¡Feliz Día del Libro!

Hoy es un día grande. Se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Libro, porque un 23 de abril de 1616 murieron Miguel de Cervantes y William Shakespeare, considerados como los dos grandes literatos de todos los tiempos. Es un día maravilloso para festejar el placer de la lectura, para fomentarla entre los más jóvenes, pues la pasión por la palabra escrita es la mejor herencia que podemos dejarles. Es un día formidable en el que irremediablemente recordamos aquellas lecturas que nos enamoraron, que dejaron marcas en nuestra personalidad, que se quedaron grabadas para siempre en nuestra memoria. Un día para rememorar títulos y autores que adoramos, a los que debemos tanto. Porque las lecturas no sólo nos entretienen o acompañan, sino que también nos moldean y construyen. Nos abren la mente. Nos educan. Nos enseñan. Nos hacen mejores personas.
 
El acto de leer un libro es un fascinante encuentro a distancia entre el autor y el lector. Una persona lee en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento algo que otra ha escrito. Es una cosa de dos. Un encuentro entre ambos. Un cara a cara. Un diálogo con el libro como intermediario. Es un momento especial, único para cada caso. Dos personas no extraerán la misma conclusión de una misma obra y ahí reside la magia de la lectura. Las novelas nos invitan a soñar, a pensar, a reír, a sufrir, a disfrutar. Pero cada cual interpretará las obras de un modo propio en ese encuentro con el desconocido pero, al tiempo, familiar escritor. Cada cual se sentirá identificado con una historia o con un personaje. Cada uno gozará más de un pasaje o de otro. A cada uno le gustará más o menos el final.
 
No hay nada sustancial en la vida que no incluya la literatura. El amor, motor de la vida para muchos (y probablemente no sin razón) campa a sus anchas por las páginas de novelas, poemas u obras de teatro. La familia, también pilar fundamental de todos nosotros, es herramienta clásica para la novela. La amistad, la traición, la esperanza, la desesperación, las injusticias, las ilusiones. No es el que el mundo entero esté dentro de los libros. Sencillamente es que los libros son el mundo que vivimos y muchos mundos más. Gabriel García Márquez, recientemente fallecido y que sin duda será recordado con especial cariño en este primer Día del Libro sin él con vida, nos lo demostró magistralmente con su realismo mágico. Todo lo importante de la vida está en los libros y además, pues, los libros trascienden a nuestra vida, al mundo real, a veces tan aburrido, tan injusto, tan incomprensible, tan extraño, tan ajeno.
 
La compañía de un libro es siempre una grata compañía. Por eso creo que la mejor enseñanza que podemos dar a las nuevas generaciones es el amor incondicional a la lectura, la pasión por descubrir otras vidas y otros mundos sumergiéndose en las páginas de un libro. Es prodigioso experimentar esa sensación sin par de ansiar continuar la lectura de la obra que te tiene atrapado, esa plenitud al estar disfrutando de la lectura del libro que sabes que te marcará para siempre y esa especie de sensación de vacío, de abandono, de orfandad que queda al cerrar la última página. Como si, a la vez, hubieras ganado para siempre una amistad y hubieras perdido la posibilidad de volver a realizar tan deslumbrante conquista.
 
Todo está en los libros. Todos los géneros, todas las inquietudes humanas, todas las ensoñaciones y realidades. Entender el mundo o evadirse de él, tanto da. Conocer más a fondo la realidad por medio de rigurosos ensayos o de novelas que toman como materia prima la actualidad o escapar de ella a mundos fantásticos en obras que nacen de la imaginación desbordante del autor. Prosa, poesía o teatro. Novela histórica, denuncia, realista, de aventuras, negra, de amor. Es imposible no hallar lo que se busca en la vasta república de las letras.
 
Hoy es un día precioso en el que dar rienda suelta a nuestra pasión por la lectura. Un día particularmente bello en Barcelona, donde se celebra la fiesta del libro y la rosa por San Jordi. Creo que todos los 23 de abril escribo aquí, como si de la petición de un deseo a algún genio de la lámpara se tratara con la intención de que este me lea y me lo conceda, que me encantaría vivir un año el Día del Libro en Barcelona. Ha de ser una fiesta espléndida, un día sensacional con los escritores en la calle y los ciudadanos regalando libros y rosas a sus seres queridos. Pero el de hoy es un día internacional por lo que en todo el mundo habrá fastos para celebrar algo que bien merece ser festejado. Porque sin literatura el mundo sería un lugar mucho peor, probablemente un lugar no habitable. En Madrid viviremos la noche de los libros, con multitud de eventos para conmemorar como es debido este día.
 
Llega el Día del Libro en una situación muy delicada para la industria editorial. Se vende cada vez menos, por una mezcla de factores entre los que sin duda se debe incluir el desapego de una parte no poco importante de la población, que lee poco o nada, así como la piratería, que también afecta a las letras desde la irrupción del libro electrónico. No tiene por qué ser este un enemigo y sería estúpido entenderlo así. Los hay que seguimos siendo puristas y preferimos el libro de toda la vida, tocar las páginas, pasarlas, marcarlas, regresar, apreciar el tacto del libro impreso, pero sin duda el libro electrónico se abrirá paso y puede ser un gran aliado para fomentar la lectura. La literatura infantil y juvenil sí goza de buena salud en España, lo cual es una garantía importante de futuro, pues esos lectores prematuros serán los miembros de la sociedad del futuro. La lectura garantiza más y mejo educación, una menta más abierta, mejores conocimientos, más habilidades. Celebremos esta jornada festiva. Que todos los días sean 23 de abril. ¡Feliz Día del Libro!

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