El Atlético de Madrid, campeón de Copa


14 años después, el Atlético de Madrid volvió a ganar a su gran rival. No fue un escenario ni una ocasión cualquiera. Ni más ni menos que una final de Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Tras padecer una sequía de tanto tiempo, ni el mejor guionista podría haber escrito una forma más alegre de romper la mala racha. A lo grande, conquistando la décima Copa del Rey para los rojiblancos en el estadio del Real Madrid frente a los blancos, que ahora abren un proceso de cambios que llenará las portadas de los diarios deportivos de rumores, fichajes y, probablemente, declaraciones incendiarias y diatribas contra José Mourinho, que ayer fue expulsado del partido por el árbitro y del sentir de muchos seguidores madridistas que analizan lo que ha rentado el tomentoso paso del portugués por el banquillo del Bernabéu y no les salen las cuentas.

No vi el partido, tenía mejores planes, por lo que no voy a hacer una crónica del mismo, ni nada por estilo. Vi el ambiente previo, con las calles de Madrid inundadas de seguidores de uno y otro equipo. Toda una fiesta que se trasladó al campo, donde se tuvo que vivir un partido emocionante, ya que se llegó a la prórroga. Precisamente sí pude ver el periodo añadido. El gol de Miranda y la expulsión de Cristiano Ronaldo. La bronca posterior fue lamentable. El deporte es otra cosa. Pero lo importante es que el Atlético de Madrid ganó la final y conquista un título, rompe una mala racha de 14 años y certifica la estabilidad que Diego Pablo Simeone ha dado al club. Tres en uno. Noche feliz para los colchoneros.

En la rueda de prensa posterior al partido, Simeone se mostró feliz. "Hemos ganado el partido que teníamos que ganar", dijo sobre esa década larga de derrotas continuadas frente al eterno rival. El técnico argentino ha dado carisma, garra y estabilidad al equipo del Manzanares. Probablemente en verano también tenga movimientos, quizá a su pesar (la continuidad de Falcao está en el aire), pero es indudable que la llegada de Simeone al banquillo es lo mejor que le ha pasado al Atlético de Madrid en muchos años.

Habrá quién diga justo lo contrario del paso de Mourinho por el Real Madrid. Se va don una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa, si no me equivoco. Eso y tres semifinales de Champions, que el técnico luso reivindica como gran éxito. Tres temporadas del montón. Se pueden encontrar muchas así en la historia de un club acostumbrado a ganar como el Madrid. Es más, dicen los expertos en estadísticas (Mister Chip, en concreto) que Mourinho es el técnico que menos títulos ha ganado de los que han permanecido en el banquillo del Bernabéu tres temporadas o más. No ha logrado nada del otro mundo en lo deportivo (salvo la Liga del año pasado, con el récord de los 100 puntos ante el Barcelona) y sí ha provocado una enorme división en el madridismo. Su enfrentamiento con Casillas, su enemistad con la prensa y sus malas formas han hecho bastante daño al conjunto blanco. 

Ayer reconoció que la temporada ha sido un fracaso, pero a su manera. Diciendo que, lo que para otro sería un gran éxito, para él es un fracaso porque tiene un gran palmarés. Es decir, hasta cuando reconoce errores tiene que dejar claro que él es The Special One. Aseguró que el Atleti no es justo ganador porque su equipo tiró tres balones al palo y alardeó de dar la cara siempre cuando el equipo empata o pierde (lleva razón en eso). Su personalidad volcánica no permite las medias tintas. El técnico portugués sólo puede tener o fervientes admiradores o grandes detractores. Le quedan tres años de contrato, recordó ayer, pero todo el mundo da por hecho que se irá del equipo rumbo a Inglaterra. Si no lo hace, igual Florentino Pérez debería darle un empujoncito. El clima es irrespirable en el club. 

Ayer Neptuno sonrió y Cibeles se quedó con las ganas. Madrid fue una fiesta en torno al fútbol que acabó con alegría para los rojiblancos y bronca interna para los madridistas. ¡Enhorabuena a los atléticos!

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