Emotivo adiós a Luis Aragonés

El mundo del fútbol ha despedido este fin de semana a Luis Aragonés, ex futbolista y entrenador que falleció el viernes. El sábado nos despertamos con la triste noticia de la muerte de un hombre temperamental, de fuerte carácter y hondo conocimiento del fútbol. Un personaje excesivo, de la vieja escuela. El sabio de Hortaleza, como se le conocía era un hombre de fútbol con una dilatada trayectoria en el campo y en los banquillos. Su gran obra, por la que sin duda más se le recordará siempre, fue el giro que dio en la selección española, la construcción  de ese equipo temible para sus rivales, el del juego bonito, el de los bajitos al mando, que dio la vuelta a la historia de fatalismo de España en las grandes competiciones. Aragonés consiguió la Eurocopa de 2008 y dejó el camino sembrado para que, ya con Del Bosque en el banquillo, La Roja conquistara el primer Mundial de su historia dos años después y repitiera triunfo en la Eurocopa en 2012. 

Aragonés nunca fue un hombre sentimental, o no aparentaba serlo al menos, quién sabe, pero la despedida que le ha rendido el mundo del fútbol en todos los estados de las distintas categorías durante la jornada disputada este fin de semana ha sido muy emotiva. Seguro que le haría sonreír el cariño y el respeto con el que futbolistas, entrenadores, directivos y, sobre todo, aficionados se han despedido de él y le han rendido homenaje. Se le llamaba sabio por su conocimiento del deporte que fue su vida. Los que entienden de fútbol destacan su valía como entrenador y también su capacidad para motivar e implicar a los jugadores, el componente psicológico que todo buen gestor de un grupo debe tener. A su manera y con un estilo muy peculiar, Aragonés arengaba a los suyos, siempre tratándolos de usted. 

Ese trato de usted de Luis Aragonés hacia sus futbolistas, veinteañeros o treinteañeros, aportaba respeto por parte del entrenador, marcaba distancias y significaba lo en serio que se lo tomaba todo. Pero eso no significa que el entrenador nacido en el madrileño barrio de Hortaleza fuera la clase de entrenador que deja a los suyos tirados. Era capaz de echarle la bronca públicamente a uno de sus jugadores si entendía que no lo estaba haciendo todo lo bien que podía, sí, pero también defendió siempre a su equipo sin fisuras. 

La personalidad del hombre que cambió la historia de la selección española de fútbol era muy especial. Recordamos célebres frases suyas en ruedas de prensa o en entrenamientos. Algunas desafortunadas, aunque también algo sacadas de contexto y que desquiciaron bastante a todo el mundo en este tiempo nuestro en el que manda lo políticamente correcto. Era como era. Especial. Capaz de abroncar a un futbolista, de llamar a un rival por un nombre distinto al suyo para intentar desconcertarle, de motivar a sus hombres picándoles con otros futbolistas. Tenía, dicen quienes lo conocieron, un sentido del humor muy fino. Nos deja también varios titulares simpáticos en célebres ruedas de prensa como aquella en la que habló de su amigo el sexador de pollos. Era alguien distinto, de gran carácter y muchos altibajos en su vida personal al que el fútbol le daba la vida, cuentan. 

Atlético de pura cepa, en el Vicente Calderón se le recordó ayer con especial sentimiento. El mejor homenaje a su memoria, sin duda, la victoria que situó al conjunto atlético como líder en solitario de la Liga. Tiene ante sí el equipo rojiblanco una gran ocasión de romper la hegemonía de Madrid y Barcelona, algo que sería muy saludable para el fútbol español, por cierto. Abrir el abanico de posibles ganadores. Se recordó a Aragonés con los ocho primeros minutos de partido en silencio (su dorsal en el equipo colchonero) y en ese momento se ovacionó al ex futbolista y entrenados del equipo y se coreó su nombre. 

Mito atlético pero, ya digo, sobre todo hacedor de la mejor selección española de siempre. Decidió darle una vuelta al equipo nacional. No le debió de resultar nada fácil, pero cambio el sistema, el modelo de juego y los jugadores. Dio carpetazo al tiempo de Raúl en la selección, vaca sagrada hasta entonces por su apabullante trayectoria profesional. Nadie podrá decir que el tiempo no dio la razón a Aragonés. Puso a los bajitos (Xavi, Iniesta y compañía) a maravillar con su fútbol en el centro del campo. Concedió al equipo una personalidad y un estilo de juego propio. Jugó también en el campo psicológico, de motivación. Más que la final de la Eurocopa 2008 ante Alemania, en la que España ganó gracias al solitario gol de Fernando Torres, es el partido de cuartos que ganó ante Italia por penaltis el que cambió la historia de La Roja. La maldición de cuartos y los complejos quedaron atrás. España avanzó hacia el triunfo y lo logró. 

La federación española decidió contratar a Vicente del Bosque. No se actuó de la mejor forma posible con Luis Aragonés, más que por el hecho en sí de buscarle sustituto pese a haber ganado la Eurocopa, porque no se le informó a tiempo de ello y casi se enteró por la prensa. En todo caso, mostrando su inteligencia, Del Bosque no rompió una dinámica triunfadora ni un esquema glorioso que había montado su antecesor. La inteligencia y el buen hacer también se muestran,  de forma muy significativa además, sabiendo reconocer el trabajo bien hecho de los demás y conservando aquello que funciona. No todo el mundo es así. Muchos probablemente hubieran pretendido darle su toque personal a la selección cambiándolo todo. Del Bosque tuvo el acierto de continuar la senda que dejó labrada Aragonés. Con los méritos del entrenador salmantino y de la mejor generación de futbolista de la historia de España, la selección ganó Mundial y Eurocopa en las siguientes citas. Cuando se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes tras ganar el Mundial, Luis Aragonés fue invitado a subir al escenario junto a Del Bosque y a los capitanes de la selección en una representación perfecta de a quiénes debíamos los españoles tantas alegrías colectivas en momentos de crisis. En lugar destacado, sin duda, merece estar el sabio de Hortaleza. Descanse en paz Luis Aragonés. Un técnico de los de antes. El hombre que cambió la historia de la selección. Alguien que será siempre recordado. 

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