Podemos

No voté a Podemos y no tengo la menor intención de hacerlo en el futuro. No me inspira confianza Pablo Iglesias y creo que muchas de sus ideas son pura demagogia y populismo. Dicho esto, me abochorna la campaña de desprestigio que está sufriendo esta nueva formación política que recibió el voto de 1,2 millones de españoles. Son ellos a quienes desprecian los que ridiculizan a Iglesias y al partido que ha protagonizado la irrupción más fulgurante de la historia reciente de la democracia en España. Podemos está centrando el debate político. Todas las formaciones de izquierdas miran hacia ellos, porque han logrado volver a ilusionar a mucha gente descontenta con el sistema actual, mientras que el PP celebra con evidente estrechez de miras que se fragmente el voto de izquierdas para así poder seguir ganando elecciones pese a perder votantes a chorros. Creo que el fenómeno Podemos es digno de estudio y merecería análisis más profundos. Visto el nerviosismo con el que muchos dirigentes políticos y analistas de prensa han recibido su entrada en el Parlamento Europeo, parece claro que estamos ante un movimiento serio en el panorama político español. 

Por despachar rápido las ridículas reacciones de algunos dirigentes políticos ante Podemos para intentar ir a lo importante de todo esto, no haremos más que un repaso rápido de algunos de los exabruptos que han sufrido Pablo Iglesias y los suyos. Pedro Arriola, el consejero de Rajoy, dijo que la irrupción de Podemos responde a que en Madrid pululan los frikis. Es decir, llamó frikis a 1,2 millones de votantes de Podemos. Carlos Floriano dijo que Iglesias y los suyos tienen como referencia a Venezuela y Cuba y que esa gente (¿los 1,2 millones de votantes?) son los que rodearon su casa. El presidente de la Junta extremeña, Monago, se mostró sorprendido por que la gente se haya escandalizado por la subida de la extrema derecha en Francia y nadie se lleve las manos a la cabeza por el éxito de la extrema izquierda de Podemos en España. Pero el verdadero síntoma de que la irrupción de Podemos ha removido los cimientos del bipartidismo, en especial por su viga izquierda, es que también desde el PSOE se ha desacredito con críticas de truezo grueso al nuevo partido. Felipe González, triste caricatura de lo que fue, dejó caer el otro día que Podemos es un partido bolivariano y que no cree que eso sea la solución para España. Como saben, la solución para España que maneja el expresidente es una gran coalición de los dos partidos que se han repartido el poder en las últimas décadas con los resultados que todos vemos a diario. 

Nadie esperaba que Podemos lograra cinco escaños. Los grandes medios de comunicación, hablo de periódicos, radios y cadenas de televisión como la pública, han ninguneado a esta formación política. Nadie supo ver venir el terremoto político que protagonizaría un partido cuya campaña ha sido infinitamente más barata (y transparente) que la de las formaciones tradicionales. Las portadas de los dos diarios más leídos en España el día después de las elecciones fueron muy reveladoras y deberían servir para hacer autocrítica. Apareció de repente en la portada un joven profesor universitario del que los lectores de estos dos periódicos apenas habrían leído un breve, si acaso, durante la campaña. No se supo ver que el descontento ciudadano se canalizaría a través del voto a esta formación que, junto a propuestas irrealizables y demagógicas, incluye razonables y necesarias ideas de regeneración democrática. 

Se suele despachar con facilidad que el éxito de Podemos se debe a la presencia en tertulias políticas de La Sexta y Cuatro de Pablo Iglesias. Es evidente que el uso de la televisión que ha hecho este partido es exitoso, pero llama la atención que los dos grandes partidos políticos, que tienen ambos a su legión de palmeros repartidos por los medios de comunicación del país, que acostumbrar a emplear las cadenas públicas en su propio beneficio y que medran más de lo confesable en los medios de comunicación, sean los que vengan ahora a llorar por las esquinas porque Iglesias ha tenido voz en tertulias de estas dos cadenas televisisas. Suena a chiste. A que no han entendido nada. A que son más felices simplificando el éxito de esta formación. Vidal Quadras es un asiduo a las tertulias de Intereconomía y Vox no ha sacado escaños. El juez Elpidio José Silva ha escrito un libro y ha tenido una gran exposición mediática estos últimos meses y su formación no ha tenido éxito en las elecciones. Que vayan ellos a las tertulias, que no escondan de los medios, que no hagan comparecencias de prensa a través de televisiones de plasma. Para aprovechar una presencia en tertulias televisivas hay que saber hablar y convencer con las ideas.

Es evidente que muchas de las ideas que propone Podemos son radicales, pero catalogarlo como un partido antisistema me parece excesivo. Sobre todo porque hay quienes confunden criticar el funcionamiento actual del sistema democrático español con criticar la democracia en su conjunto. Son los que piensan que no está bien destapar sus casos de corrupción porque así se pone en riesgo la democracia. Pero, claro, lo ponen en riesgos quienes denuncian la corrupción, no quienes la cometen. En este sentido, que haya partidos políticos muy críticos con el funcionamiento de un sistema que se tambalea me parece sensato y descalificarlo llamándole antisistema es un error. ¿Acaso es razonable defender fanáticamente un sistema como el actual? ¿Acaso no es lógico que exista un enorme descontento con cómo funcionan las cosas en España? 

Quienes descalifican a Podemos olvidan también que las personas que forman parte de la lista del partido son profesores universitarios, científicos o funcionarios. No dan el perfil de gente radical y antisistema y, desde luego, no conviene olvidar que son personas inteligentes. Sus propuestas, populistas sin duda en muchos casos, son ideas de la izquierda clásica y están defendidas por catedráticos de universidad y gente inteligente. Es decir, para entendernos, no por Carlos Florianos ni Elenas Valencianos. Y ese factor, el de que los líderes de Podemos saben hablar y explicarse y tienen ideas, con las que se puede comulgar o no, en lugar de chistes estúpidos y ataques estériles contra el partido de enfrente, también debería ser tenido en cuenta. Es gente nueva que además se explica bien. 

Para entender el éxito de Podemos habría que mirar cómo el PSOE, partido que se dice de izquierdas, comenzó la senda de los recortes que ahora continúa el PP. Es un chiste de mal gusto que los socialistas se reivindiquen como el primer partido de izquierdas, que busquen reafirmarse recordando que aún tienen 4 millones de votantes, sin entender cómo se les marchan los apoyos y sin comprender la enorme distancia que tienen con la ciudadanía y la falta de confianza que despiertan. Siguen sin enterarse de nada, o tal parece. Lo que propone Podemos son ideas de la izquierda clásica. Son las formaciones que se dicen de izquierdas las que deben preguntarse por qué una formación surgida hace unos pocos meses ha entrado con tanta fuerza en el panorama político español. Qué es lo que todos los ciudadanos que han respaldado al partido liderado por Pablo Iglesias no encontraban en el PSOE o en IU. 

Creo que Podemos emplea en su discurso la demagogia y el populismo barato más de lo debido. Considero que tiene un discurso muy doctrinario y veo sombras en las ideas de la formación y en su líder. En ocasiones, el discurso es demasiado simplista ("la casta")  y algunas de las soluciones que propone (salir del euro o dejar de pagar la deuda) no merecerían llamarse soluciones, porque más bien serían problemas y no menores. Ahora bien, son ideas que han respaldado 1,2 millones de personas y que este partido ha defendido democráticamente. Ideas perfectamente respetables. Y, sobre todo, no olvidemos que una parte central del discurso de Podemos se dirige contra la corrupción y a favor de la regeneración democrática. Y es ahí donde atrapan a personas indignadas con el gobierno y las autoridades. ¿Cómo no lo van a hacer? ¿Cómo no va a existir descontento con los injustos recortes sociales, el empeoramiento de las condiciones laborales, el asfixiante paro, la corrupción de los partidos políticos, la sensación de impunidad que transmiten los poderosos, etc.? Nadie esperaba un éxito así de arrollador de Podemos pero, visto con distancia, no resulta tan sorprendente. ¿O es que alguien creía que todo iba  a seguir igual en la política española? ¿O es que entendían que los ciudadanos iban a tragar con todo?

Solo porque es una fuerza nueva y ha puesto nerviosos a los dos grandes partidos, es interesante y digno de ser seguido con atención este fenómeno Podemos que ahora centra el debate político en España cuando hace una semana era un desconocido para no pocos medios de comunicación que ahora se dedican a insultarles y para muchos ciudadanos. 

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