Oviedo vuelve a deslumbrar

Cada año por estas fechas renuevo mi fascinación por los Premios Príncipes de Asturias, que cada año reúnen en Oviedo a distinguidas personalidades de la cultura, el arte, la ciencia, el deporte, la literatura y la solidaridad. Esta espléndida y señorial ciudad asturiana se convierte siempre a finales de siempre en la capital mundial del conocimiento. Miramos a Oviedo con admiración. Escuchamos deslumbrados las sabias reflexiones de los galardonados, nos emocionamos con sus historias y nos consuela asistir a una reunión de personas que sobresalen por el trabajo bien hecho en sus distintos campos, por su aportación al mundo desde sus tareas, ya sea con trazos inteligentes que claman contra las injusticias como Quino, el creador de Mafalda, o con un programa de intercambio de estudiantes como el de las becas Fullbright. 

El interés cultural de la entrega de los Premios Príncipes de Asturias, que a partir del próximo año pasarán a llamarse Princesa de Asturias porque don Felipe es rey y los premios llevarán el nombre de su hija Leonor, es mayor que el político, si bien el discurso del príncipe, ahora rey, en el Teatro Campamor es siempre el más personal. Como de costumbre, Felipe VI realizó un buen discurso en el que recalcó la unidad entre españoles para superar discordias y en el que alabó a los premiados y su espíritu conciliador. Habló claro sobre la estricta obligación de todos los servidores de públicos de cumplir y hacer cumplir la ley y tampoco eludió reconocer en su intervención que hay un amplio sector de la población descontento, indignado, harto. España tiene que volver a ser un país que ilusione, afirmó el monarca, quien reivindicó la ética. Fue un buen discurso.

Ya digo, en todo caso, que si por algo me han fascinado siempre estos premios es por elevada concentración de seres humanos excepcionales en Oviedo. La entrega de los Príncipe de Asturias garantiza cada año poder disfrutar de ejemplaridad, honestidad y talento. Algo que escasea, o que a menos es más importante resaltar en estos tiempos que corren que nunca. Porque necesitamos ensalzar esos valores, aprender de los galardonados y sus admirables trabajos. Me encantó el discurso de John Banville, ganador en la categoría de Letras. Fue espléndida su intervención (aquí esta el enlace al discurso íntegro, vale la pena leerlo). Fue una intervención memorable ya desde su comienzo. "La invención más trascendental de la humanidad es la frase. Han existido grandes civilizaciones ignorantes del concepto de la rueda, pero poseían la frase, pues sin ella no habrían sido ni grandes ni civilizadas. Con frases pensamos, especulamos, calculamos, imaginamos. Con frases declaramos nuestro amor, declaramos la guerra, prestamos juramento. Con frases afirmamos nuestro ser. Nuestras leyes están escritas con frases. No es desatinado afirmar que con frases está escrito nuestro mundo". 

Un bellísimo discurso. Bello y acertasdo, pues aquello que nos distingue del resto de especies es precisamente el lenguaje. Es nuestra herramienta para entendernos con los demás, para llegar a acuerdos. Con frases herimos y animamos. Con frases articulamos nuestra vida. Banville, escritor, sabe que el esfuerzo por abacar la realidad, por contenerla y expresarla es vano, "como debe ser". Hablar es ser, dijo Banville en su cautivador discurso que concluyó de forma tan excepcional como empezó: "He dedicado mi vida a batallar con las frases. No puedo imaginar existencia más privilegiada". 

También habló al auditorio del Teatro Campoamor, y conmovió hondamente con sus palabras, la peridista congoleña Caddy Adzuba, premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Esta incansable activista en favor de los Derechos Humanos, de la libertad de prensa y de los derechos de las mujeres nos recordó cuán lejos estamos de que se alcance la igualdad real entre hombres y mujeres, cuántas injusticias se cometen en pleno siglo XXI. Fue muy dura su intervención, tanto como lo requiere la gravedad de la situación contra la que se rebela a diario. "Hoy, la mujer congoleña víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra. Ella, cuyos órganos genitales fueron sometidos a los ultrajes más viles, condenada a la esclavitud sexual y rechazada por su propia comunidad, lleva 18 años sufriendo: 18 años de tortura, 18 años de destrucción, 18 años de huida errante y desplazamiento, 18 años de pobreza extrema", afirmó. Concluyó su intervención reclamando la ayuda de todos para terminar con esta lacra: "permítanme concluir mi mensaje con un poema español que dice: 'Necesitamos dos manos para escribir , dos para acariciar, dos para aplaudir y todas las manos del mundo para la paz'. 

En nombre de los premiados en la categoría de Investigación Científica y Técnica (junto a él fueron galardonados los también químicos Mark E.Davis y Galen D. Stucky) habló el español Avelino Corma. La verdadera marca España, estos científicos que trabajan en importantes campos como la lucha contra el cáncer y que son reconocidos internacionalmente mientras nuestro país reduce a la mínima expresión la inversión en I+D y empuja al exilio a las mentes más brillantes de España. Habló Corma de esta situación y afirmó que el de ayer "es un premio para todos los científicos españoles, tanto para los que trabajan como para quienes tienen que buscar oportunidades fuera". Fueron lúcidas sus palabras. Resaltó la importancia de tener altura de miras en la inversión por la investigación. "En unos tiempos dominados por una economía deshumanizadora hay que tener en cuenta que el aprendizaje y la generación del conocimiento transcurren por un camino largo que requiere recursos y esfuerzo continuado para recorrerlo", afirmó. 

Por último, también intervino el sociólgo Joseph Pérez, reconocido en la categoría de Ciencias Sociales. Pérez, quien resaltó la importancia de luchar por la paz citando desde el comienzo de su intervención a fray Luis de León. "La paz, para ser verdaderamente tal, supone la justicia sin la cual no sería sino la ausencia de guerra o, mejor dicho, sería una especie de guerra que aún no se ha declarado abiertamente", afirmó. También recogieron sus galardones el arquitecto Frank Gerhy, quien en los días previos a la entrega del galardón tuvo una reacción intolerable cuando un periodista le hizo una pregunta que no le gustó, los responsables de la Maratón de Nueya York en la categoría de Deportes y los del programa Fullbright de becas universitarias en EE UU, Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Uno de los premiados más aplaudidos y queridos es el dibujante Quino, reconocido en la categoría de Comunicación y Humanidades, quien ha destacado estos días en diversas entrevistas que el mundo apenas ha cambiado desde que dejó de dar vida a Mafalda, la alegre niña que lanzaba frases como puños. "El dicho de no tropezar dos veces en la misma piedra no la leyó la Humanidad", dijo Quino. Un año más, Oviedo deslumbró con la cita cultural más importante del año de cuantas se celebran en España. Una cita, hay que decirlo todo, que también sirvió para que un grupo de personas se manifestará libremente a las afueras del Teatro Campoamor contra el gobierno y la monarquía. Creo que estos premios exceden del mero interés político y de sus nombres, pero libre es todo el mundo de manifestarte cuando considere oportuno. Razones no faltan precisamente para hacerlo a diario. 

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