Cuatro años del 15-M


Hoy se cumplen cuatro años del 15-M, del movimiento de los indignados. El despertar de una parte de la población española que gritó basta, que salió a las plazas para compartir su hartazgo. Nadie lo esperaba. Si de algo se hablaba por aquel entonces, cuatro años ya, era que la población estaba anestesiada, que ante tanta corrupción alrededor nadie decía nada, nadie protestaba, el silencio parecía dar el visto bueno a la degradación permanente de un sistema que hacía aguas por todos lados. Y de repente surge un movimiento ciudadano, apartidista, al menos en su origen, que consiste mucho más en gritar que ya está bien que en proponer ideas concretas, pero la potencia del grito ya fue reveladora, ya fue algo muy a tener en cuenta.

El 15-M es quizá uno de los movimientos sociales más apasionantes, con sus muchas virtudes y sus innumerables defectos. Y quizá es también uno de los movimientos más caricaturizados (recuerden aquello de los perroflautas) y peor comprendidos. El surgimiento del 15-M fue justo antes de las elecciones autonómicas y municipales de 2011. Y en esos comicios el PP consiguió la mayor cuota de poder de la historia de la democracia. ¿Esto era la revolución del 15-M? se pensó entonces. Lo cierto es que el 15-M creó un caldo de cultivo que explica buena parte de la actualidad política actual, y no sólo por el surgimiento de Podemos, que reivindica la herencia de aquel despertar ciudadano. 

Ahora que se cumplen cuatro años del 15-M recuerdo el programa que hice en Radio Ritmo, emisora comunitaria de Getafe a la que siempre recuerdo con gran cariño y que continúa haciendo una formidable labor, cuando se celebraba el primer aniversario de este movimiento. Lo recuerdo porque entonces pude charlar con varias personas que formaban parte del 15-M en Getafe y con Miguel Arana, que fue una de las personas que estuvo en la primera acampada. Este movimiento, naturalmente, insisto, tiene sus defectos y sus virtudes, ha cambiado mucho y quienes se autoproclaman estandartes del 15-M no son reconocidos, en absoluto, por todas las personas que compusieron esas manifestaciones.

Entonces, un año después tan sólo, se había disipado ya algo de esa ilusión contagiosa del surgimiento del movimiento, pero a la vez se podían medir sus primeros frutos y lo que aquello podía dar de sí. No es mal día hoy para recordar el 15-M y reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido en España desde entonces. No digo que todo se pueda atribuir al 15-M, pero sí parece obvio que aquel despertar, aquel grito de indignación, sigue definiendo a la perfección el sentimiento de muchos ciudadanos hartos de la corrupción, que no ha dejado de crecer estos años, y decididos a pedir una regeneración del sistema. 



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