Europa persevera en su falta de humanidad

Los líderes de la Unión Europea le han dado una vuelta a su decisión de la semana pasada y, básicamente, han pensado que lo de gestionar la crisis de los refugiados como si fueran residuos que eliminar o mercancía defectuosa que alejar de su vista es un acierto. Así que ayer, guardando un poco más las formas, descartando expulsiones masivas, repitieron el acuerdo que supone un suicidio moral de un proyecto que, de tanto centrarse sólo en la economía y los mercados, ha terminado mercadeando con vidas de seres humanos indefensos que huyen de la guerra. La imagen que ilustra esta noticia, con  el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dice bastante de la falta de sensibilidad de estos mandatarios. Y de todos los que les rodean y no salen en la foto. Una vez más, nadie se indignó. Nadie se levantó de la mesa. Nadie pidió humanidad. Nadie defendió las esencias de una decadente y gris Europa cuyo desprecio a los refugiados pasará a la historia de la ignominia. Sonrisas. Apretones de manos. Cinismo. 

En esencia, nada cambia del vergonzoso plan acordado la semana pasada. Se expulsará a todos los "migrantes ilegales" (eufemismo que incluye a los refugiados, es decir, a aquellas personas que demandan asilo bajo un Derecho internacional que la UE incumplirá) a Turquía. Y se busca, qué bondadosos, qué sensibles, qué astutos, cortar el negocio de las mafias que trafican con seres humanos. Conmovedor. Más bien da la impresión de que pretenden alejar el problema. Cerrar ojos y oídos ante el drama de los refugiados. Pagar para no tener que ver en su territorio a diario dramas horrorosos. No vayan a verse obligados a atenderlos como seres humanos. Que sean otros los que retengan en campos inmundos a personas que escapan de la guerra. Bajo el manto protector de la UE. Con billetes y promesas de integración en el marchito proyecto comunitario de un país que pisotea con frecuencia los Derechos Humanos. ¿Y acaso es necesario cumplir las leyes para formar parte de la UE, si todos los líderes acordaron ayer  olvidarse del Derecho internacional? 

Repugna la falta de sensibilidad de los dirigentes europeos ante el drama de la inmigración, la oleada de refugiados que llegan a Europa reclamando asilo y se encuentran con barrizales, comida escasa y paupérrimas condiciones en campos atestados. Los detalles del acuerdo son a cual más nauseabundo. Se compromete la UE a acoger a un sirio por cada sirio que expulsará sin ofrecerle el asilo al que tiene derecho. Como si fuera un negocio. Te mando un sirio para allá y yo ya cogeré a otro a cambio. Como si no habláramos de familias rotas. De dramas. De seres humanos con historias personales. Como si se intercambiaran mercancías. Como si todo lo resistiera el papel. Acostumbrados a la burocracia insensible, a prescindir de sus decisiones de las preocupaciones de los ciudadanos, los mandatarios europeos firmaron ayer la renuncia a los principios éticos que podían dar algún sentido a la UE, triste proyecto malogrado por su insensibilidad. 

La palabra de los líderes europeos, además, no es de fiar. Allá quien se crea las promesas de estos trileros. Pero ya han incumplido con descaro su anterior compromiso de acogida de refugiados. Ahora dicen que acogerán un máximo de 72.000. Limitar la solidaridad. Cuantificarla. De la espantosa guerra siria ante la que Occidente no hace nada para parar sólo pueden escapar hacia Europa 72.000 personas. Ni una más. Las otras, devueltas por correo urgente a Turquía. Sólo en lo que va de año han llegado más del doble de personas. 

En este trato no es Turquía, en absoluto, quien queda en peor lugar. Conviene recordar que aquel país, con sus muchos defectos (innumerables) acoge ya a 2,5 millones de refugiados. Muchos más de los que ha acogido Europa, a pesar de ser mucho más pequeño. Ninguna lección puede dar la Vieja Europa a Turquía en materia de acogida a seres humanos que huyen de la guerra. Lo más vergonzoso del acuerdo no es que la UE allane el terreno para la entrada de Turquía en este gris e insolidario proyecto a cambio de mandarles para allá a todos los solicitantes de asilo que llegan a Europa. Lo obsceno es el trato a estas personas. El flagrante incumplimiento de la ley. La desfachatez con la que esta gente, estos gobernantes insensibles y mediocres, acuerdan mandar lejos a familias enteras que reclaman la solidaridad de Europa

Si Turquía puede acoger a 2,5 millones de refugiados, por supuesto, Europa también podría. Pero no quiere. Es la insultante demostración de indiferencia. El tufillo racista. La inhumanidad del trato. Es la cesión a los gobiernos xenófobos del norte y el este de Europa. Es sucumbir ante los partidos de extrema derecha. Es alinearse al lado de los ultras borrachos y descerebrados que humillan a mendigos en la calle y no del lado de las dos únicas personas que asistieron a esas burlas y no callaron, echándoles en cara su repugnante actitud. Es renegar de las ONG que atienden a los refugiados que acuden a Europa. Es no querer ver el llanto de los niños en el campo de Idomeni. Es negarse a oír el desgarro de dolor. Es cerrar las fronteras de Europa a cal y canto. Es suicidarse. Es dejar para la historia un acuerdo cobarde, vil, mercantilista e impresentable. Asquean estos dirigentes políticos, los mismos que luego vendrán a contarnos que vivimos por encima de nuestras posibilidades y demás patrañas. Esos gobernantes que se han desentendido de un drama humanitario atroz sólo merecen el más sincero desprecio. 

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