Cuando la ONU sirve para algo


Estos días se celebra la Asamblea General de Naciones Unidas. Un escenario que invita a los buenos deseos de entendimiento entre los pueblos del mundo. Representantes de todos los países reunidos hablando de Derechis Humanos, de paz, de derechos y libertades. Sucede, claro, que después la ONU parece un escenario de cartón piedra, que esos discursos tan bellos y retóricos que escuchamos en las sesiones de la Asamblea General son en realidad discursos vacíos, palabras huecas. Suenan bien, sí, pero no sale nada concreto de ahí. Se llega a esta conclusión escuchando a cualquier líder mundial hablar sobre la resolución de los conflictos históricos del planeta, como el israelí-palestino, o sobre otros tantos asuntos abordados estos días en al sede de la ONU. Un bello ideal, el de la ONU, pero una institución que rara vez sirve para algo. Discursos preciosos, buenas intenciones verbales... Y poco más. 

Es inevitable tener esa sensación ante la reunión anual de la Asamblea General de Naciones Unidas. Una sensación contradictoria. Por un lado, celebrar que el mundo alcanzara ese grado de entendimiento, al menos sobre unas bases mínimas, para reunir a la práctica totalidad de los Estados que existen sobre la Tierra. Un lugar donde representantes de todos los país estén sentados, donde se escuchen todas las voces, donde se defiendan la paz y seguridad internacionales. Ese bello ideal y ese proyecto magnífico ilusionan. Debe de impresionar ciertamente asistir a una reunión de la Asamblea. Se entiende perfectamente que los líderes mundiales que hablan en tan magno escenario construyan discursos sobre Derechos Humanos, la paz y las libertades. El lugar invita a ello, porque es el foro adecuado y porque es la representación de una esperanza, la de que todo puede resolverse dialogando, compartiendo opiniones con personas de otros países y culturas. Pero la sensación es contradictoria, sí, porque luego te paras a pensar en los problemas de la actualidad internacional y no ves que ese organismo mundial sirva para resolver ninguno.

Probablemente, esta Asamblea General de la ONU será recordada por la escenificación del cambio de actitud del régimen iraní. Desde que el clérigo moderado Hasan Rohani ganó las elecciones en aquel país, muchos analistas quisieron ver esperanzas de cambio en Irán, al menos, una actitud más abierta al diálogo. Las declaraciones de Rohani sobre su programa nuclear desde aquel momento invitan a tener un cierto optimismo y una moderada esperanza. Sabiendo que es muy complicado alcanzar un acuerdo, pero alumbrando tal vez una nueva era en las relaciones de Irán con el resto del mundo. Ayer, 37 años después, un secretario de Estado de Estados Unidos se reunió con su homólogo iraní. Un hito histórico que puede simbolizar ese cambio de era. 

En una entrevista concedida al diario estadounidense The Washington Post, Rohani afirma que el acuerdo sobre el programa nuclear iraní "es cuestión de meses" y que, resuelto este punto, "no hay imposibles" en la mejora de las relaciones bilaterales con Estados Unidos. "La base de todo es la confianza que se tiene que construir. Eso claramente ayudará a todo lo demás", explica el mandatario iraní en esa entrevista. El presidente de Irán también asegura en la entrevista que las políticas de Estados Unidos hacia su región han sido totalmente equivocadas, pero llama a mirar hacia delante: "necesitamos un punto de partida, y creo que es la cuestión nuclear". 

Para completar el día de noticias algo esperanzadoras, ayer conocimos que los ministros de Exteriores de los cinco países con presencia permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han acordado una resolución sobre el desarme del régimen sirio. Por cierto, la guerra de Siria continúa dejando muertes a diario, se sigue desangrando aquel país, pese a que haya pasado a un segundo plano en los medios por las rutinas informativas tan veloces e inmediatas. En la resolución, al parecer, se incluye una mención al uso de la fuerza en caso de que Al Assad no cumpla el compromiso, si bien no se incluye una autorización automática de ese recurso. Con la posibilidad de un acuerdo con Irán y este pacto en Siria, y manteniendo en ambos casos todo el escepticismo al que obligan las experiencias previas, se podría avanzar hacia un escenario mejor para el mundo, con menos armas químicas y menos riesgos a la seguridad internacional en el horizonte. Leves avances, sí. No resuelven todo, porque lo extremadamente grave de Siria es la tremenda guerra en la que el país lleva inmerso más de dos años. Pero sí se dan algunos pasos hacia delante. Esta vez puede que la ONU haya servido para algo, al final. 

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