Zarzuela en el Auditorio Nacional

Como decíamos ayer, el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena incluyó el vals España, en cuya interpretación, como guiño a nuestro país, a los violines, violas y violonchelos les acompañaron las castañuelas. Este objeto fue una de las notas de color del espléndido concierto vienés. Ayer disfruté en el Auditorio Nacional de Música de Madrid de la XVI Gala de Zarzuela de Nuevo Año, que organizan Radio Sol y la Fundación Sinfolírica. Y, entre la antología del canto lírico, destacó la interpretación de Lucero Tena al final de la primera y la segunda parte. Con sus castañuelas y su expresividad como únicas armas, acompañada de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), la artista deslumbró a un Auditorio abarrotado y entregado a su arte. 

No había oído hablar de ella. En realidad, debo confesar que no soy precisamente experto, más bien todo lo contrario, de la zarzuela. Creo que fue de niño, hace muchos años, a un concierto con mis padres. Y no había vuelto hasta esta gala anual, a la que inicialmente iba a acompañar a mi tía, aunque hubo un cambio de planes a última hora. Ya reconocí ayer que tampoco soy en absoluto entendido de la música clásica, que sólo puedo hablar de las emociones que me despierta. No teman, no es que este año vaya a dedicarme a hablar de asuntos de los que no entiendo, básicamente, porque eso ya lo hacía los años anteriores. Bromas aparte, el público se sabía las letras de los fragmentos de distintas zarzuelas y conocía a los sopranos, tenores y barítonos que participaron en el recital, así que en este artículo me permitirán ir de puntillas, pues no podría hacer una crítica razonada ni experta del concierto de ayer. 

Decía que no había oído hablar antes de Lucero Tena, cuya energía y brillantez con las castañuelas fue uno de los mejores momentos del recital. Buceando por Internet leo que Tena era bailaora flamenca y que, cuando se retiró, decidió centrarse en otra disciplina artística que había cultivado menos, la de concertista de castañueñas. Sus actuaciones con el Intermedio de El Baile de Luis Alonso y de Las Bodas de Luis Alonso fueron asombrosas, de las más aplaudidas de la noche. Deslumbró también su vitalidad y energía. Como dijeron de ella en la parte final del concierto, parafraseando una canción de María Dolores Pradera, "él tenía 20 años y ella no tenía edad". 

En aquella interpretación del vals España en el concierto vienés con el que comienza el año otro objeto simbólico de España fue el abanico. Y con un abanico rojo en la mano se lució la cantaora Joana Jiménez con El Campanario, de Farruca, y Piñonero, también de la zarzuela Farruca. Fue espectacular cómo se adueño del escenario acompañada por la orquesta, dirigida por Borja Quintas y con Hugo Carrio como director invitado, y por los dos coros que, situados detrás de los músicos, completaron el formidable despliegue del concierto: la Coral Dicantus de Murcia y el Coro de la Universidad Carlos III de Madrid. Aún faltaría un tercer objeto, más que objeto una flor, el nardo, para reseñar el otro gran momento de la noche, para mí al menos, Los Nardos, de Las Leandras, donde el público participó con sus aplausos de uno de los temas de zarzuela más conocidos. Durante su interpretación repartieron nardos en el patio de butacas. En este tema, igual que en las Coplas Babilónicas, de La Corte del Faraón, actuó Juanma Cifuentes, tenor cómico que añadió diversión a la gala. 

Una vez terminado el concierto, hubo varias propinas. La última, el Canto a Murcia, en homenaje a la orquesta y a varios de los artistas que participaron en el recital, que tiene fines solidarios, pues con el dinero recaudado en la taquilla solidaria se ayudará a la construcción de un centro de atención a niños y adolescentes con problemas de inserción social a través de terapias con caballos en la sierra de Madrid, un proyecto de la Fundación Fernando Noailles Olivé. Fue un concierto maravilloso en el que pude disfrutar de este género musical genuinamente español que ocupa ahora un lugar minoritario en el escenario artístico, pero que no por ello tiene menos valor ni es menos valiosa, todo lo contrario, la labor que hacen organizaciones como Radio Sol o la Fundación SinfoLírica por preservar y difundir. 

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