Periodismo

Los periodistas tenemos una enorme tendencia a hablar de lo nuestro. De la crisis de los medios. De la precariedad laboral de los profesionales. Siempre me pregunto ante estos debates hasta qué punto les importan a los lectores de prensa, oyentes de radio o internautas. No sé hasta dónde conocen de becarios infinitos, de falsos autónomos, de las penurias de tantos profesionales encargados de darles las noticias o de las imperfecciones del sistema de medios por presiones de todo tipo. Tampoco sé cuánto les importa esto. El caso es que los periodistas solemos hablar de ello, sobre todo cuando nos juntamos con otros periodistas. Supongo que exactamente igual que en el resto de sectores. Y es bueno decirlo. Hacerlo público. Compartirlo. Aunque sea un poco. Aunque parezca que ya estamos con reivindicaciones corporativas, mirándonos al ombligo, quienes no debemos ser protagonistas de las noticias, sino transmisores de ellas. 

Estos días han surgido varias noticias sobre el estado del periodismo, sobre la crisis que, con muchas caras, desde muchos frentes, nos afecta. El martes se entregaron en Barcelona los Premios Ondas, organizados por Radio Barcelona, de la Cadena Ser. Y en el escenario se escucharon voces reivindicativas. Un buen lugar para hacerlas, para meter el dedo en la yaga. Javier del Pino, que recibió junto a parte de su equipo el premio a mejor programa de radio hablada por A vivir, dio la palabra al periodista más veterano y al más joven de su equipo. Del primero dijo que hacía un periodismo del de antes, de libreta y boli, de preguntar para ir tirando del hilo y sacar una noticia. De él aprendió, dice, que para ser buen profesional de esto no hace falta ser mala persona, todo lo contrario. 

Del miembro más joven de su equipo afirmó que hace "periodismo del de 180 euros a la semana". Por lo que sé, tal vez se equivocó Del Pino en la periodicidad de esta precaria retribución, pero es de agradecer que un profesional de la Ser, recogiendo un premio entregado por su propia cadena, critique lo que su medio, como tantos otros, como la mayoría, hacen a diario: "despedir a gente que vale mucho por personas que cuestan poco". Este joven periodista de A vivir aprovechó que le dieron la palabra para pedir a los directores de los medios dar oportunidades (y dar oportunidades, añado, no es alargar hasta la extenuación becas que dan para el bono transporte y poco más) a los más jóvenes. Y relató también las tres normas del programa A vivir que le explicó Del Pino nada más llegar: la música se deja sonar (mejor si es en inglés), no se habla de fútbol y no se habla de política con política. "Nos iría mejor si en este país se hablara más de cultura, menos de fútbol y no se hablara tanto de política con políticos", zanjó. Y suscribo cada palabra de su intervención. 

Después recogió un merecido galardón Carlos Alsina, director de Más de Uno, en Onda Cero, quien además de reivindicar la pluralidad de su medio, que precisamente hoy cumple 25 años (¡felicidades!), dejó una perla cuando hablaba sobre su dilatada trayectoria profesional. "Yo creo que en la carrera de todos los que nos dedicamos a esto, a la radio y al periodismo, hay siempre un día en el que uno tiene que elegir entre convertirse en aquello que algunos interesadamente quieren que seas o permanecer fiel a ti mismo y seguir siendo aquello que tú crees que debes ser. Y me reconforta mucho saber que a veces elegir la segunda de las opciones tiene premio". Comenzar la mañana con el sosiego, e interés por contextualizar las noticias, las razones en lugar del griterío, el pluralismo y el sentido del humor de Alsina y su equipo es una delicia. 

Los Ondas entregaron premios de radio, televisión, publicidad y música, pero volvió a ser, sobre todo, una fiesta en torno a la radio, un medio único, mágico, distinto a todos los demás. Y sobre sus infinitas posibilidades, sobre su faceta imprevisible y atrevida habló Ángel Carmona, de Radio 3, también premiado. "La radio simplemente es un trabajo en el que hay que entretenerse para entretener. La radio vive sola. La puedes tirar desde un sexto piso. Le puedes tirar un piano encima y la radio vuelve a su forma natural. Por eso os invito a disfrutar, a entreteneros, a jugárosla con la radio". 

Entre las premiadas en los Ondas estuvo Ana Blanco, quien lleva ya 25 años en Televisión Española. Es el rostro de los informativos de una cadena pública que sigue bajo la lupa por su ausencia de independencia. Y aquí vuelvo a preguntarme si la sociedad, quienes mantienen con sus impuestos RTVE, son del todo conscientes de la importancia de contar con medios públicos plurales e independientes que no respondan a los intereses de los gobiernos de turno, como sucede en TVE y en la inmensa mayoría de los canales autonómicos. Sin estrechez de miras, reconociendo que tanto manipula el Canal Sur controlado por el PSOE como lo hace la TVE controlada por el PP, sin tentaciones partidistas, es necesario reivindicar la necesidad de unos medios públicos que responsan sólo al interés de los ciudadanos. A contar lo que ocurre, no lo que los gobiernos de turno quieren contar. 

Esta semana se celebró en Madrid un acto organizado por el Consejo de Informativos de RTVE en el que se criticó la manipulación en la cadena pública y se pidió a los ciudadanos que salieran en defensa de RTVE. Y, ya digo, es una reivindicación necesaria, escapando de intereses partidistas, porque uno no quiere cambiar una cadena pública inclinada hacia la derecha por otra que cojee de la izquierda, sino sencillamente unos medios públicos independientes y plurales, que para eso los pagamos, que para eso los necesitamos. Los medios privados tienen sus servidumbres, sus intereses empresariales. Las cadenas públicas no deberían atender a más propósito que ofrecer información veraz a los espectadores, apostar por los contenidos que no tendrían cabida en unas cadenas privadas que buscan por encima de todo la audiencia. Que las cadenas públicas sean un desastre en España, que la gestión que se suele hacer de ellas sea obscena sólo quiere decir eso, que los políticos las han controlado a su antojo hasta ahora, pero no que estas no sean necesarias. Lo que es imperioso es que los ciudadanos tomemos conciencia de lo importante que es contar con medios públicos independientes del poder de turno. Ojalá todos tomemos esta lucha como propia, porque en ello nos va mucho. 
Un claro ejemplo de profesionales valientes que se han levantado contra una toma de postura de sus jefes que no comparten son los periodistas de La Nación. La imagen de la redacción con los profesionales en el suelo con carteles de "Yo repudio el editorial" es conmovedora, muy potente. Este periódico argentino publicó un polémico editorial (No más venganza) tras el triunfo de Macri en las elecciones presidenciales en aquel país en el que pedía que se terminaran las investigaciones judiciales contra quienes perpetraron o ayudaron a perpetrar las atrocidades de la dictadura militar argentina. Un texto nauseabundo que pedía la amnistía, el mirar para otro lado, y contra el que se rebeló la redacción del medio argentino en bloque. La redacción de un periódico es un lugar vivo, un cruce constante de inquietudes, un ágora, un centro de debate. Y anima ver a los periodistas de un medio alzando la voz con valentía ante una posición de sus responsables que ellos no comparten. 

Leer en la web de este medio la disconformidad de sus redactores al editorial, que expresa la opinión del medio, y el seguimiento a esta noticia es un ejemplo de pluralismo y de compromiso con el periodismo. Este oficio, que sigue siendo el más bello del mundo, se defiende ejerciéndolo, pero también con posiciones valientes como la de los profesionales de La Nación

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