Perseguir los sueños

Ayer se graduaron de Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid personas muy queridas. Fue una ceremonia preciosa (llegué a mitad de acto) en la que la escritora y periodista Rosa Montero fue la invitada de honor. Montero regaló un discurso precioso, conmovedor, ilusionante. Sus inspiradoras palabras, expresadas con la soltura y la agilidad de quien domina el oficio de la escritura, el del periodismo, la orfebrería con las palabras, fueron el punto álgido de un acto lleno de emoción en el que los recién graduados y sus familias disfrutaron, aunque fuera con la conciencia de que la ceremonia implicaba el fin de un ciclo y el comienzo de un periodo incierto. O precisamente por eso. Porque la vida son etapas. La universitaria, creo que según pasa el tiempo lo voy viendo más claro, es una etapa trascendental en la construcción de la personalidad de una persona. En el proceso de madurez, de aprender a desenvolverse en este mundo loco, de adoptar una postura, una forma de estar en la vida. La que propuso Rosa Montero, por cierto, no suena nada mal: vivir para aprender, no dejar de aprender nunca. 

Ayer no sólo se graduaron estudiantes de Periodismo. También de Documentación y Humanidades. Habló con cariño de estas otras carreras ("las bibliotecas, hospitales del alma") y con pasión del periodismo. A uno le emociona escuchar a veteranos profesionales del oficio que adora, a pesar de todo. Oír sus sabias palabras, deslumbrarse con sus vivencias. Rosa Montero descifró en un discurso de no más de media hora buena parte de las claves que deberían marcar el rumbo de la profesión más bella del mundo, en expresión de Gabriel García Márquez. No faltaron toques de ironía y sentido del humor en la intervención de la escritora y periodista. Por ejemplo, cuando recordó que la profesión periodística es de las menos valoradas entre los españoles según el CIS. Contó que cuando ella le dijo a su padre que quería ser periodista casi le da un ataque al corazón. Y habló de esa fama de la profesión, aquella según la cual los periodistas formaban parte de las tres p de las noche (putas, policías y periodistas). Luego llegó una cuarta p, la política, y lo enturbió todo, nos contó Montero

La escritora y periodista explicó que ella decidió dedicarse a esto por tres razones: porque adoraba escribir, porque quería viajar y porque era una mente inquieta interesada en muchos campos y "creía que el periodismo me iba a dar la oportunidad de aprender toda la vida", algo que se ha mostrado cierto, afirmó. Elogió por ello la carrera de Humanidades ("si hubiera existido en mi época, sin duda la habría estudiado") por abarcarlo todo, por enfocar todos los aspectos esenciales de la vida. Sobre los viajes, afirmó Montero que no sólo marcan los físicos (habló de lo impactante que fue para ella estar en Berlín aquel histórico 9 de noviembre de 1989, consciente de estar viviendo la Historia como un testigo activo que debe contarlo a los demás) sino también los emocionales. Así, explicó que el mejor viaje de su vida, el más impactante, fue la entrevista que realizó en prisión a un miembro del Grapo que fue encarcelado por tres asesinatos y que, tiempo después, rompió con el fanatismo de esta red terrorista y realizó el honesto y valiente proceso intelectual que le llevó a darse cuenta de que lo que hizo fue vil, de que nada justifica asesinar a seres inocentes, de que había caído en una red de mentiras y odios. 

Dio consejos Montero a quienes quieren dedicarse al periodismo. Comenzó afirmando que entendía que todos los presentes habían optado por estas carreras por vocación, pues el periodismo no es precisamente el campo donde uno busca labrarse una carrera con fines de ganar de dinero. Dijo que eso es lo más importante, luchar por los sueños, por hacer lo que a uno le estimula. "Si alguno de vosotros quiere ser dibujante de cómic, aparcad el título que hoy os dan y perseguid vuestro sueño", dijo, en una declaración que provocó el aplauso entusiasta del público. Porque hay mucha verdad en sus palabras. Y se dirigía, además, a recién graduados con toda la vida por delante. Luchar por lo que de verdad nos llena, por encontrar nuestro lugar en el mundo, por sentirnos realizados, por ayudar a la sociedad desde donde siempre deseamos trabajar, es ante todo un deber con nosotros mismos, con nuestra felicidad. Nunca está de más que alguien nos recuerde que tenemos aparcado ese sueño, que debemos luchar por él. 

Animó a trabajar con ambición, sin que esto significa buscar saltarse pasos ni mucho menos entrar en luchas de egos. Ambición por hacer bien tu trabajo, por dar lo mejor de uno mismo en la tarea que corresponda, aunque no sea la mejor del mundo, aunque pueda resultar tediosa y aburrida. Habló también de España, del panorama que tenemos, con los medios de comunicación en horas bajas, con corrupción. "A veces pienso que me gustaría ser de un país donde pasara nada", dijo. Aquí cuando no hemos salido de una entramos en otra. Recordé entonces una frase de Montesquieu ("feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento"). Pero se mostró confiada en el futuro. "Siento que la tarea de luchar por un futuro mejor, por cambiar la sociedad, es ya vuestra", les dijo a los recién graduados. 

Un punto del discurso de Montero que me gustó especialmente fue aquel en el que habló sobre la práctica del periodismo y los principios que deben regir en ella. La subjetividad es inevitable, confesó, pero se debe aspirar a la honestidad. Y, sobre todo, dijo, se debe luchar contra los propios prejuicios. Todos los tenemos, porque como indica su nombre llegan antes del juicio, de razonar. Explicó que estas ideas preconcebidas no deben nublar el trabajo periodístico. No se debe caer en la tentación de obviar los datos o las declaraciones que rebaten tu prejuicio sobre un caso ni sobredimensionar aquellas que te dan la razón. Es algo difícil de hacer, pero necesario para llevar a cabo esa labor pública de los medios de comunicación y para cumplir con el deber de honestidad profesional. 

Pudo ahondar más Rosa Montero en  el lamentable estado de los medios de comunicación en España. Habló de cómo la política lo ha intoxicado todo, de cómo los medios se han alineado en los últimos años del lado de las respectivas posiciones partidistas e iedológicas, lo que ha hecho mucho daño a la imagen y a la credibilidad del periodismo. Es un problema serio, sin duda, pero no el único, y probablemente no el más importante al que se enfrentan los medios de comunicación en España. El problema más importante se llama independencia. La obvia falta de independencia cuando la situación financiera del medio es paupérrima y se depende en exceso de las fuentes de financiación (anunciantes, bancos...). Porque la independencia editorial sólo es posible si existe una suficiente independencia financiera. Pero, en resumen, fue un inspirador y espléndido discurso de Rosa Montero. Unas palabras ilusionantes para reivindicar el periodismo y seguir creyendo en (y luchando por) él. 

Comentarios