Estados Unidos espió a la UE

Barack Obama aseguró esta semana que quieren capturar a Edward Snowden porque creen que posee más información confidencial sobre los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés). El presidente estadounidense tenía razón. Snowden, que sigue en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú, cuenta con más información sonrojante sobre la NSA. El diario alemán Der Spiegel da cuenta de la última revelación sobre este caso. Estados Unidos espió (y quizá el tiempo verbal adecuado sea el presente, porque no hay constancia de que haya dejado de hacerlo) a representantes de la Unión Europea. 

Según la información, la NSA instaló micrófonos ocultos y se infiltró en las redes informáticas de la UE en Washington. El periódico alemán habla de informes de "alto secreto" fechados en septiembre de 2010 que se encuentran en manos de Snowden. No queda ahí la cosa, sino que los ataques de espionaje a la UE por parte de esta opaca agencia estadounidense se han dado también a la representación europea ante Naciones Unidas, en Nueva York. En el diario se cuenta un asalto informático más, en este caso contra las redes de telefonía de la sede del Consejo de la UE, en Bruselas. Sucedió hace cinco años y las investigaciones de las autoridades europeas condujeron al cuartel general de la OTAN en Bruselas, concretamente a una sección especial reservada para los agentes de la NSA, siempre según el citado medio de comunicación.

Una información de impacto, porque refleja que Estados Unidos pudo escuchar conversaciones y leer correos electrónicos de altos representantes de la Unión Europea. Todas las revelaciones llevadas a cabo por Snowden dibujan un escenario francamente aterrados. Un Gran Hermano bochornoso e intolerable en el que el país más poderoso del mundo (también llamado "cuna de la libertad") controla las comunicaciones electrónicas de millones de ciudadanos en todo el mundo y espía a miembros de otros países soberanos. O sea, que estamos en el siglo XXI pero esto sigue funcionando igual que en la Guerra Fría. El espionaje nunca pasó de moda y nunca dejó de realizarse, cierto. Tal vez todas estas revelaciones no deberían sorprendernos o escandalizarnos tanto, porque sabemos desde hace tiempo que la política internacional no es cuento de dibujos animados, precisamente, y porque tenemos muy claro que en Internet se libra la gran batalla por la información de los usuarios, de las empresas y de los Estados. Es la guerra del siglo XXI. Pero, con todo, estas informaciones son bastante aterradoras.

De momento, la Administración Obama no ha dicho esta boca es mía. Ni confirman ni desmienten nada. Misma actuación que en el caso Assange. Tan sólo reiteran que quien filtra información confidencial está traicionando a su país, cometiendo un grave delito y poniendo en riesgo la Seguridad Nacional por hacer públicos documentos clasificados. Los Estados tienen derecho al secreto, por supuesto. Es una herramienta muy poderosa con la que deben contar. Pero el secreto no puede servir para tapar posibles excesos y aparentes violaciones de derechos fundamentales y de tratados internacionales, que es exactamente lo que desvela la información filtrada por Snowden.

¿Quién es el malo aquí? El mundo es mucho más complejo y no se puede andar por ahí presentando la realidad de manera simplista, separando a los actores de esta historia como buenos y malos. Nos costaría actuar así, porque el traidor que filtra información secreta está informando al mundo de prácticas, cuanto menos, poco claras y muy dudosas; mientras que los buenos, el Estado protector y garante de la libertad y la democracia, está espiando a ciudadanos y a representantes de otros Estados. No es extraño que muchas personas saluden a Snowden, como ya hicieron antes con Julian Assange, como a alguien que ha hecho una gran labor para que el mundo conozca los abusos de poder en Estados Unidos. Como alguien que nos ha abierto los ojos y que ha entendido que estas prácticas son intolerables y la gente tiene derecho a conocerlas. Puede haber intereses espurios detrás, por qué no. Pero estas filtraciones nos presentan una realidad alarmante.

 Si queremos centrar el debate, como se está haciendo esta semana, en la peripecia de Snowden para pedir asilo en algún país donde se libre de la justicia estadounidense o en la hipocresía de los Estados que le han apoyado de una u otra manera, pero que luego censuran a los medios de comunicación y no respetan los Derechos Humanos, podemos hacerlo. Podemos centrar el debate en esas cuestiones, que no negaré que tienen un gran interés. Pero creo que lo más relevante de todo esto es que se ha descubierto un sistema general de espionaje y control de las comunicaciones de millones de ciudadanos y ahora también de representantes de la UE por parte de Estados Unidos. Para mí, ésa es la noticia. Los debates colaterales tienen su interés, pero lo más importante ahora es que estamos terminando de descubrir que vivimos en un Gran Hermano y que al frente de este sistema se encuentra ni más ni menos que un Nobel de la Paz. 

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