Cádiz, explosión de ingenio

Muchas de las mejores cosas en la vida empiezan a relatarse con un "como cada año". Vivencias que se convierten en tradiciones. Experiencias, aunque sea en la distancia, que se esperan de año en año. Costumbres irrenunciables que se aguardan con ilusión y se recuerdan con alegría. Rituales sin los que faltaría algo, mucho. Anoche, como cada año, se celebró en el Gran Teatro Falla la final de agrupaciones del Carnaval de Cádiz. El templo del ingenio gaditano se visitó de fiesta, como cada febrero, para acoger la noche más larga del año en la ciudad de La Pepa, las casas blancas, el aire del mar y los ecos de tiempos pasados que resuenan por sus calles. Pasadas las ocho de la mañana se ha conocido el nombre de los ganadores en las distintas categorías, con los papelitos acompañando la decisión del jurado, al que no pocas agrupaciones se refieren con ironía en sus actuaciones. 

Hay grandes expertos del Carnaval de Cádiz, cuya historia da para mucho. La trayectoria de las agrupaciones. Los cuplés, los pasodobles y el resto de composiciones que debe tener cada actuación. Los tiempos y las características musicales de cada categoría. La intrahistoria de quienes encabezan las agrupaciones. Sus giras posteriores por toda Andalucía y buena parte de España. Es algo que a muchos que admiramos esta fiesta de ingenio y genialidad ciudadana. Nos falta algo para apreciar en toda su esencia lo que escoden esta gran celebración, pero aun así quedamos fascinados cada año por la inteligencia y la vitalidad que irradia el Falla. Por esa capacidad de cantar a Cádiz, esas hermosas poesía de amor a su ciudad, acompañadas del espíritu crítico y mordaz de las letras

Casi lo de menos (o sin casi) es quien gane. Uno piensa cada año que todos merecen reconocimiento y, sobre todo, admiración. Personas con sus profesiones aparte, no profesionales, que cada febrero deslumbran desde un escenario, se preparan durante meses la fiesta grande de una ciudad vitalista y especial que todo, las penas incluidas, lo afronta mejor guiada por los acordes de una guitarra y por la brisa del mar. Es casi lo de menos pero, en el fondo, esto es un concurso, así que también hay que destacar a los ganadores. Pocas sorpresas. La agrupación del Selu ganó en la categoría de chirigotas, tal vez la más reconocida. Si me pongo pesado me lo dices se impuso a Los polvos egipcios y Los Serenísimos

En comparsas, la gran novedad de este año ha sido el regreso de Antonio Martínez Ares tras más de diez años de ausencia. Al frente de Los cobardes, firmando sus cuidadas letras y su deslumbrante puesta en escena, su vuelta fue gloriosa. En la final maravilló un pasodoble dedicado a Cataluña, llamando a la unidad y resaltando que, en el fondo, no somos tan diferentes. Otro que canta al Cádiz de su infancia. Y siempre el amor presente, como motor de las letras. 

Precisamente una de sus letras resume bien lo que significa el Carnaval de Cádiz. Como cada año, hubo mucho de autorreferencial en los temas. Mucho orgullo por su ciudad y por su festival de ingenio. Cantó su agrupación que "febrero es un gran camaleón, que a los cobardes nos vuelve valientes, al rey lo convierte en bufón y la justicia la canta la gente". Y, en efecto, la gente tomando la palabra y cantando las verdades, la justicia, sacando los colores a los poderosos, tocando la fibra sensible con sus canciones sentimentales, pero también despertando canciones con sus letras más políticas y comprometidas. 

A.L.C.A.R.A.J.O ganó en la categoría de cuartetos, por delante de Este año salimos de milagro, que tuvo una piedra en escena sugerente, con Cristo incluido, y con un cuplé hermoso sobre la religión y los dioses, y cómo no se deben emplear las creencias para enfrentar a las gentes. El tercer puesto lo ocupó Cuento de tronos. 

La vuelta a Cádiz en 80 mundos se impuso en los coros, por delante de Sigo siendo el rey. La actualidad, la mirada ácida a la política (no faltaron bromas sobre el nuevo alcalde y sobre su antecesora Teófila Martínez), el deporte (la eliminación del Madrid en la Copa por alineación indebida), la situación internacional (el drama de los refugiados), cantados con arte e inteligencia. A veces parece que las noticias ocurren para pasar por el prisma del Carnaval de Cádiz. Un año más, y que nunca acabe, febrero nos pinta una sonrisa y nos disfraza, caricaturizando el mundo, reflexionando, riendo y todo, siempre, con buen ánimo. Siempre la tacita. Siempre Cádiz. 

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