Fiesta española en París


Rafa Nadal y David Ferrer sellaron ayer su pase a la final de Roland Garros en una memorable tarde de tenis. Primero, el mallorquín ganó por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7 al número 1 del mundo, Novak Djokovic, en un partido épico, legendario. Casi cinco horas de máximo esfuerzo, un duelo glorioso entre dos titanes de la raqueta que cayó del lado del español. Su capacidad de sacrificio, su entrega, esa actitud de dar ni un solo punto por perdido lograron inclinar la balanza de su lado. Hace mucho tiempo que se nos terminaron los adjetivos para Nadal. ¿Qué más podemos decir de él? ¿Cómo podemos describir su talento, su fortaleza física y mental, su actitud impecable en la pista de tenis? ¿Qué elogio a su juego y a su ejemplaridad podemos añadir a todo lo dicho con anterioridad? El domingo buscará su octavo Roland Garros y, para completar la fiesta española en París, lo hará frente a su compatriota David Ferrer. 

Es decir, el domingo a partir de las 15 horas se dilucidará qué tenista español se alza con el trofeo que acredita al ganador del más prestigioso torneo sobre tierra batida. La victoria quedará en casa. Sólo falta por ver si será para el rey de Roland Garros que ya tiene siete trofeos en su casa o si lo alzará un David Ferrer que llega por primera vez a una final en un torneo de Grand Slam y que está exhibiendo su mejor tenis estos días en París. El alicantino se deshizo en tres sets del ídolo local Jo-Wilfred Tsonga (6-1, 7-6 y 6-2). Por la vía rápida. 

El público francés asistió al recital de Ferrer, que casi no dio opción a Tsonga. Sólo le costó bastante más el segundo set, en el que tuvieron que irse al tie break. Pero la superioridad del tenista español fue manifiesta. Al finalizar el partido, el rostro de Ferrer lo decía todo. Para él es un sueño llegar a la final de Roland Garros. Un sueño que se ha ganado con su gran rendimiento en el torneo. Ahora busca el más difícil todavía: imponerse a un Rafa Nadal que va desatado hacia el récord de victorias en la competición francesa. 

París será el domingo una fiesta, como o fue ayer en una tarde inolvidable de tenis que comenzaba a las 13 horas con Nadal y Djkovic enfrentándose por un puesto en la final.  En un anticipo de lo que sería el desarrollo posterior del duelo, el partido comenzó muy igualado, pero Nadal logró romper el servicio del tenista serbio y adjudicarse la primera manga por 6-4. El segundo set fue para Djokovic, que entró en crisis en el tercero. Fue entonces cuando vimos la mejor versión del español. Con un contundente 6-1, Rafa se ponía a un set de lograr el pase a la final. La cuarta manga se puso muy favorable al español, pero Djokovic sacó toda la garra que le caracteriza para forzar la muerte súbita, que ganó. Un duro varapalo psicológico para Nadal, que había hecho un break al número 1 del mundo en esta cuarta manga y estuvo muy cerca de derrotarlo entonces.

El bajón anímico se prolongó al comienzo del tercer set, cuando Djokovic rompió el servicio de Nadal y se puso 2-0. Momento de alarma. El tenista español intentaba una y otra vez recuperar la igualdad en el partido, pero no lo lograba hasta que, sirviendo el serbio para ponerse 5-3, Nadal rompió el saque de su adversario y puso el 4-4 en el marcador. A partir de ahí, igualdad extrema. Como en el quinto set no hay tie break, aquello iba para largo. Y para largo fue. 9-7 ganó esa última manga Nadal, que conseguía así una nueva presencia en la final de Roland Garros, su escenario natural. El domingo, Rafa Nadal y David Ferrer, dos grandes, nos regalarán la maravillosa experiencia de vivir una final del torneo parisino disputada entre dos tenistas españolas. Dos colosos del deporte que nos harán seguir disfrutando. 

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