla claro sobre este tema. Son demasiados millones de votos. Es un asunto demasiado trascendente. Tanto, que todos prefieren no afrontar en serio la enorme gravedad del reto de la sostenibilidad del sistema público de pensiones

Convendría elevar el debate y no dejarlo en un arma arrojadiza del debate político, aunque, desde luego, podemos perder toda esperanza. Cuando el PP llegó al gobierno en 2011 decidió, presionado por los objetivos de déficit (esos que no hemos cumplido ningún año) recurrir a la hucha de las pensiones para atender a las pagas extra de los funcionarios, en lugar de emitir deuda. Eran tiempos en los que el interés que España debía pagar por colocar deuda era desorbitado, nada que ver con los mínimos históricos que ofrece ahora gracias, fundamentalmente, a los estímulos del BCE

Probablemente, el error del gobierno de Rajoy no fue tanto, o no sólo, empezar a tirar del Fondo de Reserva, que está para situaciones excepcionales como las de los últimos años, sino el hacerlo sin contar con nadie. Como casi todo lo que ha hecho este ejecutivo, usando la mayoría absoluta como un rodillo. Las pensiones es uno de esos pocos asuntos, junto a sanidad, educación y unos pocos temas más, en los que es deseable que exista un consenso lo más amplio posible. Pero ese consenso se ha roto. Y ahora nos encontramos con la hucha de las pensiones bajo mínimos, cerca de extinguirse, y con unos partidos políticos incapaces, no ya de pactar reformas de calado, sino ni siquiera de formar un gobierno. 

El agotamiento de la hucha de las pensiones es una luz de alarma. Pero hay más. Por ejemplo, la evidencia de que el aún insoportable desempleo y la considerable reducción de los salarios pone en cuestión la sostenibilidad del sistema de pensiones. La ratio de cotizantes por pensionistas llegó a ser de 2,71 en 2007. Este año está en 2,28. Y, además, esos trabajadores que cotizan a la Seguridad Social lo hacen con sueldos sensiblemente inferiores a los de las generaciones anteriores. 

Hay otro factor incuestionable, el envejecimiento de la población, y la mayor esperanza de vida. Esto último es, naturalmente, una noticia excepcional. Pero es cierto que, si cada vez vivimos más, puede ser razonable, aunque no guste a nadie y sea indeseable, retrasar la edad de jubilación, como se hizo en España, de los 65 a los 67 años. Sería fabuloso que todos pudiéramos jubilarnos a los 60 años, pero lo cierto es que el sistema no es sostenible. Y hay que revisarlo. Hay profesiones y profesiones, claro. No se puede exigir a un minero que baje a la mina con 67 años. Son debates, en fin, tan necesarios como incómodos y políticamente incorrectos, por eso los políticos prefieren pasar de puntillas y no decir del todo la verdad

También es un hecho que la edad real de jubilación no es, ni de lejos, la edad legal. Como lo es que muchas grandes empresas siguen pactando con la Seguridad Social prejubilaciones en condiciones muy ventajosas. Todo debería revisarse. Quizá lo más preocupante sea la elevada tasa de desempleo y la precarización enorme del trabajo. Como es legítimo, aseguradoras, bancos y gestoras llevan años insistiendo en que la solución a todo es que el gobierno fomente más los planes de pensiones privados. Creo que tan negativo es desdeñar porque sí los planes privados de pensiones, porque a nada conduce y en nada ayudará a hacer más sostenible el sistema público atacar a los planes que tienen no pocas empresas, como inocente e interesado es defender que la solución de todos los males está en los planes privados, básicamente, porque no hay capacidad real de ahorro ahora mismo. 

Por supuesto que sería deseable que todo el mundo, y cuanto más joven, mejor, comenzara a ahorrar pensando en su jubilación. No conozco a nadie de mi generación que piense que para cuando nos jubilemos vayan a existir pensiones ni siquiera similares a las de ahora. Lo decimos medio en broma, pero lo decimos. No contamos con cobrar pensiones públicas. No al menos pensiones mínimamente dignas. El sistema desborda por todos lados y es necesario afrontar una reforma seria, a ser posible, sin dejarse guiar por intereses partidistas. Pero algo chirría siempre en escuchar a quien tiene como negocio principal comercializar planes de pensiones defender que la solución de todo es, en efecto, hacerse planes de pensiones como los suyos. Son parte interesada. 

Ahorrar es necesario, pero también lo es conocer la realidad. ¿Qué trabajador precario, que es la mayoría de quienes tienen la suerte de incorporarse al mercado laboral, tiene capacidad real de ahorrar pensando en su jubilación?  En un mundo ideal, por supuesto, sería bueno para todos que se pudiera complementar la pensión pública, menguante casi por necesidad, con un ahorro privado. Pero hoy por hoy eso es inviable para la mayoría de la población, sobre todo los jóvenes. Y si la balanza se inclina hacia los planes privados, quien perderá será la parte más vulnerable de la sociedad. 

Igual, después de líneas rojas, encuestas, sorpassos, batallitas, odios personales y demás envilecimientos, los políticos se dan cuenta de que la hucha de las pensiones se agota y el sistema hace aguas por todas partes, y abren un debate serio. Igual. 

Comentarios