"La novia" enamora a los Feroz

La arrebatadora belleza y la pasión desbordante de La novia, que recrea con maestría la lorquiana Bodas de sangre, triunfó ayer en la noche de los Feroz, los premios que entregan los críticos cinematográficos en España. Seis galardones para algo más que una película. Una joya. Una obra maestra. Como dijo el productor del filme a recoger el premio de mejor drama, su directora, Paula Ortiz, reivindica la belleza en el cine, "y la belleza es necesaria en el cine y en todas partes". La autora de la cinta, que ganó el premio a mejor dirección, se mostró emocionada, dijo estar impulsada por las alas y la energía de Federico García Lorca y concluyó su mensaje de agradecimiento destacando que "merece la pena trabajar bajo los estrictos márgenes de la dignidad y la belleza". Hermosas palabras provenientes de la creadora de una de las más hermosas y delicadas cintas que se recuerdan en el cine español (y no español) en los últimos años. 

Inma Cuesta, colosal en el papel protagonista de la cinta, papel que no un respiro a la actriz, que le exige lo máximo en cada plano, se llevó, como se esperaba, el reconocimiento como mejor actriz. En la categoría de actriz de reparto la vencedora fue Luisa Gavasa, quien da vida a la madre doliente y traumatizada por el pasado de su familia en La novia. Completaron la lista de reconocimientos para la película que pone en pantalla la esencia de Lorca Shigeru Umebayashi (mejor música) y Roberto Bra (mejor tráiler). Una cinta que, como reconoció su productor, ha sido impulsada por la crítica, pues recibió sus nueve nominaciones a los Feroz la misma semana en la que se estrenó. Una obra maestra. 

La notable Truman, cinta sobre la vida y la muerte, sobre la amistad y lo de que de verdad importa, sobre afectos y sentimientos, también fue reconocida, y es de justicia que así sea, en la categoría de mejor actor (Javier Cámara recogió el premio de Ricardo Darín, su compañero de reparto, con un discurso divertido en el que el público le terminó cantando el cumpleaños feliz) y de mejor guión para Cesc Gay y Tomás Aragay. También se llevó premio Negociador, la comedia negra sobre las negociaciones del gobierno con ETA dirigida por Borja Cobeaba, que ganó en la categoría de mejor comedia. 

Mario Casas prolongó su idilio con la crítica. Ya ganó un Feroz por su papel en Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia, y ayer fue reconocido como el mejor actor de reparto por su papel de excéntrico artista en Mi gran noche. Requisitos para ser una persona normal, el debut como directora de la actriz Leticia Dolera, ganó en la categoría de mejor cartel (nada que objetar, aunque es una lástima que no se reconociera la belleza del cartel de Los exiliados románticos) y B, la película, que lleva al cine la declaración del extesorero del PP, Luis Bárcenas, ante el juez, ganó el premio especial del jurado, que cada año reconoce a un filme que habría merecido mayor éxito comercial. 

Los Feroz volvieron a ser, como desde su primera edición (inigualable la frescura y mala leche de Alexandra Jiménez en aquella gala) un ejemplo de ceremonia de entrega de premios ágil, divertida y de una duración razonable. Ayuda, en contraste con los Goya, que haya muchas menos categorías. Pero sigo pensando que se debe tomar nota de esta gala, que comenzó a las 21:30 y había concluido pasadas las 23. La presentadora, Silvia Abril, estuvo más que correcta, aportando el toque cómico y desenfadado que requieren los Feroz, su sello de identidad desde su nacimiento, con bromas para todos ( "La academia de cine es más española que nunca. ¿Qué hay más español que tener un expresidente imputado?", dijo en un momento). 

Fue divertido el vídeo en el que los guionistas de las películas nominadas escuchaban impertérritos las críticas de ciudadanos de la calle a sus cintas, así como la intervención de Berto Romero, Carlos Areces y Antonio de la Torre, en la que los dos primeros loaron al último hasta que descubrieron que, este año no por primera vez en mucho tiempo, él no estaba entre ninguna de las películas nominadas. Fue el mejor momento de la noche. Carlos Areces soltó, sobre la crítica que entrega los premios, "yo estoy súper a tope con los críticos. ¿A quién no le va a gustar que opinen de su trabajo sin pedirlo?". También fue divertido y reivindicativo el momento en el que Rosa María Sardá recogió el premio de honor por su carrera a manos de su hermano Xavier Sardá. Dijo que es un premio que hace feliz a todo el mundo, especialmente a quien no lo recibe, porque piensa que aún no le ha llegado la hora. Explicó que este premio hace ilusión y recordó el drama de los refugiados para remarcar que "seguimos pensando que nuestro cine puede ayudar a un mundo mejor". También les dijo a los críticos que no les había leído mucho, pero que a partir de ahora sí lo haría por su buen juicio a la hora de dar premios. 

Precisamente el discurso del presidente de la Asociación de Informadores Cinematográficos, Pedro Vallín, de La Vanguardia, fue el más político, o el único casi político de la noche. Recordó el linchamiento a Fernando Trueba cuando dijo aquello de que no se sentía español y Vallín reinvindicó que "somos lo que amamos", tanto las grandes cintas del cine español como las de fuera. Acabó su breve discurso por un brindis por el cine español en una noche que coronó a La novia y sirvió para constatar que 2015 ha sido un año variado y plural en nuestras pantallas. Esperan los Goya. 

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