Conclusiones de las elecciones andaluzas

El PSOE seguirá gobernando cuatro años más en Andalucía. El partido liderado por Susana Díaz, o casi conviene decir directamente Susana Díaz, por el perfil personalista que le dio a la campaña y que tuvo la propia convocatoria electoral, logró 47 escaños, los mismos que tenía hasta ahora en el Parlamento. Pero la diferencia es que todo a su alrededor se ha agitado,  ha sufrido un seísmo de grandes proporciones, pero los socialistas se mantienen donde estaban. El PP, que ganó las pasadas elecciones andaluzas, perdió 17 escaños hasta los 33. Izquierda Unido quedó en menos de la mitad de su representación parlamentaria (de 12 a 5), Podemos confirmó que no es flor de un día y logró 15 diputados regionales y Ciudadanos fue la gran revelación de la noche al conseguir entrar de forma arrolladora en el Parlamento andaluz con 9 escaños. 

Una de las primeras conclusiones claras de la noche es que la victoria del PSOE es un triunfo personal de Susana Díaz. La presidenta andaluza tenía, con su pacto con IU, una mayoría sólida para seguir gobernando, pero decidió convocar elecciones por sus propios intereses personales. Fue un movimiento estratégico y partidista, por no decir directamente personalista. Se trataba de pillar con el pie cambiado a sus rivales (el candidato del PP sin tiempo a darse a conocer, Podemos sin haber celebrado primarias...) y, a la vez, de conseguir una gran victoria que presentar como aval para su candidatura futura a dirigir el partido a nivel nacional. La noche comenzó, con la fallida encuesta que publicó Canal Sur, bien para Pedro Sánchez, pues el sondeo dibujaba una victoria que da alas al PSOE (la primera en tres años) pero no un triunfo arrollador que disparara a Susana Díaz. Sin embargo, la encuesta se quedó corta con el PSOE y el resultado es un espaldarazo claro a la líder andaluza. 

Resulta inevitable concluir del resultado electoral de anoche que la corrupción sigue sin ser un factor determinante en el voto de los ciudadanos, como no lo ha sido en otras regiones o localidades. El nauseabundo escándalo de los fraudes en los ERE no ha restado ni un solo escaño al PSOE. Los socialistas tampoco se han visto zarandeados por la irrupción de Podemos que, al menos en Andalucía, no hunde al bipartidismo, sólo al PP. Anoche Susana Díaz anunció una nueva etapa para Andalucía. No deja de asombrar esa capacidad de la líder socialista en aquella región para presentarse como una alternativa de cambio cuando es su partido el que lleva más de tres décadas gobernando en Andalucía. Es evidente que ese mensaje, por extraño que pueda parecer, ha calado en Andalucía. 

El PP, mientras, debe preocuparse mucho por el resultado cosechado ayer. Moreno Bonilla, su candidato, será probablemente quien pague el pato de la derrota, pero mal haría la formación que gobierna España en no ir más allá en su autocrítica y en el análisis de la severa derrota sufrida en la región más poblada del país. Con el resultado obtenido ayer, los populares lo tienen crudo para gobernar en España. Es evidente que su candidato no era una opción ganadora, por el desconocimiento entre la población y su escaso carisma, pero también está claro que la labor del gobierno central, con los recortes de servicios sociales, es lo que muchos andaluces castigaron ayer en las urnas. No conviene olvidar que Díaz presentó en todo momento los comicios como un duelo entre ella y Mariano Rajoy. El PP no se podrá cobijar en el castigo a los viejos partidos o en la formación de un Parlamento más plural. Eso colaría si también el PSOE hubiera perdido votos a chorros, pero no ha sido el caso. 

Podemos confirma con su entrada en el Parlamento andaluz con 15 escaños que es más que un fenómeno demoscópico. La verdadera encuesta son las urnas, se decía siempre cuando los sondeos, sobre todo a nivel nacional, otorgaban un gran resultado a la formación liderada por Pablo Iglesias. Estos resultados demuestran su despegue. Es cierto que el ambiente pudo ser algo frío ayer en la sede de esta formación, pues la encuesta a pie de urna le daba 22 escaños, pero para una formación con apenas un año de vida es un resultado excelente. Ahora les toca mojarse, concretar ideas y propuestas, no mantener esa actitud deliberadamente ambigua para pescar votos en todos los caladeros que tanto emplean sus líderes. 

Ciudadanos, por su parte, ha sido la gran revelación. No ya hace un año, sino hace apenas unos meses, a comienzo de este 2015 quizá, nadie daba un duro por la formación liderada por Albert Rivera. Ayer consiguió en Andalucía tantos escaños como en Cataluña, donde este partido empezó. Así que lo de Ciutadans y apelar a su catalanidad para asustar a los votantes no ha funcionado en Andalucía. Veremos también cómo actúa Ciudadanos a partir de ahora, si le da apoyos puntuales a Susana Díaz para gobernar (ayer su líder desechó pactos de gobierno) y qué influencia tiene su labor en el Parlamento andaluz. Lo cierto es que en tiempo récord se ha consolidado como una alternativa moderada a los partidos tradicionales. 

La gran víctima de Podemos ha sido, como se veía venir, Izquierda Unida. La coalición pasa de tener 12 escaños a sólo cinco. Apenas una fuerza residual a la que le ha comido su espacio electoral la formación de Pablo Iglesias. Lo mismo puede decirse de Ciudadanos y UPyD. En ese caso los resultados de las elecciones han demostrado lo que venían señalando las encuestas: que Rosa Díez se lamentará eternamente de no haber aceptado pactar con Albert Rivera, por una mera cuestión de ego, para concurrir juntos a las elecciones. El partido magenta entra en una crisis muy severa en la que deberá replantearse muchas cosas. Quizá la primera, su liderazgo. 

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