"Irse a Madrid" y "Manu"

Manuel Jabois es uno de los más gozosos descubrimientos literario-periodísticos que recuerdo haber hecho en mucho tiempo. Este periodista gallego tiene un talento formidable del que ya llevaban disfrutando unos cuantos años los lectores del Diario de Pontevedra. Otros hemos tenido que esperar más tiempo para maravillarnos con sus columnas y enamorarnos de su estilo irónico e inteligente. Leer la columna de Jabois justifica por sí solo comprar el diario El Mundo, donde actualmente colabora. Es una delicia, nunca defrauda. 

Comenzó su andadura en el medio de Unidad Editorial hace unos meses con colaboraciones puntuales y, naturalmente, su presencia ha ido creciendo en las páginas del diario y se ha ido haciendo más frecuente. Atesora Jabois tal talento, que atrapa a cualquiera con un par de textos. Convence, cómo no va a convencer. Lo de menos es que estés o no de acuerdo con lo escriba,  porque es tal el placer que produce su escritura, sus narraciones disparatadas, su ironía desbordada, sus metáforas imposibles, que da un poco igual incluso el tema que trate. Cualquier asunto trivial, cuando pasa por la pluma de Jabois, se convierte en una gran historia, en un relato prodigioso. Y cualquier tema de enorme trascendencia, pasado por el prisma particular del periodista gallego, nos dibuja una sonrisa en la cara, por duro y complicado que sea aquel.  

Total, que los que hemos perdido tantos años del talento de Jabois andamos ahora intentado recuperarlo en la medida de lo posible. De ahora en adelante, seguiremos de cerca sus pasos, por supuesto. Pero, ¿cómo resistirse a buscar textos anteriores del gallego? Una selección de brillantes columnas en el Diario de Pontevedra donde colaboraba, en la revista literaria Retranca y  en su blog (Apuntes en sucio) aparece en el libro Irse a Madrid y otras columnas, editado por Pepitas de Calabaza. A cual mejor. Conviene no leer el libro en lugares públicos, porque hay varios momentos en los que es imposible contener la risa. 

El miércoles en la Feria del Libro de Madrid (que, por cierto, ha vendido un 9% más que en la edición del 2012, gran noticia) compré este libro y también, Manu, una obra corta en la que Manuel Jabois relata cómo ha sido el nacimiento de su hijo, el embarazo de Ana, su pareja, y en general su último año de vida. Entre otras cosas, cuenta cómo comenzó su colaboración con el diario El Mundo. He devorado ambos, que son libros cortos, todo hay que decirlo, en pocas horas. Están los libros que gustan, los libros que te engachan, los que te atrapan de manera férrea y luego están los textos de Manuel Jabois. Ya digo que el tema abordado es lo de menos, ya que su estilo mejorará cualquier asunto aparentemente intrascendente, lo hará fascinante y atractivo, pero me resultan especialmente interesantes los textos en los que habla de su oficio como columnista y del periodismo. Cuenta en Manu que para él, el columnista debe hacer un pacto con el lector que pase porque éste asuma que no se le va a dar la razón toda la semana como a los locos. 
En una entrevista a Manuel Jabois que publicó hace un tiempo la revista Jot Down, donde también colabora, contaba algo maravilloso sobre la escritura. "No soy capaz de envidiar a nadie que escriba mejor que yo porque disfruto tanto leyéndolo que no encontraría el mismo placer escribiéndolo yo, buscando fallos obsesivamente". Qué bonitas palabras, y qué ciertas. Algo parecido, sin ánimo de compararme con el magistral periodista gallego, es lo que siente uno cuando lee un texto de Jabois. Sentiría una tremenda envidia, porque mataría por escribir algún día como él, pero no lo hago porque es enorme el placer que provoca leer cualquiera de sus textos

Tanto en Irse a Madrid como en Manu, Jabois deja multitud de perlas. Como no quiero destrozar el gozo que supone encontrar esos hallazgos literarios que exhibe la pluma del escritor y periodista gallego, sólo pondré aquí un par de entrecomillados de su última obra, que no me resisto a compartir. Por ejemplo, cuando habla sobre su opinión: "El principal valor de mi opinión es que es completamente inesperada, de tal forma que tengo que leerla yo muy despacio al día siguiente para saber a qué me estoy ateniendo por si hay que defenderla".  Sobre el embarazo de su pareja: "En nueve meses el niño engordó tres kilos cuatrocientos y yo doce; en cierto modo había tenido cuatrillizos. De vez en cuando todavía patean en el estómago cuando se acaban en casa las palmeritas de chocolate".  En fin, esto es una recomendación, casi una exigencia, diría. Lean a Manuel Jabois. Les aseguro que no se arrepentirán. 

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