¿Es conveniente engañar al pueblo?

Un par de ensayos políticos agrupados en un volumen, es la lectura que comparto esta vez. Se trata de un libro editado por el desaparecido diario Público en el año 2010 y que incluye los ensayos El arte de la mentira política, del autor irlandés Jonathan Swift (1667-1745) y ¿Es conveniente engañar al pueblo? del humanista francés Nicolas de Condorcet (1743-1794). Los dos textos están prologados por sendos expertos (Jean Jacques Courtine y Miguel Catalán) que sitúan al lector en el contexto de ambas obras. También se narra la vida de los autores de estos ensayos que tienen en común el tema abordado: la mentira política y su utilidad, o no, para los gobiernos. 

El primer texto es una sátira sobre la mentira. Se nos cuenta en la introducción que Swift fue uno de los maestros del género satírico para criticar a la sociedad de su época. Así, habla de lo extendida que está la práctica de mentir en ese momento histórico, aunque lo cierto es que el gran valor del libro es que se lee con interés y se aprecian toques de actualidad, pese a ser relatos escritos en el siglo XVIII. Ciertamente, no es una práctica la de mentira que se haya extinguido. El libro está ilustrado con imágenes de líderes políticos del momento en el que fue editado este volumen, todos ellos, por cierto, conservadores (Berlusconi, Aznar y Bush). Sin duda buenos representantes del tema tratado en la obra, pero no los únicos y también síntoma de una actitud bastante tendenciosa. No es la mentira coto exclusivo de la derecha, ni mucho menos. 

Volviendo al texto de Swift, viene a ser como una especie de El príncipe de Maquiavelo, pero en tono satírico. El autor italiano, padre de la ciencia política para muchos, aconsejaba a los gobernantes cómo hacerse respetar y mantenerse en el poder en su célebre obra, que cumple 500 años este 2013 y conserva plena vigencia. En este caso, ya digo, estamos ante una sátira. Así, por ejemplo, se recomienda "reunir en una sociedad varias pequeñas agrupaciones de mentirosos. Esta sociedad deberá estar compuesta por los jefes de cada partido". El valor como obra satírica es que, bajo ese barniz de humor, critica con saña la mentira política y refleja una realidad bastante lamentable que, ya digo, no forma parte del pasado. No hace falta más que escuchar a nuestros políticos. "La mentira política ha de ser efímera" y se deberá contar al pueblo lo que convenga en cada momento, son algunas de las perlas que incluye este libro y que parecen seguir a rajatabla, unos cuantos siglos después, gobernantes de todo el mundo.

El ensayo más valioso, desde mi punto de vista, de este volumen es el segundo. ¿Es conveniente engañar al pueblo? es una brillante disertación sobre la posible legitimidad o justificación que los gobiernos pueden tener para mentir a los ciudadanos. Condorcet fue intelectual de la Ilustración, republicano de tendencias moderadas e independiente tras la Revolución francesa y condenado por oponerse a la pena de muerte contra Luis XVI y por defender a los diputados jacobinos defenestrados. Un defensor a ultranza de la libertad de los individuos y los criterios racionalistas. Su texto responde a una curiosa iniciativa emprendida por el monarca prusiano Federico II, a quien disgustaban las tesis de Maquiavelo y que convocó un concurso de disertaciones filosóficas en 1778 en la Real Academia de Ciencias de Berlín para preguntar sobre la conveniencia de engañar al pueblo. Condorcet finalmente no participó en ese concurso, pero el texto responde a esa iniciativa del monarca. Y en él se aprecia cómo el autor francés es firme defensor de tratar a los ciudadanos como los  mayores de edad que son y de contarles la verdad. Siempre la verdad, porque si ésta se convierte en el privilegio de unos pocos, la sociedad no podrá avanzar. 

Destaca la firmeza y contundencia con la que Condorcet defiende la libertad del pueblo y su derecho a conocer todas las verdades que le atañen. No encuentra el humanista francés ninguna circunstancia en la que sea útil y conveniente mantener en el error a los ciudadanos. El engaño no es un recurso legítimo para los gobernantes, explica Condorcet, que muestra su alma ilustrada al criticar también que se eduque a los niños en mentiras. Se les debe decir la verdad desde su infancia. Vivir en el engaño no es útil para ninguna sociedad. 

Defiende Condorcet las armas para educar al pueblo, para lograr que todo el mundo tenga los mismos derechos y la misma posibilidad de acceder a conocer esa verdad que los gobernantes no deben reservarse para sí. A saber, "las obras impresas, la legislación y la educación". Los libros como fuente de cultura, las leyes para cambiar las sociedades y, sobre todo, la educación. Una ardiente defensa de las bondades de la educación para mejorar a las sociedades. "Si el legislador quisiera emplearla, la educación sería un medio aún mejor para acelerar el progeso de la verdad". "Una educación dirigida de este modo hacia la verdad es tan útil para el soberano como para sus pueblos". 

Sobre las mentiras políticas, Condorcet da en el clavo al señalar el porqué del mantenimiento y la propagación de los engaños. "¿Por qué se mantienen tales absurdos? Sin duda, porque hay hombres poderosos interesados en que así sea." Ahí está el meollo de la cuestión. Mentir al pueblo tiene una finalidad, mantener un status quo que beneficia al poderoso, no hacer partícipe a los ciudadanos de la realidad, tratarlos como a menores de edad. Explica cómo actúan los gobernantes poderosos: "concilian el interés de su propia vanidad y el de su beneficio. Ante el pueblo representan un papel que les asegura un cierto crédito, y ante la mejor compañía, el papel que les salva del ridículo". Un ensayo muy interesante cuyo valor reside en la claridad y lucidez de sus argumentos, y también en el hecho de que fue escrito en el siglo XVIII y sigue conservando su vigencia. 

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