Los cuerpos extraños

La novela negra tiene, para mí, dos grandes alicientes. El primero es que constituye una crítica social. Este tipo de historias supone un viaje a las profundidades más oscuras del ser humano. Los odios, las ambiciones, las traiciones y las rencillas que se esconden detrás de un crimen. la constatación de hasta qué grado de degradación moral es capaz de llegar una persona. Se sumergen estas novelas en los asesinatos y las razones que llevan a este fatal desenlace. Los bajos fondos o los crímenes entre gente poderosa. El segundo aliciente que tiene en mi opinión la novela negra es la propia presentación del caso que debe ser resuelto y el modo en el que van apareciendo pistas que el investigador de la obra, al mismo tiempo que el lector en un juego divertido y ágil, debe ir analizando para llegar a un culpable. Es el seguimiento de todo el proceso de investigación. La aparición de cada sospechoso, el análisis del pasado de la víctima para saber qué puede haber detrás de su asesinato. 

Creo que Los cuerpos extraños reúne con perfecto equilibrio ambos alicientes: la crítica social, muy pronunciada por cuanto la asesinada aquí es la alcaldesa honrada de una localidad costera española, y la investigación del crimen, en el que Lorenzo Silva dosifica con maestría las pruebas y sospechas que van encontrando los investigadores con el brigada Bevilacqua a la cabeza, al igual que en las anteriores novelas de esta serie negra en la que tan a gusto se encuentra el autor y de la que antes había leído La marca del meridiano, premio Planeta en 2013. 

En Los cuerpos extraños, el brigada Bevilacqua y su equipo deberán investigar el asesinato de Karen Ortí Hansen, la alcaldesa de una localidad levantina de origen danés que es hallada muerta en la playa. Desde el comienzo se abren dos posibles líneas de investigación. La alcaldesa había tomado el bastón de mando arrebatándoselo a su antecesor en el cargo, un tipo con pasado oscuro de su propio partido. Karen tenía un discurso regeneracionista, combativo contra la corrupción y las malas prácticas en política (cómo no apreciar la marcada crítica social de esta novela en los tiempos que corren en España cuando la historia está ambientada en el año 2013). Por tanto,una primera opción es que fuera asesinada por su determinación a hacer las cosas como debía y a cerrar al grifo a quienes vivían a costa de los contribuyentes con negocios turbios. La segunda línea de investigación tiene que ver con la agitada y promiscua vida sexual de la alcaldesa, de la que pronto se descubren dos aventuras extramatrimoniales. 

Mientras los investigadores van adentrándose en el pasado de la alcaldesa asesinada aparecen reflexiones sobre eso a lo que tan acostumbrados estamos en España. Proyectos urbanísticos oscuros, negocios personales con dinero público de por medio, intereses cruzados entre empresarios, hombres de negocios de baja estofa (incluso aparece la mafia) y políticos corruptos dispuestos a asociarse con tan viles compañías con el propósito de enriquecerse a costa de los contribuyentes. Al mismo nivel que el desarrollo de la de investigación, que como digo Silva maneja con enorme soltura y con gran rigor, se halla esta vez la clara crítica del autor a un tiempo raro como el que vive España y,sobre todo, como el que vivió en los años del boom inmobiliario, en los años del dinero fácil en los que todo era posible. En los años donde se crearon esos lodos de donde proceden estos barros donde ahora chapotea el país. 

El persona de Karen se presenta como la alcaldesa honrada dispuesta a acabar con las malas prácticas y convencida de que está ahí para servir al pueblo donde veraneó (es hija de padre español y madre danesa). Esa cultura danesa distinta a la española es muy marcada. En las páginas finales del libro el brigada Bevilacqua da la razón de ser del título de la novela y habla con lucidez de cuerpos extraños. Ella está en política, un mundo rapaz, avaro, sin ley ni escrúpulos, con una posición de honestidad y compromiso con la ciudadanía. También es diferente en su manera abierta y libre de vivir y entender su sexualidad, algo que choca con mentes obtusas en el pueblo donde gobierna. 

Al comienzo de la novela el autor incluye un aviso de que todos los personajes y la historia de la novela son pura ficción y que, aun inspirados en personajes reales, la historia es invención propia. Bien está esa matización, entiendo que habitual en esta clase de novelas, porque hay situaciones, prácticas y personajes que resultan familiares. Está al cacique de un partido acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo en la provincia donde manda. El alcalde analfabeto que deja hacer. El concejal de urbanismo con malas compañías y escasa educación. El juez valiente decidido a seguir adelante con la investigación aunque pise callos e incomode a gente importante (aquí el paralelismo con el juez Castro parece evidente). El superior de la Guardia Civil que, frustrado, comprende que por investigaciones como esta, en la que pueden verse implicados poderes políticos, no van a recibir medallas y en cambio sí se van a meter en más de un problema con las autoridades. 

Recrea muy bien Lorenzo Silva, o al menos parece riguroso hasta el más mínimo detalle, la investigación del suceso. Yo no soy guardia civil ni investigador, por lo que no puedo saber cómo es en realidad el proceso en el que se investiga un crimen, pero suena creíble y bien estudiada esta faceta de la novela, con el análisis de los correos electrónicos y las llamadas de móvil de la víctima, las entrevistas a los presuntos sospechosos y la reconstrucción del posible recorrido seguido por la alcaldesa la noche en la que fue asesinada. Al final, como suele ocurrir (al menos en las novelas negras, no sé si también en la realidad) son pequeños detalles los que ayudan a resolver el caso. Los cuerpos extraños, en fin, recopila bien esos dos grandes alicientes que a mi modo de ver tiene la novela negra: es una severa crítica social y un fiel retrato de la época en la que vivimos, al tiempo que hace disfrutar y entretiene al lector por cómo recoge la investigación de un caso de asesinato. Todo ello muy bien narrado, con la habilidad acreditada de Lorenzo Silva, y con personajes bien construidos y complejos, tanto los ocasionales de esta trama (la propia alcaldesa) como de la saga, con el brigada Bevilaqua haciéndose mayor y ahondando en esa lucidez próxima al escepticismo que sólo dan los años. 

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