El taller de escritura

Los lectores tendemos a catalogar las novelas en distintas categorías. A veces, de manera algo injusta. Yo, el primero. El taller de escritura, de Jincy Willet, tiene, de entrada, todas las papeletas para entrar en al categoría de lectura entretenida, ágil, sin demasiadas pretensiones ni complicaciones. En parte cumple con esa creencia, pero sólo en parte. Yo soy de los que piensan que todo tiene su momento. Prácticamente leo cualquier tipo de género y creo que hay momentos en los que apetece más leer complejas historias de apabullante brillantez literaria y complejidad argumental y otros en los que esas lecturas amenas entre las que englobo, en parte, a este libro me parecen la mejor opción.

Perdón por la breve disertación, pero enseguida retomo el hilo. Esto de lo que hablo, poner etiquetas a las novelas, ocurre mucho con los best seller, o éxitos de venta. Esos libros que atrapan a muchísimos lectores de manera directamente proporcional al desdén y menosprecio que despiertan entre la crítica literaria. La calidad de una obra, para empezar, es algo totalmente subjetivo. Pero, en efecto, estos libros (pienso, por ejemplo en las obras de Dan Brown) ciertamente no son ninguna cumbre en la historia de la literatura. Pero, por qué no, hay momentos para todo. También para obras no excesivamente elaboradas y de escasa brillantez. Además, en esa crítica furibunda a las novelas que son éxito de ventas solemos olvidar que el hecho de publicarlas permite a las editoriales apostar por obras mucho más minoritarias que, de otro modo, sin ese margen económico que le otorga el best seller, probablemente no serían impresas.

Ahora sí, me centro en la crítica de El taller de escritura. Es una novela muy entretenida y bien escrita. La obra atrapa, pues presenta una historia de gran suspense e intriga. Amy Gallup, antigua escritora de éxito, se dedica a dar clases en un taller de escritura. Tras saborear las mieles del triunfo y ser feliz junto a su marido Max, fallecido hace años, ahora su único vínculo con la sociedad son las clases de escritura creativa que da en la universidad. La obra comienza con el inicio de uno de esos cursos y la profesora estudiando cómo es cada uno de sus nuevos alumnos y qué opciones tiene de poder formar un grupo suficientemente numeroso como para que salga adelante. En la clase se dan cita todo tipo de personajes. Una joven con problemas mentales que lleva años acudiendo al mismo curso impartido por Amy, a la que idolatra, un doctor resabido, una mujer mayor convencida de su talento literario, dos chavales jóvenes, un hombre bromista, otro reservado... 

Muy pronto, descubrimos que uno de esos alumnos se dedica a gastar bromas de mal gusto a sus compañeros y a la profesora. Desde el anonimato, hace llamadas amenazantes, da sustos a sus compañeros o les escribo comentarios soeces y malsonantes a los relatos que aquellos llevan a clase para que la profesora y el resto de alumnos evalúen. El francotirador, así es cómo llamarán a ese personaje misterioso dentro de la case. Y la novela consiste en ver la evolución en la gravedad de sus acciones, el recelo que despierta dentro de la clase saber que uno de esos compañeros es un ser perturbado, pero a la vez lo excitante que parece resultar esa situación para algunos de ellos. Todo ello, mientras vamos conociendo algo más la personalidad y el pasado de la profesora, que es una historia muy interesante la suya, y mientras la clase continúa, no sin dificultades. 

Tiene, por tanto, también este libro un componente metaliterario. Se incluyen en la novela pasajes de las clases de escritura que imparte Amy en la universidad al grupo. También se incluyen fragmentos de los relatos que lleva cada alumno, lo que es un ejercicio de ingenio literario por parte de la autora, que logra mostrar estilos totalmente diferentes en cada uno de esos fragmentos de relatos que atribuye a uno u otro alumno. Precisamente ese estilo o el tema tratado en los relatos serán elementos que la profesora y los alumnos utilicen para intentar desenmascarar al  francotirador, del que desconocemos su personalidad hasta las últimas páginas, como debe ser en una novela donde la intriga va in crescendo. Se incluyen, pues, reflexiones sobre la escritura y la literatura en general, siempre con la tensión de ir viendo cómo las acciones del anónimo alumno que está decidido a hacer la vida imposible al resto de compañeros, y que parece disfrutar con ese juego, van aumentando su seriedad. Juega la autora con el lector, para intentar ser uno más en esa investigación sobre quién está detrás del personaje misterioso. Y lo hace construyendo un relato entretenido y ágil, como decíamos al principio, pero no sólo. También de un considerable talento literario, de una construcción de personajes atinada y de una notable originalidad. 

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