Inside out

"¿Nunca te has preguntado qué pasa por la cabeza de otra persona"? Como la mayoría de las cosas que valen la pena en la vida, Inside out (Del revés), la última joya de Pixar, empieza con una pregunta. La siguiente hora y media de metraje plasma en la pantalla grande la portentosa e inteligente respuesta a esta cuestión que da la compañía creadora de tantos éxitos de animación en una película excepcional, la última genialidad de una empresa soñadora y creativa a la que tanto le deben los amantes del buen cine. 

Si uno de los muchos logros de Pixar a lo largo de sus ya 20 años de historia ha sido el de desmontar la idea de que la animación es sólo cosa de niños, su última creación va un paso más allá, pues podría definirse como una película hecha por adultos para adultos en la que los padres saborean mucho más la brillante y original trama que los niños. Eso sí, es una película hecha por mayores que no han dejado de fabular  mundos como cuando eran niños. Adultos que no han perdido la imaginación infantil, las ganas de juego, la osadía y el talento desbordantes. Quizá se puede afirmar que Inside Out es una cinta para los niños que llevan dentro los mayores. Si en alguna de las anteriores películas de Pixar se decía que eran historias para menores que también podían disfrutar los mayores que les acompañaban a la sala, en este caso es más bien al revés. Es una cinta que, sobre todo, apreciarán los padres, y con la que los niños también pueden pasarlo bien, aunque tal vez sufran en alguna escena y, desde luego, no podrán apreciar en toda su esencia el inteligente mensaje que lanza la película. 

La cinta, dedicada por sus creadores según se lee en los rótulos finales "a nuestros hijos. No crezcáis nunca", nos cuenta eso que, en efecto, todos nos hemos preguntado alguna vez. Qué pasa por la cabeza de otra persona. En este caso, por la de Riley, una niña feliz y jovial que se guía por cinco emociones: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco, que son sendos personajes de la historia. Ellos están al frente de la nave de su cerebro. Es Alegría quien lleva la voz cantante en la cabeza de la niña de 11 años hasta que debe mudarse con su familia a San Francisco. Todo se tuerce entonces. Problemas para hacer nuevos amigos, añoranza de su antigua ciudad, llegada a una nueva escuela, sensación de soledad y vacío, paso de la infancia a la adolescencia... Un cóctel descontrolado en las que Alegría se verá incapaz de imponerse a las demás emociones. 

En Inside Out se muestra una fascinante recreación del cerebro humano, que ha contado además con los consejos de expertos neurólogos y psicológos. Hay hallazgos visuales fabulosos, toda la película lo es. El tren de la inteligencia, el paso por el rincón del pensamiento abstracto en el que los personajes se desfiguran como ocurre en el arte abstracto, el tren de la inteligencia, los recuerdos que al final de cada día se conservan en la memoria a largo plazo, los que van perdiendo brillo a medida que se olvidan para dejar paso a nuevas vivencias, los sueños como un gran plató de cine, los amigos invisibles de la infancia que, irremediablemente, habrán de desaparecer cuando la niña se haga mayor... Sin ánimo de destripar ninguna escena, hay una particularmente brillante en la que de un modo tan sencillo como potente se refleja, precisamente, el paso de la infancia a la adolescencia. Ya reflexionó con maestría Pixar sobre este periodo vital en Toy Story, con el joven que abandona sus juguetes camino de la universidad. Puede que pocas veces en el cine se haya mostrado con un simbolismo tan hermoso como en esta escena protagonizada por el amigo invisible de Riley el final de la infancia. Ley de vida. 

Esta colosal película, una obra maestra, fue recibida con elogios desaforados en el festival de cine de Cannes, donde críticos que suelen extasiarse con el cine coreano más profundo o con dramas sesudos se rindieron a la brillantez del contrapeso de cinco emociones en el cerebro de una niña de 11 años. Como en Érase una vez el cuerpo humano, serie de dibujos animados que todos recordamos de nuestra infancia, pero con más vitalidad y talento, con más imaginación. Visto el planteamiento de la cinta, cinco emociones debatiéndose por llevar el mando de la cabeza de Riley, uno piensa que se corre el riesgo de caer en la simplificación, pero jamás lo hace esta cinta tan cautivadora visualmente como fascinante por los mensajes que lanza. Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco son personajes con aristas, nada planos. Lejos de caer en una historia buenista y simplona, Inside Out es un portento, una inteligente reflexión sobre  la vida, una representación de la existencia donde vernos reflejados que muestra historias con las que sentirnos identificados

Dos mensajes centrales se pueden extraer de esta película que, como digo, va mucho más allá de una presentación visual apabullante y de una sucesión de chistes, aventuras o personajes simpáticos con los que los niños puedan encariñarse. Uno de esos mensajes es convencional y otro nada frecuente, y mucho menos en una película teóricamente destinada al público infantil. El primero es una reivindicación del papel de la familia como pilar en el que apoyarse cuando todo lo demás se tambalea. El otro mensaje es un elogio de la tristeza. Tal cual. Se reivindica la importancia de la melancolía, la necesidad de romper a llorar, de no esconder las emociones tristes para salir adelante. De igual modo que el miedo, si no nos paraliza, es positivo, porque nos ayuda a evitar situaciones peligrosas, la tristeza también puede ser un motor para salir adelante. Primero, reconocer que uno está triste, que no tiene por qué fingir alegría en una situación que le perturba, que le inquieta. Y después ya, salir adelante. Tan sencillo. Tan brillante. Tan genial. La melancolía, la tristeza, también es un arma importante para enfrentarse mejor a los obstáculos de la vida. Hasta aquí puedo leer para no destrozar la trama a quien no haya visto la película. 

Como suele ser habitual en las cintas de Pixar, antes de emitir la película se puede ver un cortometraje, en este caso sobre un volcán que vive sólo y anhela encontrar el amor. Con una canción y en siete minutos se saca partido de la creación de los volcanes y el proceso evolutivo (la lava, la formación de volcanes, su desaparición, etc.) para recrear una historia de amor. La imaginación de estos estudios no tienen límites. Es esta pequeña historia el anticipo ideal para la genialidad de Inside Out. Gracias a Pixar no es extraño que una cinta de animación pueda ser catalogada la mejor del año. Creo que es difícil que otra película cautive más este año que la soberbia ruta por el cerebro de una niña de 11 años que plantea este estudio en su última historia. Iremos ahora por la calle imaginando a las emociones hablar y decidir quién toma el mando de las operaciones en la cabeza de aquellas personas con las que los cruzamos, de igual forma que tras disfrutar con Toy Story miramos diferente a los muñecos. Pixar sigue en plena forma. 

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