Reto mundial

Comenzó el Mundial de fútbol, el evento deportivo más mediático a nivel internacional junto a los Juegos Olímpicos, y lo hizo para España con una inesperada y dolorosa goleada frente a Holanda. Cinco a uno perdió la vigente campeona del torneo en la reedición de la final de hace cuatro años. Llegaba España, probablemente, con dudas sobre la capacidad de este grupo de jugadores, veteranos ya muchos de ellos, para seguir en la élite del fútbol mundial seis años después de su primer gran triunfo, la Eurocopa de 2008; pero también empezó con la confianza que merecen quienes han dado a la selección los mejores triunfos de su historia. La derrota del viernes fue un serio varapalo que ha encendido todas las alarmas y complica seriamente incluso el pase a la siguiente ronda.


Nadie esperaba una paliza de la manera. Ni siquiera cabía esperar tal cosa viendo la primera parte del encuentro, cuando España se puso por delante (cierto es que fue gracias a un penalti dudoso) y jugó fiel a su estilo de toque. Era la España de siempre, o casi. La selección dominaba el partido y, justo antes del primer gol de Holanda, Silva tuvo en sus botas el segundo tanto para los nuestros. Es inútil recordarlo ahora, tras la merecida y abultada victoria de Holanda, pero todo pudo cambiar en esa jugada si España se hubiera puesto dos a cero. La segunda parte fue otra historia radicalmente distinta. Holanda se adueñó del balón y España se descompuso. Fueron cayendo los goles de la selección holandesa como caía la lluvia en el estadio. El campeón del mundo se vino abajo y el subcampeón se tomó la revancha de la final.


Fue una derrota dura, incluso humillante, que destapa las dudas sobre el estado del equipo y que ha provocado no pocas críticas. Algunas de ellas, las más españolas, han sido críticas muy crueles y desmemoriadas. Es cierto que la selección no tiene carta blanca por sus triunfos pasados. Se les puede criticar cuando se equivocan. El viernes cayeron derrotados y se hundieron anímicamente, algo particularmente censurable en un equipo con jugadores tan experimentados como los de España. Hicieron un muy mal partido y se les puede criticar. Ahora bien, es muy injusto echarse a la yugular contra un bloque que tantas alegrías colectivas nos han dado. España es pura España, más España que nunca, cuando se dedica a criticarse a sí misma. Y mucho de eso hemos visto en las redes sociales tras el partido ante Holanda. Hablo de la sociedad española, de la afición que ha celebrado de forma consecutiva dos  Eurocopas y un Mundial gracias a los jugadores a los que ahora ataca sin piedad.


No me gusta especialmente el fútbol, ya lo he escrito aquí repetidas veces, y cada día comprendo menos el fanatismo de quienes viven este deporte como una cuestión de vida o muerte trascendental para su existencia. No concibo ningún deporte como nada distinto a un sensacional entretenimiento. No puede ser una causa de frustración ni de malos rollos. Para sufrir con las desventuras de un equipo no creo que valga la pena ser aficionado. Por tanto, escribo estas líneas desde el desapasionamiento. También distanciado de las cuestiones identitarias que las competiciones de naciones pueden generar. Quiero que gane España y valoro la grandiosidad de lo conseguido por esta selección.


Creo que Del Bosque tal vez debería haber renovado el equipo. Que en el once de España ante Holanda repitieran ocho jugadores que ya fueron titulares en la final del Mundial de hace cuatro años es algo revelador. La propia selección holandesa ha emprendido un proceso de cambio desde entonces. Parece claro que Del Bosque, quien merece nuestros respetos porque él tiene dos Champions, una Eurocopa y un Mundial mientras que nosotros vemos el fútbol desde el sofá de casa, ha priorizado la jerarquía, los galones y el status quo del bloque. Por eso ha llevado a Brasil a jugadores cuya temporada ha sido modesta. La gestión del grupo es uno de los grandes logros de Del Bosque y él no ha tenido sólo en cuenta el estado de forma de los futbolistas que ha llevado al Mundial, sino también la continuidad del grupo, de esa misma familia que lleva años reuniéndose en verano para batirse a sí misma y conseguir nuevas victorias. ¿Se le puede echar en cara al seleccionador cierto conservadurismo en la elaboración de la lista? Probablemente. ¿Visto desde la distancia, de forma objetiva y contando sólo el estado de los futbolistas y no sólo su pasado, parecen erróneas algunas decisiones de Del Bosque? Es muy posible. Pero también es cierto que el técnico que conquistó el Mundial y la última Eurocopa fue él y que lo hizo con un grupo de jugadores que entienden y conforman la filosofía de juego de La Roja con los que Del Bosque ha conseguido grandes triunfos y con quienes se siente cómodo. Es humano que se aferre a ese grupo.


Ahora el seleccionador y sus jugadores tienen ante sí un reto cuya complejidad trasciende lo meramente deportivo. Chile, el próximo rival al que sólo vale ganar, es un equipo sólido. Pero el principal reto para España es reponerse del varapalo recibido el viernes. Es una tarea más emocional que futbolística. El equipo técnico de la decisión podría hacer cambios en la alineación, pero la principal labor ahora es recuperar el estado anímico. El golpe psicológico fue duro y cualquier objetivo futuro pasa por reponerse de él.


Aunque no es comparable, ya en el Mundial de 2010 España comenzó perdiendo el primer partido. Ya entonces hubo críticas por la derrota ante Suiza. El equipo se tuvo que rehacer mentalmente y logró reconectarse al torneo. En la Eurocopa de 2012, el empate entre España e Italia en el primer partido también desató no pocas críticas. Aquel torneo acabó con un España 4 Italia 0 en la final. Tras esa primera derrota, Del Bosque habló lleno de sensatez y dijo, con esa humildad suya, que parecía que nos habíamos acostumbrado a ganar siempre. Éramos, afirmó, como nuevos ricos que pronto dejamos atrás nuestra historia de penurias previa a la Eurocopa de 2008 y ya exigíamos a los nuestros, implacables, triunfos en cada encuentro. Así estamos. Espero que España se recomponga y consiga ir recuperando sensaciones en el Mundial. Si no lo hace, el sentido común nos recordará que una osadía como la de querer encadenar dos Eurocopas y dos Mundiales era casi misión imposible. Estar seis años en la élite de un deporte es muy complicado. Ojalá las críticas a la selección no sean tan injustas, ingratas y desmemoriadas como algunas que leo estos días. No tienen carta blanca por haberlo ganado todo, pero merecen un respeto y una gratitud por habernos hecho disfruar tanto durante tanto tiempo.



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