Impresentable subida de tasas universitarias en Madrid

Hablemos de lo importante. La educación universitaria continúa encareciéndose en la Comunidad de Madrid. A la subida del  38% de las tasas que se aplicó el año pasado se suma ahora otro incremento medio del 20% para el próximo curso. Es una medida impresentable, porque en esta situación de crisis económica muchas familias lo estaban pasando muy mal ya antes de la subida de tasas del curso pasado para poder pagar los estudios de sus hijos. Con ese tasazo, los quebraderos de cabeza para poder dar a sus hijos la oportunidad de formarse en la universidad fueron en aumento. Tanto que unos 7.000 estudiantes corren el peligro de perder el curso que termina en septiembre por no haber podido pagar la matrícula. Ahora, este nuevo incremento dejará sin ningún género de dudas a estudiantes de familias humildes y con pocos recursos económicos fuera de la universidad. Y es algo lamentable, bochornoso e intolerable. 

La universidad española, la educación española en su conjunto, necesita muchas mejoras y dista de ser un oasis de excelencia. Pero si de algo nos hemos podido sentir orgullosos hasta ahora en España es de que el hijo procedente de una familia humilde ha podido acceder a la educación superior. Que ha tenido las mismas oportunidades, al menos en la educación pública, que el hijo de una familia adinerada. En este punto quiero hacer una defensa de la universidad pública española. Con sus defectos (que los tiene) y sus grandes virtudes (que no le engañen, las tiene y en abundancia). El famoso ascensor social, ese que es requisito indispensable en toda sociedad democrática avanzada, por el que los miembros de una clase social más baja pueden ascender  gracias a su esfuerzo y capacidad a otro tipo de trabajos. Que nadie con capacidad deje de estudiar porque su familia no tenga recursos para sufragar sus estudios. Ésa y no otra debe ser la premisa. Porque esos jóvenes estudiantes son el futuro de nuestro país. En nuestras manos está que ese hijo de una familia sin recursos que tiene inquietudes en determinada disciplina sea un referente de la sociedad del mañana o sea alguien marginado y a quien se le ha negado algo tan elemental como es la igualdad de oportunidades. 

Como sucede con casi todo en este país nuestro, los debates sobre la educación apestan a ideología (mirando a izquierda y derecha, ojo), a simpleza y a demagogia. No hemos sido capaces, y creo que ya casi nos podemos ir dando por vencidos, a abrir un debate razonado, sosegado y alejado de batallas ideológicas o partidistas sobre la educación. Mucho de eso hubo en la polémica sobre las becas a estudiantes de familias con menos recursos. Ya saben, la nota media que el ministro Wert quiso subir apelando al esfuerzo y al sacrificio. 

Ver cómo quien está dando hachazos permanentes a la financiación de la educación se presenta como su renovador resultó tan desalentador como escuchar a quienes equiparaban términos como disciplina o esfuerzo poco menos que a fascismo. Presenciar cómo el ministro de Educación se niega en redondo a negociar nada con nadie del sector fue tan patético como asistir a discursos facilones y caricaturescos sobre la educación. Que Wert afirme que quiere mejorar la educación en España porque es necesario un cambio, pero lo primero que haga sea recortar en profesores y dificultar el acceso a la universidad por una mera cuestión de capacidad económica fue tan deprimente como escuchar a otros defender tal cual está el modelo educativo actual, cuando es evidente que no funciona correctamente

Total, que aquí nadie se sienta a hablar en serio de educación. Unos y otros, por aquello de la costumbre, toman la educación como un campo más de batalla partidista e ideológica. Los prejuicios insoportables que la izquierda ve tan claros en la derecha (ya siento utilizar estos términos tan maniqueos y reduccionistas de izquierda y derecha) existen. De la misma forma que existen otros prejuicios igualmente insoportables en la izquierda. Vamos a hablar claro. ¿En qué momento en España pasó a ser retrógrado pedir a los alumnos que se esfuercen en sus estudios? ¿En qué momento se decidió (es una pregunta retórica, no hace falta que me respondan) que los alumnos podían pasar de curso con tres asignaturas suspendidas, no vaya a ser que se cojan un trauma las criaturas? 

No comprendo muy bien este proceso en la izquierda española. Intuyo que algo tiene que ver con esa asociación enfermiza que hacen entre ciertos conceptos y actitudes con el franquismo. Pero es que defender la autoridad del profesor o la disciplina en las aulas no es franquista, por favor. Igual de ahí viene ese complejo. Es una obviedad que el modelo educativo en España no ha funcionado. Me da bastante lástima la confusión mental que tienen en la izquierda sobre este asunto. Lo dicho, defender que un alumno no pase de curso con tres asignaturas suspendidas o simplemente mencionar el esfuerzo de los estudiantes no es una idea fascista o clasista, ya lo siento. 

¿Y qué me cuentan de la derecha? Miren que ha llovido, pero continúa defendiendo la religión en las aulas. Cuando ya deberíamos tener más que aprendido que en nuestro país, que se define como aconfesional en la constitución, la religión debería ser una cuestión de la esfera privada de cada cual. Que se estudie en los colegios la historia de las religiones y la importancia que éstas han tenido y tienen en la historia. Eso me parece razonable. Pero a estas alturas de la película, volver al catecismo en las aulas me parece bastante descorazonador. Eso, además, mientras se desprecia la filosofía y la ética. Como lamentable es que la educación se vea como una partida más de donde recortar para cumplir los objetivos de déficit. El gobierno del PP está mostrando una ceguera, una confusión de prioridades y un desprecio por preservar el derecho fundamental a la educación francamente escandalosos

Podría llegar a sonar bien alguno de los mensajes sobre educación que lanza el ministro Wert. No parece tan descabellado que se intente apostar por la excelencia y por mejorar el sistema educativo de nuestro país que, insisto, no es un paraíso ni mucho menos. Pero el ministro pierde toda credibilidad cuando dice que quiere mejorar la educación y acto seguido, antes de tomar cualquier otra medida, recorta drásticamente el presupuesto. Más presupuesto no implica necesariamente mayor calidad de la educación, dice el señor Wert. Desde luego. Pero menos presupuesto, tampoco. Mucho menos, digo yo, vamos. Quien despide profesores y aumenta tasas universitarias no merece la más mínima confianza cuando dice que lo que quiere es mejorar la calidad del sistema. ¡Pero si lo está desmantelando! 

Por cierto, si al ministro Wert y al PP en general les molesta esa idea extendida que dice que ellos quieren que la educación superior no sea accesible para las clases bajas, para los hijos de familias más humildes, si tan injusto es ese comentario, que dejen de subir las tasas universitarias y recortar las becas. Porque no sé si tendrán o no esa intención, pero lo que resulta notorio es que con este panorama muchos universitarios no van a poder continuar con sus estudios. Que por no tener recursos económicos esto suceda en un país como España, que se dice avanzado y hasta se llama "democracia seria" (Rajoy dixit) es algo indecente. 

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