Un mes para las elecciones europeas

El 25 de mayo los ciudadanos de todos los Estados miembro de la Unión Europea elegirán en las urnas la composición del Parlamento europeo. Una cámara que cuenta cada vez con más competencias. Falta un mes para esta nueva cita electoral. El entusiasmo que estas elecciones despiertan en una buena parte de la población española es escaso. Por decirlo con suavidad. No ayudan, claro, los candidatos que los distintos partidos han elegido. Y terminan de arruinar la precampaña, que ya se está hacienda larga y queda todo un mes, los mensajes simplistas y demagogos de los candidatos. Si los políticos ya viven en una permanente campaña electoral, si llevan ya años haciendo política de tuit, de titular simplón, de inutilidad, de incompetencia y mediocridad, qué decir cuando están formalmente en un periodo preelectoral. Se vienen arriba definitivamente, ante el bochorno de una buena parte de la población.
 
Los candidatos de los distintos partidos han dejado ya unas cuantas perlas. Y las que faltarán. El PP tardó en elegir candidato, para terminar optando por quien todo el mundo sabía que iba a ser el cabeza de lista. Por tanto, le ha dado más tiempo a soltar sandeces a Elena Valenciano, que por lo demás es experta en la materia. Miguel Arias Cañete, en una falta de respeto enorme a las formas y a los ciudadanos, sigue siendo, a la vez, candidato del PP a las elecciones europeas y ministro de Agricultura. Es un desprecio a los ciudadanos y a las instituciones democráticas. En una democracia seria, eso que no hemos conocido aún en España, algo como lo que está haciendo el señor Cañete sería inimaginable. Pero estamos donde estamos. Estas elecciones, auguran las encuestas, pueden suponer un serio mazazo al bipartidismo en España. Algo de lo cual uno se alegra y se alegría aún más si hubiera cierta seriedad en las candidaturas alternativas. Pero en ellas nos encontramos, entre otros, a Elpidio José Silva o a prepotentes, egocéntricos y dogmáticos contertulios televisivos como Pablo Iglesias. Y se enfría esa alegría por el principio del fin del bipartidismo que, sin ninguna duda, tiene una elevada parte de la responsabilidad del lamentable estado en el que se encuentra el sistema democrático en España.
 
Total, que empieza un mes duro para quien espere escuchar propuestas serias y ver política con mayúsculas y no marketing barato y discursos que abochornan a niños de 10 años por su simpleza. La candidata socialista promete grandes momentos de gloria en su campaña. Ya ha dejado, como digo, impagables perlas. Sacaría a relucir su comparación insultante para los aficionados del ciclismo ("la caja en el PP es como el dopaje en el ciclismo", soltó la amiga) pero pensaría el lector que las críticas a Valenciano se derivan sólo de este comentario. Y no es así en absoluto. De Valenciano desagrada su populismo, su demagogia y su sectarismo. La derecha, dijo ayer por ejemplo, es enemiga de las mujeres. Y en ese plan. Que nadie espere escuchar de Valenciano un discurso razonado. Que nadie busque algo más que soflamas simplistas. Va a ser la suya, que nadie lo dude, una campaña de trazo grueso. Como la de todos los demás candidatos, cierto. El PSOE no podría haber elegido una candidata que simbolice mejor el bajo nivel de la clase política actual.
 
Cañete, como digo, ha llegado tarde, pero se ha puesto rápido las pilas. Además de seguir compaginando su cargo ministerial con la candidatura, el ministro de Agricultura construyó ayer un discurso de patio de colegio en el que dijo que el último gobierno del PSOE fue el más antisocial. Que esas palabras procedan de quien ha formado parte, y sigue haciéndolo, de un ejecutivo que ha recortado en todas las partidas sociales, todas, chirría mucho. También llama la atención que alguien pueda creer a Cañete y al programa electoral que el PP va a presentar estos días. El último lo incumplieron de principio a fin. Lo siguen incumpliendo, de hecho. Será llamativo ver cómo hacen promesas en esta campaña al tiempo que pisotean el programa de la anterior.
 
Luego, como digo, están los demás. Es saludable y necesario que surjan en España nuevos partidos. Se tiran los trastos a la cabeza PSOE y PP, pero en algo coinciden milimétricamente los discursos de los dirigentes de ambas formaciones: España necesita partidos grandes y serios para defenderla en Europa. Es decir, no vayan a fastidiarnos el chiringuito bipartidista que tenemos montado. No se les ocurra votar a formaciones pequeñas, residuales, porque esas no defenderán bien al país y encima nos desmontarán el cortijo a dos que con tanto empeño y daño para el país hemos construido estos últimos años, vienen a decir. Es, además, una considerable falta de respeto a esas otras formaciones y a sus simpatizantes.
 
Por tanto, no me parece razonable derrimar lágrimas por la debilidad del bipartidismo, que según las encuestas representará un porcentaje muy inferior al de anteriores comicios. ¿Y qué esperaban? Defienden la estabilidad los que andan inquietos por la fragilidad del bipartidismo que simbolizan PP y PSOE. ¿Qué estabilidad? ¿De qué habla esta gente? No sé cómo nos iría con otros partidos, sé cómo nos ha ido con estos dos. A la vista de todos está. Por tanto, si la defensa de PP y PSOE es la de un sistema estable, serio y sensato, pocos argumentos les quedan a los amantes del bipartidismo. Dicho esto, muchos de los pequeños partidos que han surgido de cara a las elecciones europeas se lo ponen francamente fácil a los defensores del bipartidismo con su simpleza y su dogmatismo.
 
Movimiento Ciudadano, por ejemplo, es un partido liderado por el juez Elpidio José Silva, quien está siendo juzgado no por investigar  a Blesa, como falsamente intenta hacer creer, ya que eso lo sigue haciendo otro juez, sino por presunta prevaricación. El juez ha protagonizado un numerito inaceptable en el tribunal que le juzga, show que muy probablemente intentará utilizar como acto de campaña para las europeas. Se presenta como un héroe perseguido por investigar a un banquero. Eso, mientras el caos Bankia se mantiene abierto, por supuesto, y mientras, por ejemplo, la hija del rey está siendo investigada por un juez que hace las cosas bien y no incumple, como presuntamente ha hecho Silva, los procedimientos judiciales.
 
Después está el partido Podemos, que lidera Pablo Iglesias. Una persona dogmática hasta decir basta que ha conseguido labrarse la fama con intervenciones en numerosas tertulias televisivas. Se veía desde el inicio que su intención era que esa presencia en debates, por llamarlos de algún modo, le sirviera como lanzadera para su carrera política. Lo cual, evidentemente, es legítimo. No busquen matices en el discurso de Iglesias. No busquen nada distinto a una doctrina rígida e inamovible. Algo similar a Podemos representa, pero en este caso no muy a la izquierda, sino muy a la derecha, Vox, un partido formado por personas del ala dura del PP descontentas con la política del gobierno de Rajoy. Así está el panorama a un mes de las elecciones europeas. Que siga el show.

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