El caso Neymar

El fútbol, deporte rey, atracción de masas, vive en su propia burbuja. No se trata de extraer una conclusión general de un caso particular, las presuntas irregularidades en la contratación del brasileño Neymar por parte del Barcelona, ni de hacer una moción a la totalidad del funcionamiento de este deporte en nuestro país. Pero bien sabemos que no es sólo este caso el que genera incertidumbres sobre presuntas actitudes financieras dudosas. El fútbol ya es, antes que cualquier otra cosa, una máquina de hacer dinero, un inmenso negocio que mueve enormes cantidades de dinero. Al margen de lo obsceno que resulta esa dimensión que ha adquirido este deporte, y el deporte de élite en general, con sueldos estratosféricos y poco defendibles en los tiempos que corren, se deben extremar las cautelas para que esos movimientos de dinero cumplan estrictamente con la legalidad. 

Las presuntas irregularidades fiscales en el contrato de Neymar costaron el puesto de presidente a Sandro Rossel, imputado por la Audiencia Nacional, y ha llevado a la imputación como persona jurídica del Fútbol Club Barcelona. El nuevo presidente del equipo, Josep María Bartomeu, compareció ayer en rueda de prensa acompañado por el vicepresidente económico, Xavier Faus y el vicepresidente Manel Arroyo. Fue una rueda de prensa esperpéntica en la que los responsables del club deslizaron teorías conspiratorias, cómo no, y trataron de hacer comulgar a la gente con ruedas de molino. Podrían estar horas y horas intentando argumentar que es lógico pagar 13,5 millones de euros a la Agencia Tributaria sin aceptar ninguna irregularidad, pero seguiría sonando tan estrambótico y poco creíble como suena ahora. 

Tirando de discurso victimista, como el de aquellos futbolistas o entrenadores que no saben perder y siempre echan la culpa al árbitro de sus derrotas, Bartomeu declaró: "vivimos una situación que va muy rápida, con una celeridad que no es normal. Es muy raro, todo va muy rápido y no entiendo el porqué. Es la Audiencia Nacional quien lo está haciendo. Eso sí, aunque tardemos años, no pararemos hasta que consigamos tener la razón". Lo peor es que estoy convencido de que habrá aficionados del Barça que vean en este proceso judicial contra un presunto delito cometido por los directivos del club poco menos que una persecución a su equipo. Confío en que esta postura sea minoritaria y la gente sepa distinguir algo tan banal como ser de un equipo de fútbol, aunque sentimentalmente pueda ser importante, como la comisión de un presunto delito cometido contra la Hacienda pública, es decir, contra todos los ciudadanos. También los más fanáticos seguidores del club. 

Los directivos del Barcelona explicaron ayer que si tuvieran que volver a contratar a Neymar lo harían de la misma forma que lo hicieron. Después de conocerse la imputación de Rossel y que la Audiencia Nacional abrió una investigación por presuntos delitos en el proceso, el equipo encargó una auditoría a Deliotte en la que, dijeron ayer, se concluía que la operación había sido legal. Pese a ello, el Barça encargó a otros dos bufetes, Cristóbal Martell y Cuatrecasas, sendos informes sobre la operación y en ellos se establecía que no había riesgo de apropiación indebida, uno de los presuntos delitos que se investigan, pero les hicieron varias recomendaciones en el ámbito fiscal. En concreto, hacer una declaración complementaria ante el riesgo de que la Agencia Tributaria pudiera interpretar como simulación contractual algunos apartados de la operación. De ahí el pago de 13,5 millones de euros, para cubrirse las espaldas, vinieron a decir. Por lo que pudiera pasar. El presidente del Barça dijo que era extraño que la Audiencia Nacional imputara al club sin consultar antes con la Agencia Tributaria y sin darle tiempo a presentar esa declaración complementaria. 

La Justicia deberá determinar si existieron o no irregularidades en la contratación de Neymar. De entrada, las explicaciones de los directivos del Barcelona parecen poco creíbles. ¿Pagar 13,5 millones sin asumir que algo se ha hecho mal? Lo importante en este caso y en todos los que rodean al fútbol es que la bufanda y el forofismo no nublen el juicio de la opinión pública. El fanatismo es mal compañero y, aunque sea descabellado y poco sensato pensar que la Justicia (o hasta el Estado) organizan tramas para atacar a un equipo de fútbol determinado, no faltará quien así lo crea. Tampoco faltará quien justifique esas presuntas irregularidades o mire para otro lado siempre que ocurran en su equipo, mientras que si suceden en el de enfrente sobreactuarán y hablarán de escándalos insoportables. Visto desde la distancia y con un mínimo de objetividad, no estamos hablando de una operación menor, de unos miles de euros. Se mueve mucho dinero en el fútbol y la opacidad o los tratos de favor a los clubes deben terminar. 

Las deudas de los equipos de fútbol con Hacienda, que se consienten a estas sociedades mucho más y con mucha más comprensión que a cualquier otra, es otro de los puntos oscuros que deben aclararse. Por mucha afición que haya al fútbol, por mucho que sepamos (lamentablemente) que si se exige el cumplimiento de la ley a un equipo o se toman medidas contra él la afición del club se manifestará con más ímpetu que cuando les recortan derechos sociales. El fútbol no puede vivir en su burbuja de protección. La investigación de la Comisión Europea a varios clubes, entre ellos Madrid y Barcelona, por presuntas ayudas del Estado es otro de esos aspectos que se deben mejorar. En el fútbol, por último, han tenido cabida personajes de dudosa moralidad que encima se han protegido con la bufanda de su equipo cuando les han descubierto sus chanchullos. Ahí está José María del Nido, expresidente del Sevilla, condenado por corrupción que se despidió del cargo con un surrealista grito de "Viva el Sevilla" en su última rueda de prensa que fue coreada por palmeros que al parecer estaban a gusto riéndole las gracias a un delincuente. Y no sólo eso, sino que presidentes de otros equipos firmaron una petición para que al pobre Del Nido se le indultara. En fin, que hay varias cosas que apestan en el fútbol, algo que ya es más negocio multinacional que deporte. Es muy divertido y no lo critico, ojo, pero sí creo que todos, aficionados o no, debemos exigir pulcritud en una actividad que tanto dinero genera

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