Apuntes sobre Gibraltar

Agosto viene acompañado de una reducción de noticias. Los políticos están de vacaciones. Cierra la justicia. De alguna manera, la actualidad, o buena parte de las noticias que la centran durante el resto del año, baja el telón. Se marcha de vacaciones. Pero hay seguir llenando hojas de periódicos, horas de radio y de televisión. Suelen aparecer entonces las llamadas serpientes de verano. Esas noticias que, de repente, pasan a abrir informativos. Historias que probablemente en otra época del año quedarían en un segundo plano, pero que encuentran en el estío su ocasión perfecta para pasar a primera. Y todos contentos. Luego llega septiembre y comienza el curso político y estas historias que tanto nos entretienen durante el año. Un tema recurrente en verano es el peñón de Gibraltar. Al fin y al cabo, llevamos tres siglos con este asunto a vueltas. Muchos medios han abrazado con pasión este asunto desempolvando su rancio patriotismo. Algunos que por salud mental y sentido del ridículo no gastamos de eso, asistimos asombrados al espectáculo.

En este caso, el lío se ha armado porque las autoridades de Gibraltar han lanzando bloques de hormigón en las aguas donde pescan barcos españoles, lo que dificulta mucho su actividad. En respuesta a este hecho, al parecer, las autoridades españolas han endurecido los controles aduaneros en el paso de la verja, provocando largas colas en el paso del Estrecho. Además, el ministro de Exteriores español, José Manuel García Margalo, se vino arriba en una entrevista concedida a ABC y anunció que estudia imponer una tasa de 50 euros por pasar la frontera. Ayer, David Cameron y Mariano Rajoy hablaron del tema en conversación telefónica. Llegaron al acuerdo de resolverlo con sus ministros de Exteriores. Quedan ya sólo tres semanas de agosto y el verano tocará a su fin, pensarán. Mientras, no vayamos a defraudar al personal.

El asunto de Gibraltar, que procede de los tratados de Utrech que pusieron final a la guerra de Sucesión por la corona española entre 1713 y 1715, es complejo y no pretendo en este artículo desarrollarlo en toda su extensión ni tocar todos los elementos que hacen de este trocito de soberanía británica un tema de interés y foco de problemas. Sólo busco dar unos pocos apuntes sobre este último episodio de la serie sin fin que protagoniza el peñón. 

Primero, estamos asistiendo a un espectáculo bochornoso de patrioterismo rancio, de pandereta. Produce vergüenza ajena ver cómo algunos sacan la bandera a relucir y adoptan un tono casi belicoso frente a los británicos. Sin comentarios. Segundo, este asunto, además de recurso socorrido de verano para llenar los medios de comunicación, tiene toda la pinta de ser una cortina de humo para tapar otros temas. Concretamente, asuntos de corrupción. Más concretamente, el caso Bárcenas. ¿Cómo vamos a hablar del extesorero o de la presunta financiación irregular del partido del gobierno si acabamos de declarar "la guerra fría a Inglaterra" (La Gaceta dixit)? Suena un poco a eso que dijo Rajoy de hablar de lo importante. Bien, pues para ciertos sectores parece que lo importante es reconquistar Gibraltar y reinstaurar el espíritu del imperio español. Con un par. 

Tercero, lo que me parece más relevante de este tema es cómo la economía de localidades limítrofes con Gibraltar como La Línea depende en gran medida de los vecinos de nacionalidad británica. Los intereses de pesca y todos los españoles que trabajan al otro lado de la verja deberían ser tenidos en cuenta. Por otro lado, como muy bien resaltan los vecinos de la Línea, si los sucesivos gobiernos se hubieran dedicado a fortalecer el tejido industrial y el desarrollo económico de esas localidades, igual no dependerían de tal manera de Gibraltar y estaríamos ante otro escenario. El real es que todos estos conflictos dañan a los vecinos de La Línea y otros pueblos. Cuarto, no podemos dejar de lado que Gibraltar es un paraíso fiscal y en ese punto el gobierno español tiene mucha razón cuando critica tejemanejes fiscales  en el trocito de soberanía británica. Tejemanejes que se han dejado hacer. En todo caso, asunto que debe afrontarse no de manera bilateral, pues la existencia de paraísos fiscales debe ser eje de actuación de la comunidad internacional en su conjunto. 

Quinto, es bastante descorazonador ver cómo en asuntos de Estado no existe una política común entre, al menos, los dos grandes partidos, los que antaño se decían que eran los dos únicos con opciones de gobernar (esa máxima puede ir poniéndose poco a poco en entredicho). Los países serios, como el Reino Unido, tienen una política exterior clara en los grandes asuntos y ésta no varía en absoluto cuando hay un cambio de gobierno. No sería verosímil escuchar furibundas críticas a antecesores en el Ministerio de Exteriores del canciller de un país serio, como sí hemos oído por boca de Margallo. Ni severas críticas de la oposición al gobierno, como antes de ayer realizó Trinidad Jiménez, quien también fue ministra de Exteriores, por cierto. Rubalcaba reculó ayer y se mostró del lado del gobierno. Lo suyo es que la política exterior no dé un giro de 180 grados cada vez que haya un cambio de color político en el gobierno. Pero ni siquiera en la política municipal PP y PSOE se ponen de acuerdo. La alcaldesa socialista de La Línea y el PP de aquella localidad se tiran los trastos a la cabeza. Luego pretenderemos que los británicos nos tomen en serio. Sexto y último apunte sobre esta crisis de Gibraltar. El embajador de España en el Reino Unido es Federico Trillo, aquel insigne conquistador de la Isla de Perejil. "Al alba y con tiempo duro de levante..." Qué recuerdos. Esto promete.  

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