Seis conclusiones de las elecciones catalanes

1. Una sociedad movilizada y dividida en dos mitades.
La participación en las elecciones catalanes de ayer, que ganó Junts Pel Sí con 62 escaños, por delante de Ciudadanos (25), PSC (16), Catalunya Sí que es Pot (11), PP (11) y CUP (10), fue la mayor de la historia. Nunca antes, ni en autonómicas ni en generales, tantos catalanes habían acudido a las urnas (un 77% del censo). Eso es una buena noticia siempre. Cuanta más gente vote, más representativo es el resultado. Siempre. Tan cierto como eso, como que la sociedad catalana se ha movilizado en unas elecciones trascendentales, es que el Parlamento que dejan las elecciones muestra una sociedad dividida prácticamente por la mitad. 

Hacen mal los independentistas en contentarse con la mayoría de escaños, obviando que sólo han obtenido el 48% de los votos, por debajo de las opciones no independentistas. Y hacen mal los no independentistas en contentarse con que los partidos soberanistas no lograran mayoría de votos. Como si la gravedad de la situación lo fuera menos porque en lugar de un 50% de los apoyos, los partidarios de la secesión han sacado cerca de un 48%. 

2. Mas, amortizado. 
La huida hacia adelante de Artus Mas puede estar muy cerca de su final. La suma de CiU y ERC ha caído en estas elecciones respecto a los comicios de 2012. No ha hecho más que perder votos desde que se vio a sí mismo como un líder mesiánico que llevaría a Cataluña a la libertad. Ahora, Junts Pel Sí necesita el apoyo de CUP, que ha dejado claro por activa y por pasiva que no votará a Mas como presidente, por lo que si la lista unitaria quiere gobernar necesitará convencer a la CUP de que apoye a Mas y se contradiga o forzar un cambio de líder y, ojo, tal vez de estrategia hacia la independencia, para llegar al poder. Tanto ofrecerse como mártir frente al opresor Estado español y ahora Mas tiene todas las papeletas de ser arrinconado por los suyos. 

3. Ciudadanos y CUP, grandes triunfadores
Naturalmente, Junts Pel Sí fue ayer el claro ganador de las elecciones. Sacó 62 escaños frente a los 25 de la segunda opción. Pero los dos grandes triunfadores de las elecciones, los dos únicos partidos que han ganado apoyos respecto a los comicios de 2012 son Ciudadanos y la CUP. El partido de Albert Rivera, cuya cabeza de lista en estas elecciones era Inés Arrimadas, han capitalizado el voto de quienes se quieren quedar en España pero no se sienten representados por el bipartidismo del PP y el PSOE. La CUP ha multiplicado por tres su presencia en el Parlament con un nítido discurso antisistema. Su líder declaró ayer que Cataluña debe incumplir la ley española y declarar la independencia unilateral de Cataluña. Con ese discurso tan contundente, que va mucho más lejos que el de Junts Pel Sí, la CUP será clave para formar gobierno. 

4. PP y Podemos, derrotados
Gobernar en España y ser una fuerza prácticamente testimonial en Cataluña (11 escaños, quinta fuerza en número de votos) es algo que debería inquietar mucho al PP. Su discurso inmovilista no ha calado en Cataluña. Tampoco esa idea de pretender convencer a los independentistas de las bondades de quedarse en España agitando el discurso del miedo. El partido hablaba durante la campaña del efecto García Albiol, pero el exalcalde de Badalona ha sido incapaz de movilizar el voto. Rajoy es uno de los perdedores de estas elecciones y errará si centra su lectura de las elecciones, donde su partido se ha desplomado, en la caída de votos de Junts Pel Sí, como ayer dijo Pablo Casado. 

Podemos también es otro de los mayores derrotados. Concurría a las elecciones con ICV en Catalunya Sí que es pot. Ayer Pablo Iglesias, con cierto tono lastimero y victimista, pero al menos dando la cara y reconociendo el decepcionante resultado (inferior al logrado por ICV en solitario hace tres años), dijo ayer que a su partido le ha podido penalizar centrar la campaña en derechos sociales en lugar de en el monotema indepenentista. Y probablemente tiene razón. La indefinición (sí a la consulta, no a la independencia) y el empeño, loable y saludable, de hablar más de educación, vivienda y sanidad que de sentimientos nacionales es algo que, en esta campaña tan polarizada, ha pesado en contra de Podemos, que con este mal resultado recibe un jarro de agua fría en sus aspiraciones de cara a las generales. 

5. El PSC salva los muebles
El PSC no puede lanzar cohetes al aire, pero podría haber sido peor. Pierde votos, pero salva los muebles. Su idea de intentar buscar un acomodo a las aspiraciones de más autogobierno en Cataluña con una reforma constitucional ha permitido frenar la hemorragia que preveían las encuestas, aunque pasa de 20 a 16 escaños. Un  partido que llegó a gobernar en Cataluña no se puede sentir satisfecho con el resultado cosechado ayer, por más que cunda la impresión de que se ha salvado de un batacazo mayor y les quede la satisfacción de haber superado a Podemos. 

6. ¿Y ahora qué? 
Nadie puede actuar como si no hubiera pasado nada. Ayer Junqueras y Mas mintieron al decir que las opciones independentistas ganaron en escaños (sí) y en votos (no). Parecía como si la realidad les importara poco. Como si llevaran escrito el triunfalista discurso. Pero la realidad es distinta. Más personas han votado a partidos que no defienden la independencia. Y deberían saberlo ver y preguntarse con honestidad si están de verdad dispuestos a emprender un proyecto tan trascendental y arriesgado como el de la independencia sin tener una amplia mayoría ciudadana a favor. Y, del lado de los no independentistas, sería erróneo estimar que, como no han ganado en votos, no hay nada que hacer. Se debe hablar. No es en absoluto tranquilizador que un 48% de los catalanes que acudieron ayer a las urnas se quieran ir de España, como trasluce su voto. Hay que tender puentes y buscar acuerdos. Hablar, hablar y hablar. No se ha esfumado ningún problema ni ningún reto. Que nadie se haga trampas al solitario, ni en Barcelona ni en Madrid. 

Comentarios