La salud del rey


El rey volverá a ser operado de la cadera izquierda, debido a una infección de la zona próxima a la prótesis que le fue implantada en la última intervención. Una complicación que ocurre, según los expertos médicos, sólo en el 1% de los casos. Al monarca le ha tocado la china y tardará en recuperarse entre dos y seis meses. Probablemente, tendrá que pasar dos veces por el quirófano. En las últimas apariciones públicas del Jefe del Estado cualquiera podía apreciar ese empeoramiento evidente en su estado físico. A sus 75 años y tras numerosas operaciones en los últimos tiempos, las fuerzas parecen haber abandonado al rey. Pasa mucho y es bastante normal a esas edades. No conviene autoengañarse, que parece que es lo que está haciendo el monarca, ni tampoco edulcorar la realidad con pamplineros discursos cortesanos, que es lo que están haciendo algunos medios. 

El viernes fue un día de muchos rumores. La abdicación sobrevuela en el ambiente debido a esa flaqueza palpable en la salud del rey don Juan Carlos. La posibilidad de que el monarca fuera operado en Estados Unidos, luego descartada, desató las especulaciones sobre una posible cesión de las funciones al príncipe don Felipe en un proceso de regencia. Al final, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, el príncipe representará a su padre en algunos actos, pero no habrá variaciones en las funciones institucionales y don Juan Carlos seguirá al frente de la Jefatura del Estado durante su convalecencia. Lo inusual de la rueda de prensa convocada por el jefe de la Casa Real el viernes por la tarde, algo nunca visto antes, desató aún más los rumores. Rafael Spottorno aceptó preguntas de los periodistas, lo que es de agradecer. Finalmente, el acto tuvo un alto valor en la aparente apuesta por la transparencia informativa (aparente y limitada) en la que parece querer entrar la institución. 

Lo más destacable de la rueda de prensa, más allá de los detalles médicos exhaustivos sobre la dolencia del monarca y su próxima operación, fue la forma nítida en la que Spottorno negó que el rey se haya planteado la abdicación. No es algo que se le haya pasado por la cabeza. Tampoco, por supuesto, la inhabilitación por cuestiones de salud del Jefe del Estado, función que corresponde a las Cortes Generales si el rey estuviera en una situación extrema que le impidiera ejercer sus funciones. No es el caso, dice Spottorno. Y nos alegramos. Tenemos ciertas dudas de que así sea, de todos modos. Hay algo como de antiguo régimen en la forma de abordar la salud de don Juan Carlos, algo de otra época, cuando los reyes eran fuertes, casi inmortales o semidioses y, por supuesto, tenían una salud de hierro, inquebrantable, un ánimo inmejorable y una disposición al trabajo fuera de lo común. Cuando era incuestionable la capacidad del monarca para seguir adelante con sus funciones. Cuando lo que se dijera desde palacio iba a misa. Y, en parte, da la impresión de que seguimos en esa dinámica tan pretérita. 

La pregunta es, ¿a quién pretenden engañar exactamente? Mosquea bastante que se nos mienta. El rey está muy fuerte, muy animado, no tiene ningún problema de salud al margen de esta molestia de cadera, toma muy pocos medicamentos, está mejor que la media de personas de su edad, es un hombre extraordinariamente vigoroso... Y podríamos seguir unas cuentas líneas más con las explicaciones sobre lo fuerte que está el monarca, según se contó en esa rueda de prensa y después se ha amplificado en ciertos escenarios mediáticos. Pues no es eso lo que parece. El rey parece un anciano delicado, muy delicado de salud. Lo cual es perfectamente comprensible a su edad. Lo que es bastante ridículo es que se vendan cuentos para no dormir, historias de reyes todopoderosos que hacen más sesiones de rehabilitación y con más fuerza que cualquier otro ser sobre la tierra, que está como una rosa, aunque cada aparición pública desmienta ese discurso oficial. No. El rey está mal, muy tocado de salud. Es así y conviene llamar a las cosas por su nombre. 

Comprendo que a don Juan Carlos, como a todas las personas que llegan a esa situación, le siente mal verse mayor y con menos fuerzas que antaño. Es razonable, pero es ley de vida. La pregunta pertinente es si el monarca está en condiciones de continuar al frente de la Jefatura del Estado. Es una pregunta que cada vez tiene más sentido y cuya respuesta parece cada día más clara.Convendría desdramatizar la opción de una abdicación en su hijo. ¿O es que la imagen de un rey anciano y en constante deterioro beneficia en algo a España? Es más, ¿en algo beneficia al propio interesado? Para alguien que ha sido tan importante para la historia de España y que, indudablemente, tiene unos cuantos méritos en su haber, debe de ser duro pensar que lo vaya a dejar así. Tocado de salud y con un desprestigio en la imagen pública brutal por su impresentable viaje a Botsuana acompañado de quien no debía y por los presuntos delitos del marido de su hija mayor, entre otros escándalos. Le debe de dar mucha rabia. Como ha ocurrido con otras instituciones en este país, si hace tan sólo unos años nos cuentan que la monarquía iba a llegar a una situación tan delicada como la actual, tal vez nos habría costado hacernos una idea. 

El Rey hace unos años tenía ganado por méritos propios el reconocimiento de la gran mayoría de la sociedad española. Una agenda internacional admirable que le ha servido para ayudar a las empresas españolas en todo el mundo.  Un prestigio elevado entre la clase política del país. Pero llegó la crisis, el caso Urdangarin, su cacería africana... y todo se complicó enormemente. Es posible que el rey se esté aferrando a la corona por pura cabezonería. Que, aun sabiendo que no está en condiciones, no le da la real gana de abandonar hasta el final de sus días. Pero también puede ser que quiera dejar al príncipe al frente de la Jefatura del Estado con un horizonte algo más despejado, quizá con el caso Urdangarin juzgado y con el país empezando a asomar la cabeza tras estos años de severa crisis. Si estamos ante el primer caso, don Juan Carlos se equivoca enormemente. Si estamos ante el segundo, el rey debería preguntarse si se ve con fuerzas de continuar, si honestamente se ve capaz de recuperar el prestigio perdido entre gran parte de la sociedad para entregarle a su hijo una monarquía alejada de sus horas más bajas de imagen. Si no, tal vez lo mejor que le podría pasar a la monarquía sería una imagen como la que nos ofreció el príncipe en Buenos Aires en la defensa de Madrid 2020. Eso, claro, siempre desde el punto de vista del monarca, dejando para otro día la discusión, esta también razonable y pertinente, sobre un proceso democrático en el que se eligiera el modelo de Estado que quieran los españoles. 

Comentarios