El gran Gatsby

La lectura de una novela clásica se afronta siempre con altas expectativas. Son obras muy reputadas, catapultadas al olimpo de la literatura por críticos y lectores durante varias décadas. Eso no siempre juega a favor del libro. No mencionaré casos concretos, pero a veces me ha ocurrido que uno de esos grandes libros de otra época me han decepcionado, quizá por lo mucho que esperaba de ellos. No ha sido el caso de El gran Gatsby, una obra magnífica de Scott Fitzgerad que me ha cautivado

Con motivo del estreno hace unos meses de la película basada en esta novela y protagonizada por Leonardo Di Caprio, leí comentarios sobre esta obra, una de las mejores del siglo XX, para muchos. No he visto la cinta, pero sí me picó la curiosidad por leer esta novela. Forma parte de una colección que sacó el diario El Mundo hace años bajo el nombre "Las cien joyas del milenio". He leído muchos de los ejemplares que componen la colección. El gran Gatsby quedaba pendiente y celebro haberla abordado. Es una novela excepcional y fascinante en la que el autor logra meternos en la atmósfera de misterio e intriga que genera el personaje que da nombre al libro, Jay Gatsby, un nuevo rico hecho a sí mismo que vive una vida de fastuosidad ciertamente artificiosa, pero al que le salva (o le pierde) el amor por Daisy, una joven a la que conoció hace años y que se casó con Tom cuando Gatsby estaba en la guerra.

La buena literatura (la buena cultura, en general) tiene la cualidad de que cada lector puede extraer una interpretación propia de la novela. Así sucede con El gran Gatsby. Se puede interpretar como una furibunda crítica contra la alta sociedad de la época, puede leerse como una gran historia de amor, o también como una novela que invita a la reflexión sobre el recuerdo y nuestra construcción del pasado. Para mí, ahí reside el interés de esta obra, narrada a través de Nich Farraway, vecino y amigo de Gatsby. Al final, el protagonista del libro tiene un único objetivo en mente: reconquistar a Daisy, recuperar esos días felices pasados junto a ella hace años. Para eso no duda en comprar una mansión cerca de la casa de Daisy o en intentar deslumbrarla con ostentosas fiestas

Gatsby es un personaje ambicioso, pícaro, que logra hacer una fortuna a través de métodos, digamos, poco ortodoxos. Un nuevo rico hecho a sí mismo, alguien que se construyó un personaje y luchó por conseguirlo. Un tipo con sed de dinero, poder e influencia. Pero es, sobre todo, un hombre enamorado. Y de ahí lo que comentaba arriba. Este sentimiento, motor de la novela, es el que le salva en la comparación con la mayoría del resto de personaje, ricachones llenos de falsedad y buenos modales que no tienen nada en el fondo. Pero es también el que le pierde, ya que Gatsby está aferrado al recuerdo de su amada, un recuerdo que se hace más real y poderoso que la propia Daisy, con la que retomará el contacto gracias a Nick Farraway, su querido camarada. Una ilusión enfermiza, o casi. "No existe fuego ni lozanía capaz de desafiar a lo que un hombre es capaz de almacenar en su fantasmal corazón", leemos en un pasaje de la novela. El recuerdo, la misión imposible de regresar al pasado, de reconstruir ese momento puro y auténtico de felicidad que dejamos atrás, es la gran ilusión que mueve a Gatsby, enfurecido cuando su amigo le hace ver que el pasado no puede repetirse, que aquello quedó atrás.

Gatsby, el grande, aquel joven misterioso a cuyas fiestas quiere ir toda la ciudad, a quien todo el mundo quiere arrimarse, es sin embargo un ser desvalido, vulnerable. Vive con esa pasión por Daisy, una mujer caprichosa, incapaz de comprometerse y que, cuando tuvo que elegir entre el amor o el dinero de un buenm matrimonio, no dudo. La novela es muy lírica, creando un escenario artificioso que es la atmósfera en la que transcurre toda la historia. El final de Gatsby, que no adelantaré para aquellos que no se hayan acercado a esta novela antigua, también tiene una carga de reflexión y profundidad. Un personaje con ansias de tener dinero, sí, pero también con un gran amor, con un sentimiento que se ha apoderado de él y que le hace, así lo veo yo, tener una cierta calidad humana (aunque no sea ningún santo) de la que carecen casi todos los demás personajes. Una cierta inocencia, incluso. Insisto, ésta es mi lectura de El gran Gatsby, probablemente muy diferente a la de otros lectores, que bien pueden ver en Gatbsby a un personaje egoísta que cree que todo se puede conseguir con dinero. Yo destaco el peso de esa historia de amor del pasado que acompaña al personaje durante toda la novela, una historia que nos hace pensar sobre el poder del recuerdo y del pasado en nuestras vidas. "Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado". 

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