La marca del meridiano

Lorenzo Silva era uno de esos escritores de los que aún no había leído nada. Conocía su trayectoria, había leído alguna de sus colaboraciones en prensa y también sabía de su faceta como impulsor de la feria Getafe Negro, la semana literaria de novela negra de esta localidad madrileña donde el escritor vive y que ha sido mi segunda casa estos últimos años porque allí estudio la carrera. Pero no había tenido en mis manos un libro suyo. En gran medida le debo el descubrimiento al Premio Planeta. 

En mi familia existe una tradición casi nunca incumplida de comprar cada año el Premio Planeta, y muchas veces también la novela finalista. No recuerdo muy bien su origen, pero creo que es una costumbre que viene heredada de mis abuelos maternos. No es algo fijo ni establecido, pero raro es el año en el que no entra en casa, vía regalo de cumpleaños de alguno de nosotros, vía Reyes Magos, la novela premiada por este galardón literario comercial, el más importante de las letras españolas y el segundo mejor dotado del mundo sólo por detrás del Premio Nobel. 

Gracias a esta costumbre familiar he leído novelas que, unas más que otras, me han enganchado y también me han servido para acercarme por primera vez a algunos escritores que han pasado a formar parte de la lista de mis preferencias. La Hermandad de la buena suerte, de Fernando Savater (ganador en 2008); Contra el viento, de Ángeles Caso (ganadora en 2009); Riña de gatos. Madrid 1939, del gran Eduardo Mendoza (ganadora en 2010) o la magnifica novela de Emilio Calderón  La bailarina y el inglés (finalista en 2009) son algunas de estas obras, por citar sólo las más recientes.

Este año ganó el prestigioso Premio Planeta la obra de Lorenzo Silva La marca del meridiano. Como manda la tradición familiar, el libro entró en casa (en este caso, como regalo navideño para mi padre, creo recordar). Es la continuación de una exitosa saga de novela policíaca con el brigada Bevilacqua al frente de la investigación de un crimen. A pesar de ello, se puede leer perfectamente sin haber tenido contacto previo con esta saga, doy fe. Se sigue el hilo sin problemas y es una historia aparte. Puesto que es una novela más que correcta, lo que sucede precisamente es que te anima a buscar las obras precedentes para conocer otros casos del guardia civil Bevilacqua y su equipo.

En el libro, el protagonista investiga el asesinato de un antiguo compañero en el cuerpo, quien fue su maestro en la profesión. Aparece colgado de un puente con evidentes muestras de que ha sido torturado y humillado antes de morir. La trama, muy bien narrada, irá desentrañando lo que hay detrás de este asesinato y también cómo fue la relación del brigada Bevilacqua con el fallecido. El hilo conductor del relato es la investigación del crimen, pero hay dos asuntos subyacentes de considerable importancia. A los dos alude el título de la novela, La marca del meridiano. Uno, las relaciones entre Cataluña y el resto de España, reflejadas aquí a través de la visión del protagonista y narrador de la novela, el agente de la guardia civil que llega desde Madrid a Cataluña para investigar el asesinato y que vivió una temporada en este región. Se deslizan interesantes diálogos y reflexiones sobre este asunto tan de actualidad. 

El otro tema subyacente de la novela, pero que tiene mucha importancia, es la vertiente más psicológica de los personajes. Corrupción, valores éticos, dilemas morales... Todo esto está en la novela y supone un ingrediente esencial de la misma. Lo que más me gusta del libro es precisamente que no cae en clichés y que adquiere una gran trascendencia las motivaciones emocionales de los personajes. Todo tiene un porqué, se ahondan en los sentimientos, los recuerdos y los debates éticos de cada persona que aparece en la novela, especialmente del protagonista que es el narrador de la misma. Es una obra inteligente, bien construida, que pone el acento en ese lado más psicológico de las acciones, mucho más que en la mera investigación policial, que también aparece. Si acaso, tal vez el final del caso sea algo abrupto. En general, una novela francamente buena. Mi primer contacto con Lorenzo Silva que me deja con ganas de más. 

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