La infancia en Siria

Un millón de niños refugiados. 7.000 muertos. Son cifras que esconden terribles realidades para los menores que padecen la guerra en Siria, que ven desangrarse su país y descomponerse su futuro. Son la parte más vulnerable de la población y ayer ACNUR y UNICEF quisieron poner rostro a estos menores indefensoso que padecen traumas, hambre, estrés, trabajo infantil, abusos sexuales, matrimonios. "El millón de niños refugiados marca un vergonzoso hito en el conflicto sirio", afirmó el director de UNICEF, Anthony Lake. 


Ayer, hicieron público este vídeo. Es la historia de Aya, una niña de 8 años que se vio obligada a salir de Siria por esta maldita guerra que ha acabado con su inocencia y que produce, o debería producir, una insoportable sensación de vergüenza a todo el mundo. Esos líderes que andan con profundos debates políticos, los que anteponen intereses económicos o estratégicos al respeto de los Derechos Humanos. Esos mandatarios que llevan su propio ritmo, que jamás hasta el momento han tenido al conflicto sirio entre sus prioridades. Aquellos dirigentes que, recordémoslo, perdieron el tiempo nombrado a enviados especiales a la guerra siria y siguieron en esa misión inútil e imposible mientras Al Assad firmaba acuerdos que nunca tuvo la intención de respetar y se reunía con los enviados tras haber ordenado nuevas matanzas. 

La cara de Aya, la cara de ese millón de niños refugiados de Siria, deberían valer más que mil cuestiones geoestratégicas. Nadie dice que la solución al conflicto sirio sea sencilla. Nunca defendimos tal cosa, sería ingenuo hacerlo. Y cada vez es más complicado, fundamentalmente porque la comunidad internacional ha dejado podrirse el conflicto y continúa con esa actitud. Tras la denuncia de un ataque con armas químicas en un barrio de Damasco que la oposición denunció esta semana, los dirigentes mundiales han hecho como que reaccionaban. Veremos si es simple impostura, como hasta ahora, o si de verdad supone un cambio de actitud. Rusia y China han pedido a su amigo dictador que permita una investigación independiente sobre el posible ataque con armas químicas. Es un ligero cambio de discurso, más de cara a la galería que otra cosa. Los gobiernos de Rusia y China continúan sin tener el menor remordimiento por los ríos de sangre que su protegido Al Assad está haciendo correr en Siria. 

Estados Unidos, por su parte, también hace como que podría estar estudiando un cambio de actitud. Pero no está nada claro que vaya a cuajar. Hay algunos indicios de que el gobierno estadounidense podría estar planteándose algún tipo de intervención en la guerra siria. Obama reconoció que las denuncias de un posible ataque con armas químicas es algo que "requiere la atención de Estados Unidos" y el secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ha sugerido en las últimas horas que el ejército del país están posicionando sus fuerzas navales a la espera de la decisión del presidente. Además, fuentes de Defensa anunciaron que Estados Unidos enviará un cuarto barco de guerra al Mediterráneo debido a la inestabilidad del país. 

Obama habló de línea roja sobre el uso de armas químicas. Como oficialmente no se ha podido demostrar que el ataque de esta semana ni otros anteriores haya sido ataques con armas químicas, aunque tal parece, Estados Unidos puede aferrarse a esa cuestión formal. Ninguna investigación independiente ha demostrado que el régimen de Al Assad haya atravesado esa línea roja. No obstante, la oposición republicana critica la inacción del presidente y la pasividad de la Administración estadounidense es también mirada con recelo por otros países. De momento, siguen optando por la cautela. En primer lugar, porque Obama no quiere ni imaginarse una situación similar a la guerra de Irak, en la que su antecesor lideró una intervención militar en un país extranjero sin el respaldo de Naciones Unidas. Es algo que el presidente no quiere hacer y, vistas las posturas de Rusia y China, sabe que será harto complicado que el Consejo de Seguridad de la ONU dé su visto bueno a una intervención en el país árabe. Las alternativas, pues, son escasas. Armar a los rebeldes, buscar establecer una zona de exclusión aérea como se hizo con Libia.

Hay otra razón más que conduce a la cautela a Obama: el temor (fundado) de que en las filas de los rebeldes se han infiltrado grupos radicales islamistas. Esas armas podrían ir a manos indeseadas y ese apoyo al bando rebelde podría conducir a una situación caótica en el país, sin un líder político claro que pudiera pilotar una transición democrática en Siria que no excluyera a ningún sector del país. 

Las dificultades son numerosas, por tanto. Pero tan claro como eso es que algo se tiene que hacer porque la comunidad internacional no puede mirar hacia otro lado ni quedarse con los brazos cruzados mientras en un país mueren decenas de personas al día y hasta un millón de niños han visto rota su infancia y han tenido que refugiarse en países de la frontera. Siria necesita ayuda. El mundo es muy complejo, pero miren la cara de Aya y explíquennos otra vez todos esos obstáculos, todas esas razones geoestratégicas que desaconsejan intervenir parea intentar poner freno al conflicto sirio.

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