Laura y Julio

Mi profesor de Lengua y Literatura en Bachillerato era un enamorado del estilo irónico, inteligente y creativo de Juan José Millás. Recuerdo que leímos en clase varios de sus artículos en El País, de los que desde entonces soy asiduo seguidor. Pero no había leído todavía ninguna novela del escritor, así que en parte le debo al citado profesor haber descubierto, con algo de retraso, la breve pero hermosa, sencilla para cautivadora Laura y Julio, novela de Millás que compré en Sant Jordi y que bien puede incluirse en la lista de lecturas de verano recomendables para estos días en los que las vacaciones nos dan la oportunidad de entregarnos a la lectura pausada y relajada. 

Pese a la aparente sencillez del título y de la trama de la novela, o precisamente por ella, por lo que el autor logra hacer con su sencillez, es una obra fascinante. Laura y Julio, los protagonistas que dan nombre al libro, son novios. Viven juntos y su relación se mantiene en parte por su vecino Manuel. Un escritor que no escribe, un bon vivant que jamás ha tenido que trabajar para ganarse la vida, pues ahí está su padre para sufragar sus caprichos. Esa curiosa relación con su vecino, al que Laura parece admirar y Julio, en el fondo, envidiar, se trunca, y con él la propia relación de pareja entre los dos protagonistas, cuando Manuel sufre un accidente de tráfico y es ingresado grave en el hospital. "Podría escribir una novela sobre vosotros, pero prefiero viviros que escribros", le dice Manuel a sus vecinos. 

El vecino misterioso, peculiar, bohemio, era el arco de bóveda de la pareja, en cierta forma, dice el autor en algún momento de la novela, como el hijo que Laura y Julio no tuvieron. Con un estilo ágil y de ensueño, con metáforas bellas para cada sentimiento de los personajes, con una belleza como de realismo mágico en cada línea, el autor avanza en la historia de los dos personajes. El accidente del vecino fractura algo en su relación, ya tocada antes. La trama, mínima, da giros que, cierto es, resultan bastante previsibles. Pero poco importa. Es mayor el atractivo que despierta el formidable estilo con el se narra la historia, ese desdoblamiento de Julio cuando se ve viviendo en el piso de su vecino, justo enfrente al suyo, donde ya sólo vive Laura y no él, sólo su fantasma, su yo del pasado. 

La idea de dos pisos contiguos, como dos siameses, deja hermosas imágenes e interesantes reflexiones. El autor presenta las viviendas como seres animados que respiran, ríen y dialogan. Julio empieza a vivir en la casa de su vecino Manuel. Y de pronto, con su ropa, con su comida, con sus costumbres, pasa a ser otro. El lector sigue ese transcurrir de la nueva vida de Julio, con su relación de pareja pendiendo de un hilo. Conoce a otra mujer, con una hija. Entrañable es la relación que desarrolla con la niña, a la que se gana con cuentos bellos, propios de la imaginación desbordante del autor, como aquel del país de las personas sin sombra. 

Avanza la historia, en especial desde el prisma de Julio, del nuevo Julio, con anécdotas y situaciones que cuentan mucho más de lo que parecen decir a simple vista, con diálogos exquisitos que se adentran en la personalidad de los personajes, que nos desvelan sus anhelos, su fatiga vital, sus ansias de cambiar, esa necesidad humana de renovarse, de sentirse confuso, aunque sólo sea para terminar concluyendo que tu vida anterior no estaba tan mal. Los objetos no son objetos en realidad, sino instrumentos de los que el autor se sirve para describir ese cambio en la vida del personaje (tan sencilla como precisa la imagen de la moto abandonada de Julio, por ejemplo)

El desenlace de la trama, como digo, resulta bastante previsible. Pero es un hándicap menor que en absoluto ensombrece los muchos méritos de esta pequeña gran obra sobre el amor, la amistad, la lealtad, los sueños sin cumplir, esa distancia entre lo que queremos y lo que vivimos, ese andar siempre midiendo lo que separa aquello que se sueña de lo que se tiene. La relación con el otro, al que se admira o envidia. La confianza en la pareja. El momento preciso en el que una vida se asemeja a una moneda lanza al aire, de ruptura con el pasado, de experimentos y aventuras, aunque sean en el piso de enfrente. Es una novela exquisita, muy bien escrita y de las que da qué pensar. Una obra entretenida, bella e inteligente. 

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