Resumen cultural del 2013

2013 ha vuelto a ser un año duro para la cultura en España. Por la crisis económica, que obliga a los ciudadanos a comprar menos libros o acudir menos al teatro de lo que desearían, y por la perseverancia en el error y la tozudez del gobierno que ha mantenido el IVA cultural en el 21%. Una anomalía respecto a todos los países más avanzados de nuestro entorno, que comprenden la trascendencia de la cultura y tienen por ello un tipo reducido para ella. En cualquier caso, las penurias económicas no han impedido que este año que hoy dejamos atrás nos haya regalado grandes obras del cine, la literatura, el teatro o la música. 

La cultura es la mejor compañera de viaje. Una compañera imprescindible. Nos ayuda a entender mejor el mundo en que vivimos. Nos da herramientas para afrontar con mayores garantías la vida. Nos hace reír, llorar, reflexionar, pensar. Nos conmueve. Nos sacude. Agita conciencias. Es la más inspiradora de las diversiones. Es un refugio cuando todo ahí fuera se tambalea. Un modo de construir nuestra personalidad, de hacernos mejores. Siempre será menos dura la realidad con un buen libro en las manos. Siempre entenderemos mejor el mundo que nos rodea gracias a la labor de una buena obra. Siempre tendremos la tregua de hora y media o más en las salas de cine para dejar en la puerta la realidad, o para acercarnos a ella a través de la ficción con otros ojos, con otra disposición. Siempre nos agitará la buena música y nos entusiasmará el buen teatro. El deseo para 2014, personal y para todos los lectores del blog, es que la cultura no deje nunca de hacernos compañías en esta aventura inexplorada y enigmátca que es siempre un nuevo año. 

Precisamente por lo que tiene de experiencia individual, personal, intransferible la cultura, este resumen del año combinará mis lecturas o películas favoritas con lo más relevante que, de forma general, ha ocurrido en el mundo de la cultura. Este año comencé a compartir en el blog una reseña de cada libro que leo, como ya venía haciendo con las películas que veo en el cine (siempre menos de las deseadas). Han sido muchas lecturas, pero hay dos obras que me han fascinado este año. Una es el lúcido y necesario ensayo de Antonio Muñoz Molina Todo lo que era sólido. Es una obra que hay que leer. Muy recomendable si todavía no ha hecho el encargo a los Reyes Magos. Y si lo ha hecho, procure añadirlo a la carta. En él, Muñoz Molina, Premio Príncipe de Asturias de las Letras de ese año, reflexiona sobre los últimos años en España. Lo que nos ha conducido a la crisis, tantos y tantos excesos. Es una radiografía sobre la burbuja, pero no sólo. Es una radiografía sobre todo un país. Sólo hay una forma posible de acercarse a esta obra: con la mente abierta, despojada de prejuicios, y con ganas de comprender en toda su dimensión los sabios razonamientos de su autor. Cuando pase la crisis y dentro de muchos años queramos entender qué ocurrió y cómo éramos los españoles entonces (ojalá para ese futuro hayamos mejorado), será imprescindible leer esta obra. 

El otro libro que me ha fascinado este 2013, aunque fue publicado en 2012 (y elegido entonces libro del año por publicaciones como El Cultural) es Yo confieso, la prodigiosa novela de Jaume Cabré sobre el perdón, la amistad, el amor, la cultura, la culpa, la redención... Es una novela excepcional que ocupa ya un lugar especial en mi biblioteca y en mi memoria. Es un libro muy extenso, pero eso no debe ser osbtáculo para acercarse a él. No saben lo que se estarían perdiendo. Adrià Ardevol cuenta en primera persona, en género epistolar, su vida. Sus amores, su familia, su amistad con Bernat, su trayectoria profesional. Varias historias de distintas épocas confluyen en las páginas de la novela. La maestría y excelencia con la que el autor junta todas las piezas del libro al final del mismo provoca en el lector una sensación indescriptible. Aquella que se siente cuando se goza de la literatura en mayúsculas. 

Este año, José Manuel Caballero Bonald recogió el Premio Cervantes y cautivó con un vibrante discurso sobre el poder de la literatura, y especialmente de la poesía, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá. Como muestra de ese brillante discurso, este pasaje en el que habla de la importancia para él de los libros que ha leído a lo largo de su vida: "Todos ellos constituyen como una especie de espejo múltiple donde me veo frecuentemente reflejado, y en todos ellos se alojan no pocos de mis descubrimientos de la vida precisamente porque también en esos libros descubrí otras vidas, experimenté la sensación de que algo había allí que me ofrecía la posibilidad de compartir un mundo ignorado y excitante". Alice Munro, por su parte, fue galardonada con el más prestigioso premio de las letras, el Nobel de literatura. 

En cine, este año he visto mucho cine español (La gran familia española, Stockholm, 15 años y un día, Los amantes pasajeros), pero también dos notables películas argentinas (El estudiante y Tesis sobre un homicidio) y varias cintas estadounidenses (El lado bueno de las cosas, Lincoln, Blue Jasmine). Los debates de siempre sobre la calidad del cine español, consistentes básicamente en los prejuicios de algunos (este año, expresados con nitidez por un ministro) carecen de fundamente. Se ha hecho, como todos los años, películas olvidables (alguna de ellas está entre la lista de arriba) y otras, también presentes arriba, muy buenas y originales. Descalificar la cine español así, con esa etiqueta, parece proceder tan sólo de cuestiones que poco tienen que ver con el cine. Con prejuicios y otras razones. Si la gente que critica la calidad del cine español de verdad se acercara a ver películas españolas, encontraría que hay obras muy malas, sí, pero también (y creo que inclinando las balanzas) grandes filmes. 

En la pasada edición de los Goya, arrasó la versión muy personal de Blancanieves de Pablo Berger; mientras que los Oscar estuvieron muy repartidos, con Argo, la cinta de Ben Affleck sobre la crisis de la embajada estadounidense en Irán, alzándose como mejor película. En España, la fiesta del cine llenó las salas. Durante tres días, el cine tuvo precios baratos (en torno a 3 euros) y el aumento de espectadores fue sensacional. Sin duda, esa fiesta debe conducir a una reflexión en la industria y en las distribuidoras. El éxito arrollador del evento demostró que a la gente sí le gusta el cine, pero que no va tanto como desearía por el precio de las entradas. Por tanto, es necesario un debate sobre este tema y cambios para atraer a los espectadores, sin duda, pero este asunto no resta gravedad a la torpe subida del IVA cultural ni a la dañina piratería que campea a sus anchas por la Red. 

Mi año teatral en Madrid ha vuelto a estar compuesto por dos musicales magníficos. A comienzos de año disfruté de Sonrisas y Lágrimas y hace unos meses hice lo propio con el musical basado en las canciones de Mecano Hoy no me puedo levantar. También he reído con el monólogo de larga éxito en Madrid Espinete no existe, de Eduardo Aldán. Si de arte y exposiciones hablamos, disfruté con la impresionante exposición Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio

Este año que acaba nos ha dejado la muerte de grandes personalidades del mundo de la cultura en distinto ámbitos. Entre otros, se han marchado los actores Pepe Sancho, Alfredo Landa y Fernando Guillén; la actriz Sara Montiel; el productor Elías Querejata; el director Bigas Luna y el cantante Manolo Escobar. El mundo de las letras, la economía y la filosofía lloró al maestro José Luis Sampedro y el periodismo perdió la sonrisa  y el buen hacer de Concha García Campoy

A pocas horas de que termine el año escribo este artículo. Concluyo con mis mejores deseos. Un 2014 con salud, que siempre es la condición indispensable para todos lo demás, en el que la crisis se marche de una vez por todas, haya oportunidades laborales y en el que no falte ni un sólo día la cultural. ¡Feliz año nuevo!

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