Mezquindades y otras vilezas


El asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León y del PP de aquella provincia, ha conmocionado a la opinión pública. La política fue tiroteada en plena calle, presuntamente por la madre de una persona que había sido despedida de la Diputación hace unos años. Según al policía es una venganza personal la que llevó a las detenidas a cometer el execrable crimen. Un delito intolerable, terrible, espantoso. Las reacciones tras conocer la muerte de Carrasco han sido en su inmensa mayoría las esperables en una situación tan dolorosa como esta. Condolencias y respeto a sus familiares y amigos y condena del asesinato, que parece no tener que ver con su cargo político. Sin embargo ha habido minorías que han justificado en parte el asesinato, retratando así su bajeza moral, y otras minorías que han buscado aprovecharse de un acto descerebrado y aislado para reafirmar sus planteamientos sobre lo dañino que es criticar a la clase política, equiparando a las presuntas asesinas con los manifestantes pacíficos que se oponen a las políticas de los gobernantes. Ha habido reaciones muy mezquinas y viles.

Otro día hablaremos de la inmensa presencia mediática de este crimen, que es muy impactante, y sobre el desmesurado despliegue de los medios de comunicación con los sucesos, este y otros, en nuestro país. Es algo que deberíamos hacernos mirar, medios y espectadores, porque creo que se aborda con excesivo grado de detalle y con escaso rigor sucesos como el asesinato de Isabel Carrasco. Se hurga en detalles de la asesinada y de las posibles autoras del crimen, se dan detalles de todo tipo, confirmados o no, se dedican horas y horas de radio y televisión al asunto, se opina sin el menor conocimiento de la situación y se busca generalizar y extraer de un suceso dramático conclusiones generales sobre el clima de desencanto entre los ciudadanos y la política, buscando tal vez sacar partido de forma espuria a este brutal asesinato. Es un suceso y como tal debería ser tratado en los medios. Pero es que, por lo general, el tratamiento de los medios a las muertes violentas suele ser sensacionalista. Creo que se están cometiendo no pocos excesos en los medios a la hora de abordar esta muerte. 

En cualquier caso, como digo, de eso hablaremos otro día. Hoy quiero hablar sobre las reacciones a la muerte de Isabel Carrasco entre algunas minorías radicales. No pocos energúmenos han escrito en Twitter que no se alegran de la muerte de esta persona, pero que "el que siembra vientos, recoge tempestades", como escribió una concejal del PSOE en Galicia, que ha sido forzada a dimitir afortunadamente. Comentarios repugnantes de gentuza que dice no celebrar la muerte de nadie para acto seguido añadir un vergonzoso pero, cuando en casos como este no hay peros que valgan. A la condena del crimen no le puede suceder ningún pero, ningún atenuante, ninguna reflexión interesada. Creo que son tipos de la peor calaña quienes han tenido esta reacción a la muerte de Carrasco. No descubrimos ahora que existe esta clase de gentuza, pero no por eso nos escandaliza menos. 

Entre la clase política, los partidos suspendieron los actos de campaña el lunes, cuando se conoció el asesinato de Isabel Carrasco. Por norma general, las formaciones actuaron con corrección y educación. Mostraron su apoyo a los familiares, amigos y compañeros de partido de Carrasco y respetaron el duelo de sus seres queridos. Hubo gente, sin embargo, que decidió hacer campaña del crimen. A la cabeza de este grupo, quién si no, Pablo Iglesias, profesor universitario, tertuliano egocéntrico y líder del partido Podemos. Iglesias escribió en Twitter que "no suspenden la campaña cuando una víctima de desahucio se tira por la ventana". Vil y rastrero intento por aprovechar un crimen para hacer campaña electoral de un personaje demagogo e irresponsable. Si buscar populismo en el diccionario aparecerá, o debería aparecer, la fotografía del señor Iglesias. 

Ha habido, pues, reacciones inaceptables a la muerte de Isabel Carrasco de tipos a quienes el dogmatismo y el fanatismo político les ciega y les domina. Actitudes inaceptables que, en cualquier caso, califican por sí solas a quienes las tienen. Ha habido otra clase de reacción al asesinato de la política leonesa no menos manipuladora. En este caso, de quienes sin el menor disimulo buscan aprovechar la muerte de Carrasco para reafirmar sus tesis contrarias, por ejemplo, a los escraches a los políticos o simplemente a las críticas ciudadanas a los responsables políticos, que ven siempre como un movimiento antisistema y radical. Según esta tesis, el crimen se veía venir y está alentado por quienes han criticado estos últimos años a los políticos y les han responsabilizado de los males del país. Es decir, quienes hemos censurado la corrupción rampante y la mediocridad dominante en la clase política española, al parecer, hemos estado alentado que se asesine a políticos. Yo soy contrario a los escraches, ya lo he dicho aquí varias veces, pero es repugnante que se intente asociar esos actos de protesta a un asesinato. 

Quienes defienden esta tesis, palmeros del PP en el mayor de los casos y del bipartidismo rancio y agrietado en general, olvidan que el asesinato de Isabel Carrasco nada tiene que ver, según parece, con su cargo político. No es un asesinato político. Una de las dos detenidas es militante del PP. Es irresponsable y rastrero ir por ahí. Es de muy mal gusto intentar sacar partido de un asesinato para intentar reafirmar su postura sobre lo malo que es cuestionar a los responsables políticos. Qué desvergüenza y qué intolerable grado de manipulación. Es un insulto decir que los manifestantes pacíficos que han salido a las calles para criticar la actuación de los responsables políticos en España están fomentando o alentando ataques o asesinatos. Caen muy bajo quienes encuentran en un lamentable crimen un argumento para defender el inmovilismo y la defensa de unos partidos políticos que son en buena medida responsables del lamentable estado en el que se encuentra la democracia española. 

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