Pedro Sánchez, nuevo líder del PSOE

El principal partido de la oposición en España tiene desde el domingo nuevo líder. Pedro Sánchez, diputado madrileño, fue elegido nuevo secretario general del PSOE por el voto del 49% de los militantes que participaron en las primarias. Sánchez se impuso a Eduardo Madina, promotor de este democrático y novedoso sistema de elección del líder socialista, y a José Antonio Pérez-Tapias, representante del grupo Izquierda Socialista. Las primarias han sido un innegable acierto del PSOE, formación que perdió a chorros la confianza de sus votantes. Los socialistas comenzaron en 2010 la senda de recortes que después continuó el gobierno del PP. Los votantes tradicionales del PSOE no comprendieron ni perdonaron que su partido adoptara políticas que no casan con sus principios. Más que un cambio de cara, que también, lo que necesita el partido socialista, el español y casi diría que todos los demás partidos socialdemócratas europeos, es proponer una alternativa real y realizable a la política dominante en la UE, que es la de los recortes y la austeridad extrema. Hollande, presidente francés, ganó las elecciones prometiendo liderar esa propuesta socialdemócrata, pero ha terminado aplicando las mismas recetas. 

El primer logro del PSOE, pues, ha sido la propia celebración de estas primarias. Aunque no se ha diluido la impresión de que lo que se llama "el aparato" del partido ha manejado ente bambalinas este proceso, con la andaluza Susana Díaz como gran respaldo de Sánchez, por primera vez han sido todos los militantes socialistas y no sólo un reducido grupo de compromisarios quienes han elegido con su voto al nuevo secretario general. La distancia abismal entre muchos ciudadanos y los partidos políticos, en especial los dos grandes, se debe entre otras razones a la imagen habitual que dan las formaciones políticas en España de estar cerradas a cal y canto a la sociedad, de atender a los intereses partidistas antes que a los del conjunto del país, de ser organismos que deberían simbolizar la democracia pero no la practican internamente. Estas elecciones primarias han sido un buen primer paso que, además, le han servido al PSOE para volver a situarse en el centro del debate político por primera vez en muchos meses. 

Pedro Sánchez declara en una entrevista que publica hoy el diario El País que sus referentes son Felipe Gónzalez y Matteo Renzi. Lo de Felipe González lo interpretaremos como la clásica admiración que los socialista sienten por quien fue su líder durante tantos años y consiguió en 1982 lo que pocos años antes parecía una quimera, que el PSOE alcanzara el gobierno. No sé si el referente de Sánchez es el González que gobernó entonces o el que pontifica hoy en día en conferencias por todo el mundo con reflexiones bastante oxidadas. En todo caso, me interesa más ese segundo referente del que habla el nuevo secretario general del PSOE. Renzi, político joven, primer ministro italiano, ha insuflado un aire nuevo a la politica del país transalpino. Dicen quienes conocen a Pedro Sánchez que es ambicioso, un rasgo en común con Renzi, quien movió la silla a su compañero de partido Enrico Letta para hacerse con el puesto de primer ministro hace unos meses. Renzi ha conseguido ilusionar a una parte importante de los votantes italianos y en las pasadas elecciones europeas ganó con holgura. Lo ha hecho con un discurso renovador de izquierdas y robándole espacio al movimiento radical Cinco Estrellas. Ese es el espejo en el que se mira Sánchez. 

Aunque algo forzados, pueden establecerse ciertos paralelismos entre la situación política española y la italiana. En uno y otro país hay una parte considerable de la población desencantada con la política, cansada de esta crisis y alejados de unos políticos que consideran responsables de la misma. Allí, el voto descontento se fue a parar a Cinco Estrellas, la formación liderada por un bufón televisivo. Aquí, Podemos recibió 1,2 millones de votos en las pasadas elecciones en un voto que, da la impresión, pocos políticos han sabido interpretar de forma correcta, pero que indudablemente a asustado a muchos. Sánchez quiere atraer hacia el PSOE a esos votantes que, convencidos de que PSOE y PP son lo mismo (porque en política económica y en otras cuestiones, en efecto, han sido algo muy parecido), han optado por otras alternativas de izquierdas. O, mejor dicho, por partidos que no sólo se dicen de izquierdas, sino que además lo son. 

En un primer gesto como secretario general, Pedro Sánchez ha pedido a los eurodiputados socialistas españoles que no respeten el acuerdo del grupo socialdemócrata con el Partido Popular Europeo y que no voten al conservador Jean Claude Juncker como nuevo presidente de la Comisión. De momento, de Pedro Sánchez sólo hemos conocido eso, gestos. Gestos muy medidos en una campaña que ha sido puro marketing político. Es cierto que le hemos conocido en el ámbito de una campaña en la que se trata de convencer, de atraer el voto de los suyos, pero las intervenciones de Sánchez estas últimas semanas han sido realmente poco profundas y han estado llenas de frases hechas y eslóganes más que de ideas concretas. Creo que ahora el nuevo líder del PSOE debería ir más allá, porque sería preocupante que estuviéramos ante un simple producto de marketing político. Ha sido un gran candidato para los militantes del PSOE y, quién sabe, podría serlo en unas elecciones. Pero no es lo mismo ser un buen candidato que ser un buen político, y muchos menos, un buen gobernante. Las frases hechas no pueden suplir a las ideas y la cuidada campaña de imagen no vale de nada si no hay un proyecto sólido de fondo. 

Lo sensato es otorgarle a Sánchez tiempo para formar su equipo y para ver qué decisiones toma y qué tono de oposición adapta. Elegido el nuevo líder, y con las primarias para elegir al candidato a las generales en el aire (se celebrarán, pero a Sánchez no le agrada que sea en noviembre y quiere atrasarlo) lo que le toca ahora al PSOE es proponer ideas, proyectos consistentes. En definitiva, volver a ser alternativa para tantos millones de españoles que se han desencantado con el partido. Habla Sánchez de transición económica y de regeneración democrática profunda. Falta concreción en sus propuestas. El nuevo líder socialista tiene ante sí un gran reto. Veremos. 

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