La descomposición del PSOE

Cuando Thomas Hobbes, filósofo del siglo XVII, escribió que "el hombre es un lobo para el hombre", no podía estar pensando, por razones obvias, en el PSOE o, en general, en los políticos de izquierdas de la Comunidad de Madrid. Pero cualquiera lo diría. Ayer los socialistas aceptaron el pulso de Izquierda Unida, rota en dos mitades y con su candidata a la Comunidad fuera del partido y decidida a liderar una lista ciudadana, y decidieron incendiar también su formación. A este paso, PP o Podemos (más diría PP, la verdad) van a ganar las elecciones simplemente por incomparecencia de su rival. El reto de ofrecer una imagen de descomposición mayor que la de IU era mayúsculo, pero ayer el PSOE lo logró con creces con una exhibición impúdica de sus miserias y sus batallas intestinas. 

Como saben, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, decidió ayer destituir a Tomás Gómez como responsable de la federación socialista madrileña. Gómez es, o era, el candidato socialista a la Comunidad de Madrid. Ahora, a cien días de las elecciones, se acerca la posibilidad de que sea precisamente el PP quien antes elija a su candidato electoral, pues la izquierda esta empeñada en autodestruirse. Gómez reaccionó airado y, rodeado de toda su directiva, compareció ante la prensa para decir que se había enterado por los medios de su destitución y para declararse en rebeldía. El exalcalde de Parla, donde pudo actuar de forma irregular en la construcción del tranvía del muy endeudado municipio madrileño, dice que él sigue siendo el líder del PSOE de Madrid y que hoy irá a su despacho. Eso a pesar de que la dirección federal ha nombrado una gestora que, para cerrar el círculo autodestructivo, está encabezada por Rafael Simancas. 

La razón oficial de esta decisión sorprendente de Pedro Sánchez es que Gómez no ha explicado suficientemente las sospechas que se ciernen en torno al tranvía de Parla. Sería, pues, un movimiento de anticipación ante el temor a que el candidato socialista a la Comunidad de Madrid se viera envuelto en un asunto de corrupción en mitad de la campaña. Los ciudadanos exigen ejemplaridad y qué mejor forma de hacerlo, pensaría Sánchez, que cepillarse a un barón regional en base a simples sospechas. Esa puede ser una razón, desde luego. Dar la imagen de que el PSOE se preocupa, de verdad, por su imagen, por la honestidad de sus candidatos, por la ejemplaridad de sus dirigentes. 

Con todo, más parece que el movimiento del líder del PSOE busca fundamentalmente servir como golpe de autoridad. Sánchez, a nadie se le escapa, está muy discutido dentro de su partido y con este gesto pretende mostrar autoritarismo. Aquí quien manda es la dirección federal, explicó ayer lánguidamente César Luena, el número dos de Pedro Sánchez. Y, en efecto, puede que la expulsión de Tómas Gómez responda simplemente a su necesidad de exhibir autoridad, como los malos jefes que de vez en cuando se creen en la necesidad de gritar o tomar decisiones contundentes, aunque sean de cara a la galería, para mostrar su poder. Cargarse al máximo responsable de la federación madrileña es un gesto de autoridad de Sánchez que, por otra parte, no hace más que poner de manifiesto su extrema debilidad. Si de verdad se sintiera un líder indiscutido dentro de sus filas no tendría que sobreactuar de esta forma. 

Una tercera razón plausible de este movimiento, relacionada con la primera, son las paupérrimas expectativas electorales del PSOE en Madrid con Tómas Gómez al frente. Gómez llegó a liderar el PSM como el alcalde más votado de España, pero su trayectoria al frente del partido ha sido una lamentable cadena de fracasos. Ha llevado al partido a mínimos históricos en apoyos elección tras elección. Su incapacidad manifiesta para plantear un proyecto alternativo al PP puede ser una razón más que sobrada para que Sánchez, acechado por Podemos en todas las encuestas, se haya puesto nervioso y haya intentado buscar a alguien con más gancho que Gómez, lo cual no resulta en exceso complicado. Todo lo que rodeó a la decisión de ayer rezuma patetismo, como la manifestación de la tarde en la que militantes del PSOE se reunieron frente a la sede del PSOE para criticar a la dirección del PSOE. Lo dicho. El hombre es un lobo para el hombre. La capacidad de autodestrucción de la izquierda madrileña no queda reservada a Izquierda Unida.

Lo cierto es que este duelo entre Sánchez y Gómez es un duelo de mediocres, lo cual siempre complica las cosas. El líder, o exlíder o lo que sea, del PSOE del Madrid es un tipo bastante incompetente que ha hundido al partido en la región y que para cada derrota electoral, cada una más severa que la anterior, encontraba responsables fuera de su gestión. O la baja participación, o la dirección federal... Cualquier cosa menos él y su evidente falta de conexión con los ciudadanos. Mientras, Sánchez es un producto soso y pobretón de marketing que desde que llegó a la dirección del partido no ha hecho mucho más que proclamar eslóganes simplones, jugar a hombre de Estado firmando con el gobierno un pacto que juró derogar cuando llegara al poder y acudir a programas de televisión a darse a conocer como haría un concursante de cualquier reality cutre. Así que, sí, el de Sánchez y Gómez es un duelo de mediocres, pero de mediocres, ambos, elegidos por la militancia (a nivel estatal, uno, y regional, otro). Es llamativo que Sánchez, al que le quieren mover la silla, se dedique a tomar estas decisiones que contradicen a procesos democráticos internos. 

Todos los líderes políticos insistían durante la campaña electoral helena que España no es Grecia. El que lo afirmaba con más rotundidad era Pedro Sánchez. Lógico. En Grecia el Pasok, el partido socialista heleno, es una formación irrelevante, con una presencia residual en el Parlamento. A Sánchez le daba repelús verse reflejado en el escenario electoral griego. Y, sin embargo, cuán parecido empieza a resultar el proceso de descomposición permanente del PSOE con el descenso a los infiernos del Pasok. Puede que aquí sea más lento o más leve, pero la decadencia de esta formación centenaria es descomunal, al margen de ilusorias encuestas o informaciones fantasiosas. El PSOE se hunde y en su derrumbe deja escenas patéticas como las vividas ayer en Madrid. Tanto que da apuro criticarlo, porque sería cruel, como cuando se ve a un pobre anciano desvalido. Ya saben aquello que dicen de hacer leña del árbol caído. Pues eso. 

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