El cantar de Mio Aznar


El expresidente del gobierno José María Aznar ya tiene listo el segundo ejemplar de sus memorias, que en breve saldrá a la venta. Ayer conocimos algún anticipo de las mismas y ya sabemos (lo podíamos intuir, ciertamente) que están cargadas de arrogancia y autocomplacencia. Aznar se quiere mucho a sí mismo. Debe de ser algo propio del cargo de expresidente. Ahí está Felipe González, que ha creado una fundación con su nombre para estudiar su propio legado. Esto lleva a pensar que tienen el síndrome de Napoleón. Se creen grandes estrategas, líderes mundiales, hombres de Estado. El mundo debe conocer su sabiduría, deben compartir con todos sus hazañas pasadas y sus sólidos principios. Y en ese plan. Se adoran y qué mejor para alguien así que mirarse al ombligo para escribir un libro en el que alardear de todo lo que se hizo, aunque sea de bravuconadas intolerables en un demócrata.

No sé muy bien por dónde empezar. Si por la parte en la que desvela que el CNI no pudo confirmar la autoría de los atentados del 11-M, a pesar de lo cual su gobierno engañó a la población española afirmando que había sido obra de ETA; o por aquella en la que presume de haber sido él el gran ideólogo de la heroica toma del peñon del Perejil frente a la opinión del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). Ya digo, cual mio Cid. Es ilustrativo leer esa parte de sus memorias, porque retratan muy bien al personaje. Él se siente poderoso liberando y reconquistando para España ese trozo de tierra donde habían entrado cuatro abueletes marroquíes. 

Y así todo. Todo lo que hizo Aznar recibe el beneplácito y el elogio del propio Aznar en sus memorias. Decidirse a escribir sobre uno ya tiene un cierto punto de vanidad innegable. Pero bueno, lo hace mucha gente. Aznar fue presidente del gobierno ocho años. No le faltarán experiencias que revivir. Pero se ve que ni ha intentado el ejercicio de ser honesto consigo mismo y con su pasado. Aznar sigue adorando la obra política de Aznar. Se quiere y con este libro defiende, básicamente, que él es lo mejor que le ha pasado a España desde Dios sabe cuánto. O ese parece el tono del libro, según los avances conocidos ayer. 

Tampoco tiene desperdicio lo que cuenta Aznar sobre la toma de posesión de Zapatero. Ya saben, político elegido democráticamente en las urnas. Pues bien. Su antecesor hace un relato peculiar de esa toma de posesión. Tal que así: "Investidura. Discurso de Zapatero en un tono de Zapatero del que ya se ve el fondo: diálogo, más diálogo, solo diálogo, frente a mi prepotencia y autoritarismo"..."Abre todos los problemas sin cerrar ninguno: reforma constitucional, reforma de los Estatutos, retroceso antiterrorista. Actitud clara de intentar aislar al PP: el todos contra el PP. De economía no habla; matrimonio homosexual, igualdad, etc. Vuelco exterior. No se cita la retirada de las tropas de Irak". ¿Cómo define Aznar a su sucesor en Moncloa por la decisión de los españoles en las urnas? "Presidente con el apoyo de comunistas e independentistas" con un talante que es la "nueva majadería de lo progre correcto". 

Qué decir del pasaje en el que Aznar desvela una conversación privada con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. Probablemente, es la parte más desoladora de su intervención, porque no gusta leer a un expresidente del gobierno presumir, como hace de manera descarada, de que si él de verdad hubiera querido apoyar un golpe de Estado en un país extranjero, ese abría triunfado. Talante democrático por los cuatro costados. "Mira, Hugo, si yo hubiera querido dar el golpe y lo hubiera organizado, te aseguro que tú ahora no estabas aquí". De eso alardea Aznar en sus memorias. De haberle dicho algo tan nauseabundo a un jefe de Estado. Cuenta que es falso que España apoyara el golpe, pero duele que Aznar presuma de su aparente capacidad para que golpes extranjeros sean un éxito. ¿En qué momento un gobernante mundial le dice a otro que, si hubiera apoyado un golpe de Estado contra él, ya no estaría en el poder? Estremecedor y retrato de la prepotencia sin límites del personaje. 

Hay un capítulo en el que habla de la cultura. Cuenta Aznar que ha "sentido siempre una inclinación muy definida hacia la historia y la cultura". Estupendo. Un párrafo a contar lo mucho que quiere a la cultura para después, ¿a que no lo adivinan?, criticar a los artistas españoles. Ya saben. Tan sectarios como son ellos. "Me parece necesario que en nuestro país la cultura se resista a que la arrastren hacia el sectarismo, para no convertirse en un instrumento de confrontación y descalificación cainita". Es gracioso leer a Aznar clamar contra el sectarismo y la confrontación tras leerle descalificar y ridiculizar a su sucesor en el cargo de presidente del gobierno. Es llamativo que precisamente Aznar, máximo exponente del sectarismo ideológico con su evidente desprecio hacia "la izquierda", dé lecciones sobre lo malo que es el sectarismo.Estoy de acuerdo en esa argumentación. Pero de verdad. Por eso me desagrada que un expresidente del gobierno enfangue de esta manera el debate político. No asume que su tiempo ya pasó (tal vez quiera regresar) y se ve a sí mismo como el mejor presidente de la historia de España. Todo su legado es esplendoroso y glorioso. Todos los que llegaron detrás (incluido el actual presidente, a quien él nombró a dedo para sucederle al frente del PP, a tenor de las pullas que le ha lanzando últimamente) no han hecho sino empeorar su magna obra, parece querer decir Aznar. Y el problema es que se lo cree a pies juntillas. 

Hay democracias avanzadas donde los expresidentes del gobierno continúan ejerciendo cierto papel para su país. Donde se respeta a quienes han ejercido ese cargo, al margen de ideologías. Hay países donde cuesta mucho encontrar a expresidentes haciendo declaraciones altisonantes contra quienes ejercen ahora la responsabilidad de la presidencia del gobierno. Existen esas democracias avanzadas, creo, pero en España no hemos hecho intención de parecernos a ellas ni en este tema ni en muchos otros. Así nos va. Lo que está claro es que el puesto de expresidente en nuestro país es bastante lamentable. Lo han denigrado  Aznar y González. 

 Aznar y González siguen interpretando el mundo como lo hacían ellos en su época, cuando ya no es ni parecido. Empezado por ahí. Además, se creen con autoridad para determinar el debate político actual en sus partidos y en España. Defienden su legado y desprecian el trabajo de todos los demás. Se niegan a aceptar errores. Los expresidentes tienen una experiencia que podría ser muy valiosa para el país, pero en estos dos casos, optan por dar conferencias y entrevistas incendiarias mientras se llenan el bolsillo en consejos de administración de empresas privadas. Renunciaron ambos al puesto en el Consejo de Estado, que sí aceptó Zapatero. Parecen claras su prioridades. Parece claro, qué curioso, que desde que pasaron a ser ex, las semejanzas entre González y su sucesor crecen y crecen. Zapatero, de momento, parece haber optado por una actitud prudente en lo que se refiere a entrar en el debate político actual. Y creo que es una actitud razonable y elogiable. Aznar, mientras, pontifica y construye esta gran gesta de sí mismo, que bien podría haberse llamado El cantar del Mio Aznar, pero que ha titulado con un más sencillo El compromiso del poder. Aznar en estado puro. Sigue con la autoestima por las nubes. 

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