Aguirre y Cifuentes, candidatas

La imagen que ilustra este artículo es del blog de Cristina Cifuentes. En concreto, del día en el que la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, anunciaba compungida que dejaba la primera línea de la política. Fue el 17 de septiembre de 2012, apenas unos meses después de que Aguirre revalidara en las urnas la mayoría absoluta en la región. El texto de Cifuentes es ilustrativo y refleja la principal debilidad de la actitud de Aguirre, digamos, la mentira. La enorme mentira que soltó entonces, cuando dijo que se iba para no volver, que abandonaba la primera línea de la política, dejando así tirados a los madrileños que, mayoritariamente, la respaldaron en las elecciones para seguir gobernando la Comunidad. Mintió descaradamente y lo que decidió entonces fue apartarse para no quemarse, pura estrategia política. Puro tacticismo. Que fueran otros, en concreto su delfín González (compuesto y sin candidatura, pero con ático), quienes lo hicieran mientras ella pontificaba en medios de comunicación y mantenía viva su imagen de líder. 

Mariano Rajoy señaló ayer con el dedo divino a Aguirre como candidata a la alcaldía de Madrid, mientras que la exdelegada del gobierno, Cristina Cifuentes, la defensora de restringir el derecho a la manifestación y la que cambió el paisaje de Madrid durante muchos meses, con furgones policiales por todas partes, será la candidata a la presidencia. Ignacio González, el del ático, ha sido reemplazado por Aguirre, la de la multa y el incidente de tráfico. Puestos a elegir entre presuntos delitos y faltas (qué gran película de Woody Allen) con testaferros de paraísos fiscales, ha debido de pensar el presidente del PP, mucho mejor quedarse con una infractora de las leyes de tráfico que aparca su coche en la Gran Vía para retirar dinero de un cajero bancario. Siempre hubo clases. 

González puede llorar sus penas junto a Tomás Gómez, también hasta hace nada hipotético candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid y también apartado por la dirección del partido. En ambos casos, por cierto, hay presuntos asuntos turbios que desaconsejaban su elección para concurrir a las elecciones pero, sobre todo, había una manifiesta incompetencia. También, todo hay que decirlo, en los procesos en los que han sido elegidos sus sucesores para aspirar a la presidencia de la Comunidad hay una ausencia casi total de democracia interna en sus respectivos partidos. El PSOE eligió a dedo a Ángel Gabilongo (por otra parte una rara avis en esto de la política porque habla con sensatez y en lugar de gritos y eslóganes plantea reflexiones y hasta cita a Kant, algo inaudito en la política española) y después se inventó una pantomima de asambleas en el partido para respaldar al candidato de la dirección, pero en realidad eso de democracia interna tiene poco. Tan poco que se dejó claro desde el principio, por si las moscas, que las votaciones de esas asambleas no serían vinculantes, que sólo se tendrían en cuenta. Arrasó Gabilondo, pero tampoco es que se diera mucho tiempo a plantear una opción alternativa. En el PP, directamente, se asume con normalidad que sea el presidente del partido el que señale con su dedo a los candidatos por el mismo sistema por el que él fue señalado por Aznar para sucederle al frente del partido. 

Pero nos disperamos. Hablábamos del enternecedor texto con el que Cristina Cifuentes reaccionaba en su blog a la dimisión de Esperanza Aguirre en 2012, cuando dijo que abandonaba la presidencia de la Comunidad meses después de haberse presentado a las elecciones porque se iba a retirar de la primera línea política. No lo ha hecho. Conclusión: Aguirre mintió. Engañó a los madrileños que confiaron en ella, que fueron una mayoría, en las elecciones de 2011; mintió a todo el mundo en 2012 cuando anunció que lo dejaba y ahora se presenta a las urnas pensando que esos embustes no le pasaran factura. 

Aguirre se encaró con unos guardias de movilidad en Madrid, dio cabida en sus gobiernos a corruptos, su número dos está implicado en una red muy turbia, su delfín anda a vueltas con un ático que podría haber sido un regalo de un empresario que tiene contratos con la Comunidad de Madrid, es la promotora de políticas como la frustrada privatización de la Sanidad pública... Todo eso podrían ser argumentos que la convirtieran en una mala candidata. Pero, para mí, lo más grave de todo, con mucha diferencia, es que mintió. Damos poca importancia en España a las descaradas mentiras de los políticos, al uso partidista de las instituciones o, peor, de las aspiraciones personales de los políticos. Otro ejemplo es de Gallardón, que se presentó a las municipales en el 2011 prometiendo que terminaría la legislatura en Madrid y no iría al gobierno central, pero después le faltó tiempo para faltar a su palabra a los ciudadanos y dirigirse al ministerio de Justicia a intentar llevar a la ley sus convicciones religiosas. Es lo más grave, con mucha diferencia. Si no podemos creer en la palabra de un político, ¿cómo va a ser buen candidato? Es una pregunta tonta. A fin de cuentas, y a pesar de todo, es posible que Aguirre sea un buen cartel electoral para el votante del PP. Muy mal debe de verlo Rajoy para concederle a la lideresa ese deseo, con la pésima relación personal que mantienen ambos. 

"La dimisión de Esperanza Aguirre es una noticia que me produce inmensa tristeza, tanto a nivel personal como político. Mi sensación en estos momentos es de absoluta consternación y orfandad", escribía Cifuentes en su blog de septiembre de 2012. Ahora ambas serán el ticket electoral del PP en Madrid. La política madrileña y la selección de candidatos ha resultado más difícil de descifrar que algunos jeroglíficos. Ya tenemos casi todas las cartas situadas, así que ya se podrán hacer análisis de los contendientes (a la espera de saber dónde se ubica Tania Sánchez, que anda algo perdida tras abandonar IU y quiere hacer como que no le importan sus aspiraciones personales). Será más adelante. De entrada, la primera conclusión, bastante desoladora, es que Antonio Miguel Carmona (tertuliano bastante simplista, todo lo contrario a Ángel Gabilongo) y Esperanza Aguirre se disputarán suceder en la Alcaldía de Madrid a la sinpar Ana Botella. Qué hemos hecho los madrileños para merecer esto. 

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