Cisma en IU Madrid

Es evidente que el surgimiento de Podemos ha supuesto un seísmo en el panorama político español. Negarlo sería absurdo. A nadie ha dejado indiferente, a nadie tranquilo. Mucho nerviosismo se respira en todas partes (cada vez más, también, dentro del propio Podemos, pero esa es otra historia) ante la irrupción del partido liderado por Pablo Iglesias. No hay más que ver al PP haciendo bobos vídeos de campaña en lo que pretende ser algo así como una autocrítica y acudiendo a medios de comunicación, cierto es que sólo si las entrevistas son ultra amables, para contrarrestar la presencia mediática de Podemos. O al PSOE, perdido, completamente perdido, intentando evitar que el nuevo partido le coma el terreno en la izquierda, como está ocurriendo. O a UPyD convocando manifestaciones en Sol para exigir la dimisión de Rajoy, en un acto muy podemista. Pero, desde luego, si a algún partido le está destrozando literalmente la irrupción de Podemos es a Izquierda Unida, de donde han salido precisamente muchos de los responsables de esta formación. 

Izquierda Unida no hace honor a su nombre estos días en Madrid. La federación regional de la coalición está al borde de la ruptura. El cisma se remonta a las primeras entre los afiliados del partido para elegir a sus candidatos a la Alcaldía y a la Comunidad de Madrid. Triunfaron las listas críticas con el apartado del partido, las que defendían, con Tania Sánchez en la lista regional y Mauricio Valiente en la municipal, confluir con otras fuerzas de izquierdas para concurrir a las elecciones. La vieja guardia de Izquierda Unida de Madrid es contraria a renunciar a sus siglas y unirse a la lista conjunta que formarán Ganemos y Podemos en la región. Es una situación muy delicada para el partido, ya que a tan sólo cuatro meses de las elecciones municipales y regionales, los candidatos que eligieron los militantes de IU no hacen actos con el logo del partido, van por libre y defienden algo radicalmente contrario a lo que sostiene la dirección regional. 

Como leí una vez a Raúl del Pozo parafraseando a Woody Allen, la política es como el sexo, sólo es sucio si se hace bien. Y sí, está habiendo guerra sucia entre las dos posturas enfrentadas en IU. La corriente liderada por Tania Sánchez echa en cara a la dirección regional del partido que no actuaran con contundencia ante los miembros de IU que formaron parte del consejo de administración de Caja Madrid y disfrutaron de las ominosas tarjetas opacas. Aciertan con esa crítica. IU debería hacer autocrítica. Es evidente que algo falla en IU, que algo se ha hecho mal, cuando los votantes naturales de esta formación, los ciudadanos de izquierdas desencantados con el PSOE, acuden en masa a Podemos e incluyen en muchos casos a IU en eso que llaman "la casta" o los partidos tradicionales. La imagen de IU metida en los mismos feos asuntos que el bipartidismo (su presencia en las cajas, por ejemplo) es demoledora para la coalición. 

Pero el frente de la vieja guardia no se queda parada en las críticas y ha contribuido a destapar una actitud, como poco, nada ética de Tania Sánchez cuando era concejal de Rivas-Vaciamadrid. Ya saben, la hoy candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid votó a favor de concederle a una cooperativa gestionada por su hermano un contrato público. Se equivocó Sánchez entonces y se equivoca en su respuesta a estas críticas. Sólo acepta que cometió un error de principiante, pero se niega a ir más allá y asegura que todo esto es un complot contra el cambio político que se avecina en Madrid. No, en absoluto. Está claro que hay guerras internas y que en política se juega sucio. Pero de lo que se trata es de que cada cual pueda aclarar aquellas dudas que surjan sobre su actuación sin recurrir a la teoría de la conspiración. 

Agota ver a políticos camuflarse tras grandes ideales. Se exigen explicaciones a Tania Sánchez en cuanto a responsable política. No se ataca a lo que ella representa, o eso no es lo más importante, del mismo modo que denunciar el dinero negro de Pujol no es atacar a Cataluña o no vale que Susana Díaz presente un movimiento claramente partidista como adelantar las elecciones como lo mejor para Andalucía. Llenarse la boca de grandes ideales para protegerse de las denuncias contra actuaciones poco éticas es una trampa muy extendida en nuestra clase política. Allá quien decida comprarla (hoy en las calles de Madrid habrá unos cuantos miles que compren los pobres argumentos de defensa de Monedero, por ejemplo). 

El meollo del debate en Izquierda Unida Madrid es muy interesante y debería ser sólo un debate de ideas, de posiciones, de planteamientos sobre el futuro del partido y sus objetivos políticos. El gran error, por ambas partes, es caer en el ataque personal, en la guerra de guerrillas. Están en la trinchera, batallando cruelmente entre sí en una guerra fratricida de la que todos saldrán perdiendo. Pero, insisto, el debate de fondo es lo que importa, al menos, lo que debería importar. ¿Unirse o no a otros partidos o agrupaciones de izquierdas para unir fuerzas en las elecciones? La vieja guardia defiende que no se puede prescindir de las siglas del partido, porque eso sería tanto como aparcar el trabajo que IU lleva haciendo años y entregarse a un partido recién llegado que, además, desprecia a IU en cuanto tiene ocasión (no hay más que ver las calabazas que Podemos le da constantemente a Alberto Garzón). Es una postura que parece razonable, porque, en efecto, es comprensible que los militantes de IU se sientan dolidos porque unos recién llegados capitalicen el descontento ciudadano y, con propuestas muy similares a las que ellos llevan años defendiendo (por no decir, en muchos casos con las mismas propuestas, idénticas), salgan tan bien parados en las encuestas cuando ellos se hunden. 

Pero a esta corriente de IU le falta el espíritu crítico que sí presenta, en esta cuestión más que en sus errores del pasado, claro, el grupo de Tania Sánchez. Algo habrá hecho mal IU cuando Podemos sí conecta con los ciudadanos y ellos no. Parece sensato defender que las siglas no son lo más importante, que de lo que se trata es de intentar sacar adelante un proyecto político renovador de izquierdas. ¿O no es eso lo que busca IU? En este sentido, por tanto, parece lógico que haya quien dentro de IU, que es una coalición de partidos de izquierdas, no o olvidemos, y lleva en su ADN la unión de distintas fuerzas, reclame unirse a Podemos y a otras formaciones para hacer más fuerza. Una corriente, por cierto, que nada tiene que ver con relaciones personales de Sánchez o de quien sea. Sostener que porque ella sea novia de Pablo Iglesias es un títere en sus manos es algo machista y rancio. Yo veo comprensible que exista una corriente en IU dispuesta a ceder y a unirse al torbellino Podemos, pues en él ven muchas de las ideas por las que han luchado durante años y la opción de llegar al poder que ellos jamás acariciaron. Es un debate de fondo interesante. ¿Seguir tal cual, aunque esto cueste apoyos electorales, o unirse a otros partidos de izquierdas, aunque esto diluya las siglas en un mar de distintas corrientes? Ojalá en IU se impusiera este debate de ideas y se dejaran de luchas fratricidas. 

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