Sé fuerte, compi yogui

Tener un amigo corrupto es un signo de sofisticación en esta España nuestra. Si no conoces a un Gürtel, un Púnica o un caso Bankia, no eres nadie. Qué menos que poseer en la memoria de tu móvil un par de mensajes vergonzosos enviados a gente deshonesta. Los reyes no iban a ser menos. Esta semana, eldiario.es publicó una transcripción de mensajes de Letizia y Felipe a Javier López Madrid, amigo con tarjeta black en Bankia, uno de los que derrochaba a su antojo con pólvora de rey, con el dinero de una institución centenaria que destruyó su incompetencia. Una de esas personas que al parecer no cobraba lo suficiente por figurar en el consejo de una entidad que recibió después más de 20.000 millones de euros de ayudas públicas. Tan poco recibía por su extenuante trabajo que consideraba una recompensa razonable a su esfuerzo tener una tarjeta opaca para sus gastos personales. 

Fue justo después de saberse que el amigo de los reyes tenía su tarjeta B de Bankia, de bochorno, cuando Letizia primero y el rey Felipe después enviaron sendos mensajes de apoyo al empresario. Los mensajes aparecen en el sumario de la denuncia (archivada) presentada por una mujer contra López Madrid por acoso. El medio online ha accedido a esos mensajes y, naturalmente, los ha publicado. Porque es su trabajo. Porque para están los periodistas. Y porque sí es, por supuesto que sí, algo noticioso. Trasciende de los mensajes privados, algo que no interesa, que es puro morbo. Es el apoyo explícito del Jefe del Estado y su consorte a un señor implicado en el que quizá es el mayor símbolo de una época de despilfarro, desidia y desvergüenza. Sí es relevante, y desalentador, que los reyes apoyen a López Madrid diciéndole que saben quién es él, desacreditando a un medio de comunicación (LOC, de El Mundo) y compadeciéndose junto a él de lo complicado que es este país. 

Cuando López Madrid dice en esa conversación que España es un país complicado, con el asentimiento virtual del rey, lo que está diciendo en realidad es que es un incordio que las actitudes indecorosas se castiguen. Qué complicado es este país en el que, a veces, la Justicia funciona. Qué complicado es este país en el que sus ciudadanos, que sufren desigualdades y precariedad laboral creciente, se indignan, ya ves tú, porque tipos como él tuvieran una tarjeta de la que disponer como, cuando y para lo que quisieran a cargo de una entidad que después fue rescatada por todos los contribuyentes. Qué complicado que, en ocasiones, los desmanes de quien se cree intocable salgan a la luz. Qué complicado país donde, sólo de vez en cuando, no quedan impunes comportamientos indecentes. 

El apoyo a López Madrid es el primer gran patinazo de los reyes. El único, en realidad, desde que Felipe accedió al trono tras la abdicación de su padre. Su hermana está imputada por el caso Noós y la casa real ha escenificado una ruptura total con ella y su marido. Este mensaje, sí, forma parte de una conversación privada. Pero es relevante. Como lo fue el SMS enviado por Rajoy a Luis Bárcenas, su tesorero en el PP, cuando le animó a ser fuerte tras conocerse ese asuntillo de su fortuna en el extranjero, de los trapicheos de dos décadas. Que este señor sea amigo íntimo de los reyes o no (dicen que ya no) es del todo irrelevante. También lo es que la reina Letizia emplee unos términos ("compi yogui", "miss you", "merde") curiosos en sus conversaciones con él. No importa. Distrae de lo esencial, que es el respaldo abierto a un tipo con su tarjetita black. 

El gobierno ha ordenado investigar quién está detrás de la filtración de los mensajes. Y es razonable. Su papel, en parte, es también ese. Garantizar el secreto de sumario de asuntos judiciales bajo investigación y preservar la intimidad de los ciudadanos cuyas conversaciones puedan verse expuestas en la instrucción de un presunto delito que nada tiene que ver con ellas. O incluso cuando afecta a la privacidad de encausados. Su papel es mantener el secreto del sumario. El de los periodistas, publicar información relevante. Y esta lo es. Se ha desacreditado la noticia afirmando que no es tolerable publicar conversaciones privadas de nadie. Si en ellas se observa al jefe del Estado apoyando a un presunto corrupto, claro que se deben publicar. Ha hecho sencillamente su trabajo eldiario.es

No negaremos, y aquí tenemos que solidarizarnos un poco con los reyes, que casi nadie sobreviviría a (entiéndase la hipérbole) a la publicación de sus mensajes de Whatsapp o a sus charlas privadas de barra de bar. Decimos de todo, y no todo publicable. O casi nada. Es o suyo. Por ahí, uno puede entender la rabia de los reyes tras la publicación de las conversaciones. Y puede también comprender que esa prueba no la superaría nadie. Pero en los chats de cualquier ciudadano de a pie encontrarán insultos, exabruptos, desahogos, cabreos, burradas, pero no fácilmente mensajes de apoyo a personas implicadas en uno de los escándalos top, y eso es mucho decir en este periodo de corrupción e indecencia continua. Lo cierto es que los reyes siguieron apoyando a quien no parece la más honesta compañía. Primer error serio de su reinado. 

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