Los amigos del crimen perfecto

Primera novela de Andrés Trapiello que cae en mis manos. Los amigos del crimen perfecto es un libro que habla sobre la novela negra, pero desde luego no cumple los cánones del género. El título alude a un grupo de amantes de la literatura policíaca que se reúnen en el Café Comercial de Madrid a debatir sobre los crímenes de las novelas, la construcción de las tramas, las motivaciones que guían a los asesinos y las condiciones que debe reunir un crimen perfecto para ser considerado como tal. Esos mismos personajes destriparían probablmente este libro si lo leyeran, como hacen con otras novelas que relatan crímenes en sus páginas. Ahí está el juego de la obra de Trapiello y su gran interés. 

Al frente de ese grupo está Paco Cortés, alias Sam Spade, un escritor de novelas policíacas de tres al cuarto.La obra está ambientada en 1981 y el gran acontecimiento político de aquel año en nuestro país también pasará por sus páginas, siempre como telón de fondo para las historias personales de los componentes de la agrupación literaria Amigos del Crimen Perfecto, (en adelante, ACP). Un policía algo quemado en su trabajo, un sacerdote peculiar, un joven estudiante universitario, un abogado...  

La novela es peculiar. Habla sobre detectives, crímenes e investigaciones, pero no es una novela negra en sí misma. O no sólo. O no especialmente. Porque, en realidad, el hecho que traslada de la ficción a la realidad las investigaciones sobre crímenes de los miembros del ACP ocurre en la página 211. Ahí sucede el hecho clave y, desde ese momento hasta el final, la novela adopta otro ritmo y otro tono, casi en forma de novela de detectives exprés, dejando la primera parte de la obra como una introducción a la vida de los miembros de los ACP. De esta forma, la obra transcurre durante la mayor parte de la historia entre discusiones metaliterarias sobre el género y la narración de los problemas laborales y personales de Cortés y el resto de miembros del grupo. No le faltan interés a esas historias, pero la verdad es que durante bastante tramos de la obra uno no tiene demasiado claro el rumbo que toma la misma. Avanza a paso algo confuso, bacheado. Ya digo, muy bien narradas todas las situaciones y con toques incluso de maestría por ese juego que propone en toda la novela de mirar con ironía al género de novela negra, pero con un ritmo algo irregular, inseguro. Pausado, pero a veces poco satisfactorio. 

En cualquier caso, creo que ese punto de innovación que aporta Trapiello a la novela negra, la "vuelta de tuerca" de la que habla la contraportada de la editorial Destino, resulta muy interesante. No podría describir todas esas novedades sin desvelar parte de la trama, así prefiero callarme. En todo caso, diré que siempre es atractivo que se aborden en una novela reflexiones sobre la propia literatura, en este caso de un género concreto. El momento en el que la ficción pasa a la realidad, en el que los debates y las investigaciones sobre crímenes no están ya en las páginas de los libros, sino en la vida real, es en el que gana peso esta obra. La parte anterior de la novela, sosegada, relatando sucesos que parecen no tener demasiada relación con nada que tenga que ver con la novela negra o los crímenes perfectos, queda como una especie de introducción a la parte final de la novela. Ojo, nada despreciable, pero sí con bastante menos pulso literario. 

Otro factor diferencial que añade Trapiello en relación a las novelas negras clásicas es el punto humano de los personajes de la novela. Aquí conocemos sus historias, sus sinsabores. Quien estará llamado a investigar un crimen, el fondo, es un antihéroe, no se parece en nada, o en casi nada, a esos detectives bebedores, mujeriegos, chulos y con enorme autosuficiencia que tanto enganchan en las novelas negras, prototipo del género. El investigador privado sagaz, siempre con respuestas ingeniosas para cada situación, con ninguna aversión al riesgo. El cruce, en fin, de lo que ocurre en las novelas negras y la vida real es lo más destacado de esta novela. Una obra algo irregular, que va por rachas y se puede separar en dos partes claramente diferenciadas, pero que finalmente logra dejar un buen recuerdo en el lector. 

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