Operación Palace, una osada genialidad

La enorme expectación despertada por Operación Palace, el programa que emitía La Sexta ayer a las 21:30 en el horario habitual de Salvados y elaborado por el equipo del programa que presenta Jordi Évole, queda en nada si se compara con la repercusión en redes sociales que ha tenido una vez emitido. Les supongo al corriente, pero por si acaso no saben lo que ocurrió, les explico brevemente. Bajo el formato de documental y con los testimonios de relevantes personajes de la política y el mundo de la comunicación, este documental daba a entender que el golpe de Estado del 23-F había sido ideado por todos los responsables políticos del momento en una reunión en el hotel Palace. Y, ojo, rodado e ideado por el director José Luis Garci, que también participa en el documental. Una gran farsa sobre nuestra historia reciente que habría servido para fortalecer la monarquía y la frágil democracia de entonces. 

Según la perspicacia del espectador, durante el documental hay varios momentos en los que se comprueba que es un falso documental, un artificio de ficción brillante y arriesgado. En los rótulos finales se explica que, puesto que los documentos oficiales sobre aquel día están clasificados, las versiones libres sobre el suceso de hace 33 años han sido y serán muchas y variadas. "Ojalá hubiéramos podido contar la historia real del 23-F", cuentan en esos rótulos finales. Lo dicho, una genialidad con mucho riesgo, pues es indudable que a muchas personas les sentará rematadamente mal esta ocurrencia. 

Este falso documental merece ser elogiado por su valentía y por la reflexión de fondo que nos deja. Es valiente porque Jordi Évole y el equipo de Salvados tiene un enorme prestigio y una gran credibilidad como informadores. Con medias tintas, sugiriendo más que mostrando, durante las promos de este programa se daba a entender que de verdad se nos iba a contar algo que desconocíamos del 23-F y que desmontaría la verdad oficial de los hechos. Con osadía, rompieron el código no escrito con el espectador, ese que establece que en un formato documental se van a contar verdades y que profesionales de la información reconocidos por el público no van a hacer esta clase de travesuras. Se puso, pues, a prueba no sólo la madurez de los espectadores y su capacidad de aceptar ironías y juegos audiovisuales sutiles e inteligentes sobre un suceso relevante y traumático de nuestro pasado, sino también la propia aceptación y el propio prestigio de Évole y compañía, pues quien toma la decisión de hacer una locura como esta es plenamente consciente de que habrá parte del público que se lo tome a mal. 

Me gusta que haya gente valiente. A toro pasado, lo reconozco, pues durante la emisión del falso documental y según iba comprobando que estábamos ante una versión televisiva, moderna y castiza de La guerra de los mundos de Orson Welles, pensé que el 23-F era un asunto serio con el que no convenía hacer bromas y juegos de esta clase. Pero, poco a poco, fue ganando en mí la sensación de que estábamos ante una genialidad. No tenían necesidad ninguna de arriesgar por un proyecto tan complejo como este y lo han hecho. Es gente valiente. Asentada, con gran aceptación del público y de la crítica. Se han ganado con su excepcional trayectoria en el programa Salvados ese reconocimiento. Y ayer arriesgaron, jugaron, salieron con todo. No cabe sino quitarse el sombrero

Este falso documental deja varias reflexiones interesantes. Primera, es una llamada de atención al espectador que viene a demostrar de forma directa y brusca que no hemos de creernos todo lo que se emite por televisión, que con ingenio y talento se puede construir una mentira que explique una verdad, como sugería juguetón el eslogan publicitario que anunciaba este espacio. No es una reflexión menor en estos tiempos que corren de tanta saturación informativa en los que la premura en dar la información se prioriza en tantas ocasiones por delante de la constatación de la noticia. Primero se da y luego se comprueba. O tiempos en los que no es difícil colocar versiones falsas de hechos reales, haciendo pasar por ciertas imágenes retocadas o tomadas en un lugar distinto del que se cuenta. 

La segunda reflexión interesante es la propia crítica que se hace en el falso documental sobre el hecho de que la información oficial sobre el 23-F esté clasificada. La mejor forma de fomentar teorías alternativas a la oficial y de alentar las interpretaciones conspiratorias es ocultar la información oficial. Porque el programa de ayer debió de sentar mal a personas que se vieron engañadas y que piensen que con un asunto así no se debe jugar o bromear, pero también caería como un tiro entre aquellos conspiradores, que haberlos haylos, que sostienen que el 23-F fue precisamente lo que sugería el falso documental, un teatrillo elaborado de antemano para fortalecer la democracia y la figura del rey. Es una forma de criticar que esos papeles oficiales no se conozcan y también un inteligente tirón de orejas, una sagaz autocrítica a esa tendencia tan nuestra de buscar tres pies al gato y de abrazar a la primera de cambios cualquier enrevesada teoría conspirativa sobre hechos relevantes

Una tercera conclusión clara de esa Operación Palace es que con él sus creadores buscan calibrar la madurez de la sociedad española y su capacidad de convivir con su pasado más gris y traumático. La capacidad o no de reírnos y permitirnos hacer artificios como este sobre sucesos que marcaron nuestra historia reciente. Un programa así 10 años después de la intentona golpista no se podría haber emitido, porque ni las cadenas lo hubieran aceptado ni la población estaría preparada para ello. Han pasado 33 años y esta vez no ha sido un aniversario más sobre un suceso lejano y trascendente de nuestra historia. Con este programa también se ha puesto a prueba si somos capaces de mirar con ojos más maduros ese suceso, si digerimos enfoques nuevos y osados como este

En resumen, Évole y compañía se llevarán hoy muchos elogios y también muchas críticas. Creo que desde el momento en el que decidieron acometer tal empresa eran conscientes de que así sería. De ahí precisamente su valentía. No todo el mundo aceptará de buena gana su travesura audiovisual. Creo que es muy valioso y rompedor lo que presentaron ayer. Digna de elogio también la colaboración de tantas personalidades de la política y el periodismo, así como la de Garci en esta osada genialidad que es Operación Palace

Comentarios